Andrés Manuel López Obrador arrasó en las elecciones presidenciales y miles de personas salieron a las calles para festejar el triunfo como propio. En su discurso, el candidato llamó a la reconciliación de todos los mexicanos y retomó su discurso de antaño: “por el bien de todos, primero los pobres”.
Texto: José Ignacio De Alba y Daniela Rea
Pie de Página
Ciudad de México. -Ricardo Anaya y José Antonio Meade reconocieron su derrota minutos después de cerradas las casillas. Las tendencias indicaban que la competencia era por el segundo lugar, por encabezar la oposición. El voto útil al que habían llamado en los cierres de campaña quedó completamente dividido. El primer lugar fue un batazo de home run: puntero de cabo a rabo en la campaña electoral, Andrés Manuel López Obrador se consiguió más de la mitad de los votos de la carrera presidencial.
A las 11 de la noche el presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, dio el anuncio oficial, con los datos del PREP: “Puede confirmarse una clara tendencia de votación a su favor”. A las 11:05, el presidente Enrique Peña Nieto reconoció los resultados y dijo que ya había hablado con el candidato de la coalición Juntos haremos historia, para felicitarlo.
En el cuarto piso del hotel Hilton de la Ciudad de México, los reporteros esperaron el anuncio del tabasqueño, quien, de confirmarse los datos arrojados por el PREP, habría obtenido cerca de llega de 30 millones de votos. El mayor número de sufragios que haya tenido cualquier candidato presidencial en México. Ni Vicente Fox (el panista que acabó con la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional en el año 2000) tuvo tanto apoyo social.
López Obrador arribó a la sala de prensa acompañado de tres de sus cuatro hijos y su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller. En su mensaje, hizo un llamado a la reconciliación de todos los mexicanos y aseguró “en el nuevo proyecto democrático no habrá un una dictadura abierta o encubierta”.
Aseguró que su gobierno se guiará por la vía legal y que no habría expropiaciones. Que los contratos petroleros de la Reforma Energética “serán revisados”.
Dijo que desterrará la corrupción, que “es la señal de un sistema en decadencia”. “Sobre aviso no hay engaño”, advirtió, “sea quien sea, familiares o amigos” serán castigados.
En un discurso cargado de emoción y que fue interrumpido con aplausos, incluidos los de algunos periodistas, advirtió que el gobierno “dejará de ser el comité de una minoría”, “daremos preferencia a los más pobres y olvidados. Especialmente a los pueblos indígenas”. Luego recurrió a la frase que fue su lema de campaña en 2006 y que, dijo, resume su pensamiento político: “por el bien de todos, primero los pobres”.
Agradeció a Enrique Peña Nieto por no intervenir en el proceso electoral, a los medios de comunicación por su pluralidad y “a las benditas redes sociales”.
Cerró con una promesa: “no les fallaré, no los decepcionaré” y aseguró: “tengo una ambición legítima, pasar a la historia como un buen presidente de México”.
Como nunca, el PRI fue el primero en reconocer la derrota. A las 8: 20 de la noche, José Antonio Meade anunció que los resultados favorecían a López Obrador. Los analistas lo llamaron a la “la sorpresa del día”. René Juárez, presidente del partido, llamó a “analizar las razones por las que no merecemos el respaldo ciudadano”.
Veinte minutos después, Ricardo Anaya reconoció, también, su derrota. El queretano se llamó a sí mismo “demócrata” y dio a entender, desde el hotel Camino Real de Polanco, que él encabezaría la oposición. Acusó, de nuevo, que el gobierno utilizó de manera facciosa las instituciones para ensuciar su campaña, “aunque eso no mancha” el triunfo del tabasqueño.
Presidentes de todo el mundo, incluido Donald Trump, felicitaron al tabasqueño. Hasta Juan Pablo Casteñón del Consejo Coordinador Empresarial salió a reconocer la victoria del tabasqueño antes que el Instituto Nacional Electoral. Al final arengó “¡Viva México!”.
Gente del equipo de López Obrador confesó que no esperaban que los candidatos del PRI y el PAN reconocieran tan rápido una ventaja tan contundente. “Nos cambió todo el escenario”.
Morena no sólo ganó la presidencia, hasta la media noche iba puntero en seis de las nueve gubernaturas de Morelos, Tabasco, Chiapas, Ciudad de México, Veracruz y Puebla.
“Verdaderamente felices”
Desde las 9 de la noche al Zócalo de la Ciudad de México comenzó a llegar gente para celebrar el triunfo del candidato Juntos haremos historia. Jóvenes, adultos, adultos mayores, familias con niños en brazos, personas con bastón o silla de ruedas. A las 11 de la noche un mariachi tocaba en el escenario canciones de Juan Gabriel y José Alfredo Jiménez y la gente pedía a gritos a los organizadores que pusieran el discurso que López Obrador daba en el hotel Hilton.
“Para mi esta noche celebro una trayectoria de 30 años, me tocó iniciar con Cuauhtémoc Cárdenas y es lo que nos ha costado una alternancia de izquierda, celebro que salimos a votar, que le dimos la razón a AMLO”, dijo Juan Manuel Frausto de 59 años, dedicado a proyectos de conservación del medio ambiente.
A su lado, su hijo de 17, Claudio Frausto decía que este triunfo, este festejo en el Zócalo “es la cristalización de luchas anteriores, que hemos heredado y esta es la oportunidad para seguir luchando, pero desde un mejor lugar, más digno”.
Casi a la media noche el tabasqueño llegó a la plancha del Zócalo acompañado por su esposa Beatriz Gutiérrez, y dio un discurso más breve que los anteriores, que fue celebrado por los miles de asistentes, quienes lo interrumpían con consignas “es un honor, estar con Obrador”, aquél grito que se arraigara en sus seguidores cuando el desafuero.
López Obrador celebró que triunfó la revolución de las conciencias, prometió duplicar las pensiones para adultos mayores y hacer el programa universal, así como dar becas a jóvenes. Dijo no fallar, no robar ni traicionar al pueblo.
“¿Y de nosotras las maricas y las mujeres no va a decir nada? Preguntó un joven mientras escuchaba en el discurso nombrar a todas las religiones.
La fiesta popular se extendía por el Zócalo, Madero, Juárez, la Alameda y hasta el Ángel de la Independencia –en distintos momentos a lo largo de la noche-.
Cuando López Obrador terminó el discurso, mucho más breve que el emitido en el Hilton, los asistentes lo despidieron con un emotivo grito unísono “Presidente, Presidente” y se diluyeron en las calles aledañas al centro de la Ciudad. Y comenzó otra fiesta.
“Nos merecíamos otra opción, nos merecemos este gozo, nos merecemos ser felices y creer que podemos. Su obligación será regresar el mandato al pueblo y cumplir con echar atrás las reformas estructurales”, dijo Mayela Delgadillo, asistente al Zócalo.
“Vamos a mi departamento, los invito al ‘after de la democracia’ gritó un joven y una decena de personas lo siguieron hacia la calle Pino Suárez, hasta el quinto piso de un edificio antiguo, donde puso las canciones dedicadas al candidato, la del partido Morena, la de Eugenia León y hasta la del Sapito, de Belinda.
Otros más, sobre el Hemiciclo a Juárez, espontáneamente sacaron unas trompetas, saxo y batucadas y tocaron “Cielito Lindo” y algunas cumbias para alegrar a los seguidores de Andrés Manuel que salían del Zócalo. Era ya la una y media de la madrugada y en la calle aún había familias con hijos ondeando banderas de México.
Al lado de la batucada dos señoras mayores aplaudían y sostenían una cartulina blanca que decía “Salmo 41:1 Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo, lo librará Jehovà. AMLO 2018”.
“Bienaventurado quiere decir verdaderamente feliz. Así nos sentimos, verdaderamente felices”, dijo una de ellas.
“Estoy celebrando la consolidación de un sistema electoral, la posibilidad de que en México cualquier fuerza política pueda ganar si el voto así lo dice, celebro que la gente haya votado como lo hizo, independientemente de la compra de votos, de las redes sociales manipuladas en algunos casos, lo hizo libre y espontánea”, dijo Sergio López, politólogo que acudió a festejar el triunfo del tabasqueño. “Celebro además que los contendientes reconocieron de manera madura el triunfo de López Obrador y que la gente se sienta partícipe de ese triunfo, que se haga responsable de ese voto”.
En otra esquina había un mariachi tocando para los peatones, en otros más grupos de desconocidos que se abrazaban como si fueran amigos de toda la vida y se tomaban selfies con peluches de López Obrador.
La gente estaba feliz. Caminaba las calles con alegría, sabiéndose dueña de ellas. Esas calles que tantos años y tantas veces se han recorrido en marchas con rabia, con tristeza, con duelo, con reclamo, esta noche, al menos esta noche, se andaba con gozo y dignidad.
Porque si algo hizo este proceso electoral fue echar abajo esa concepción elitista que algunos tienen hacia la gente, “le doy una torta y vota, le doy fakenews y se las cree, le doy dinero y compro su voto”. Si algo hizo esta elección es darle, a quienes votaron y a quienes asistieron esta noche al zócalo, la posibilidad de decir “podemos”. Y celebrarlo.