Hernán Ortiz
Académico
Siempre me quejo de la cantidad de recursos que se gastan en Comunicación Social. El gasto en este rubro no es obligación por ley del gobierno, no obstante gasta mucho más que en cualquier otra área. ¿En qué debería gastar entonces? ¿Yo qué sé? Podría preguntarle a la ciudadanía. Sí sería complicado, pero al menos ahora tendrá que hacerlo por ley.
La Ley de Participación Ciudadana del Estado de Chihuahua, publicada el pasado 26 de junio en el Periódico Oficial del Estado dice, en resumen:
Artículo 75: El municipio gastará el 5 por ciento de los ingresos de libre disposición en forma de un proceso don de los habitantes del municipio deciden en qué se debe gastar el recurso.
Artículo 76: El gasto será en: I. Obras y servicios públicos. II. Seguridad pública. III. Actividades recreativas, deportivas y culturales. IV. Infraestructura rural y urbana. V. Recuperación de espacios públicos. VI. Medio ambiente.
Artículo 77: Para tal efecto se debe emitir una convocatoria para definir los proyectos, realizar un proceso de votación, ejecutar la obra e informar sobre la misma.
Bien, así en lugar de quejarme de lo que gasta el municipio en Comunicación Social, puedo promover mayor participación para que la gente se involucre en tomar la decisión de lo que pasa o deja de pasar en esta ciudad.
Los presupuestos participativos no son nuevos en el país, llevan al menos 21 años.
Aquí puedo reconstruir un poco la historia de estos presupuestos desde los hechos y desde los sueños. No de esos sueños que te imaginas a futuro, sino aquellos que te ayudan a escribir el pasado, como mitos y leyendas. En ese aspecto me imagino a Francisco Villarreal conociendo la manera en que las favelas brasileñas, a finales del siglo pasado iniciaron un proceso, en el cual muchas de ellas se reconfiguraron. Hacían planes de desarrollo urbano con la participación de la comunidad.
Esos planes comunitarios se convertían en planes de gobierno y cada año recibían… ¿o reciben? No lo sé, presupuesto del gobierno para poder materializarse.
Así, Villarreal impulso el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) y la moda de la participación traía por su cuenta los presupuestos participativos.
A principios de este siglo el IMIP ya empezaba a realizar planes de desarrollo barrial. En total se hicieron 11 (El Papalote, Pancho Villa, Manuel Valdez, La Presa, El Retiro, Plutarco, Socosema, Santa María, Kolping, CUI y el primero de ellos CASA) hasta la fecha son documentos públicos que bien podrían usar las comunidades para gestionar recursos para el mejoramiento de sus barrios.
Esa es la idea completa del presupuesto participativo. La gente elabora los planes de desarrollo de su comunidad, en compañía de personal especializado y cada año el municipio va dotando de los recursos para ir cumpliendo el plan.
El gobierno municipal tendrá que hacer una convocatoria. Si las comunidades no tienen propuestas claras su respuesta será como este año que se le daba a los contribuyentes del predial una lista de obras para que eligieran cuál se haría… ¿Qué pasó con esa consulta? Nadie sabe. Igual lo hizo el gobierno de Duarte cuando preguntó que se quería hacer en el predio del Galgódromo, la gente optó por un parque o bosque familiar y construyeron astas banderas para un centro de convenciones. Esas prácticas están muy lejos de ser presupuestos participativos.
Que las comunidades puedan organizarse para elaborar los presupuestos implica un ejercicio de diálogo, acuerdos y relaciones comunitarias. Lo cual no es sencillo cuando la gente ha construido su seguridad por medio de las bardas, rejas y púas.
Se puede gestionar, solicitar al IMIP la realización de planes de desarrollo barrial. Todavía quedan personas capacitadas para esta labor dentro del Instituto. Implica formas de gestión donde se le pide a la institución que haga su trabajo desde el interés d ellos vecinos de una comunidad. Muchas personas, buscan los beneficios de los recursos públicos, como el Grupo México que con dinero público construyó puentes y túneles para que los autos no le estorben al tren, en lugar de llevar el cruce a Gerónimo-Santa Teresa. Una gestión que debe ser muy distinta al clientelismo donde se pide la protección y ayuda del alcalde.
Insisto, tenemos elementos para cada vez tener una mejor democracia, entendida por este momento como la capacidad de decidir qué pasa o deja de pasar en el lugar que vivimos. Podemos dejarle esa responsabilidad al cabildo, que por sólo ha demostrado que no sabe o no quiere hacer lo que se necesita en la ciudad. Debemos tener una participación más activa y los presupuestos participativos son un medio al que el Ayuntamiento esta OBLIGADO.
Tenemos experiencia en esto.
¿Cómo han funcionado los presupuestos participativos en Juárez? Esta parte de la historia la cuento con puros hechos… Pero será la siguiente semana.
jhiiio@hotmail.com