La ruta de Occidente-Pacífico, es la más larga, costosa y con menos ayuda humanitaria para los migrantes centroamericanos que inician la travesía de cruzar México para llegar a su meta final en Estados Unidos. También está comprobado que es una ruta peligrosa, ya que en ésta han sucedido múltiples secuestros y extorsiones en los últimos tres años.
Ahora, la apuesta de la Caravana Migrante es caminar por esta ruta; con el paso de este éxodo iremos descubriendo si ésta mejoró o alteró, a la par, sabremos también cuántos nuevos riesgos enfrentarán quienes sin mirar atrás y, a paso forzado, se acercan a la pluma de seguridad más bélica del camino: la frontera norte.
Crónica: Jade Ramírez Cuevas
Fotografías: Hector Guerrero
Zona Docs
Guadalajara –Alrededor de veinte personas están aguardando en el vestíbulo del albergue más acondicionado de la Zona Metropolitana de Guadalajara, FM4 Paso Libre. En la nueva sede se percibe más calor humano y mejor organización no sólo para alimentar y dar reposo a quienes van de estado en estado por tren o autobús emigrando, sino también para ofrecer servicios de conexión a internet, ludoteca para los bebés, regaderas, dormitorios, libros, música e, inclusive, un billar para relajarse.
Estos migrantes están esperando el ingreso al albergue para poder comer, ducharse y descansar. Dos mujeres jóvenes integran el grupo de migrantes centroamericanos. En ellos se desliza hacia mí Keicy, parecía que necesitaba otro tipo de plática que no fuera repasar anécdotas recientes de los 19 días que lleva en tránsito desde que entraron a México nadando por el río Suchiate con la primera caravana que llegó a Chiapas.
Es duro esto, de verdad-, me dijo para iniciar la conversación. Yo ni siquiera había planteado la oportunidad de una entrevista, simplemente estaba esperando charlar con la encargada de Vinculación de FM4. -Lo puedo imaginar-, le respondí.
–Mire, no suelo fumar pero en esto, sólo así se tranquilzan los nervios, ¿sabe?-, se recargó en la puerta de ingreso y más que preguntas recibió de mí la escucha, quizá, más atenta que había experimentado desde que salió de Honduras a través de la convocatoria en Facebook de unirse al éxodo, a todas luces, más impactante que México ha experimentado en los últimos años.
Keicy nació en Belice pero se crió, así lo calificó, en Honduras. A sus 35 años ya tiene cuatro hijos, con los dos primeros del matrimonio sólo habla ocasionalmente. En su país, en realidad, vivía con su actual pareja y con los dos hijos que tuvo con ella. La más pequeña, de cuatro años, es la que le llena de angustia la mirada. Apenas partió hace tres semanas y ésta fue internada de emergencia para operarla de la apéndice.
–Y yo que llegué a pensar en traérmela-, suelta con larga melancolía.
–¿Tienes familia en Estados Unidos?-, pregunté.
–No, nada, ni una idea de qué hacer pero quiero ayudar a mi familia desde allá.
Los salarios que tuvo antes de salir como panadero fueron 10 lempiras a la semana. Ni un salario mínimo en México.
–¿Te apartaste en dónde de la caravana?
–En Puebla, me vine un tramo por tren y otros en raite, aventón como dicen.
Me pregunta tratando de confirmar si ésta es la ruta más segura y, en ese momento, no hay más que decir la verdad. Los datos de otros años precisan que por aquí puede haber menos riesgos que en Tamaulipas; sin embargo, aquí también que hay delincuencia organizada por todo el pacífico, aquí las vías también tienen sus lógicas alrededor de diversos grupos delictivos. Desde luego que también debía de decirle que conforme salga de Guadalajara habrá menos comedores o albergues migrantes. Le platico del uno clave en la ruta, Jesús Migrante en Nayarit.
–¿Que Tepic es cómo Belice?, me dijeron, podría quedarme ahí, pero necesito ayudar a mi familia-, se pregunta y responde solo.
Además de quienes llegaron el jueves 8 de noviembre a Guadalajara, un grupo avanzada a la Caravana Migrante que determinó el viernes, 9 de noviembre, seguir su camino por la ruta Occidente-Pacífico. Arribaron también a Jalisco otro grupo de centroamericanos que, por su orientación sexual, salieron de sus países y en cuyos planes también está el iniciar los trámites de refugio humanitario.
Como si los planetas se alinearan, el viernes 9 se aperturó Aldea Arcoíris, un albergue exclusivamente para personas tramitando refugio en México y deportados mexicanos sin proyecto para retornar a sus municipios de origen. Lo fundó Flor María de la orden Scalabrini establecida desde hace 35 años en el país para dar servicios y atención a comunidades vulnerables y con una misión migrante firme en la última década, haciendo incidencia política.
Aldea Arcoíris se ubica en el Álamo Industrial y su misión es proveer de capacitación y entrenamiento para insertar en la oferta laboral a quienes tienen abierto el litigio para permanecer en México por motivos de violencia en general o de género, pero también por oposición política y/o disidencia en sus países de origen.
Keicy traía los labios tronados, con llagas por el frío y sol, y por tantos cambios extremos en su paso por el país. -Ahí le pido si puede una oracioncita-, me dijo antes de darme la mano para despedirse y reintegrarse al grupo esperando pasar a almorzar a FM4 Paso Libre.
El paso lento de la Caravana Migrante, orilló a Keicy a seguir su camino; por ello, se adelantó con un grupo reducido de centroamericanos y lo hizo con el objetivo firme de continuar hasta los Estados Unidos, sin mirar atrás.