En El País

Los movimientos sociales infiltrados por militares




mayo 20, 2019

La infiltración de militares en los movimientos sociales en México es recurrente. El caso más reciente salió a la luz a partir de la difusión de un video referente a uno de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Con base en testimonios y recursos hemerográficos, presentamos cómo opera esta práctica en el país

Texto: Kau Sirenio
Pie de Página
Fotografías: Archivo PdP / Después de los 43

La desaparición de los 43 normalistas de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa evidenció que el Ejército mexicano, durante años, ha espiado a los movimientos sociales, estudiantiles, religiosos, guerrilleros; de periodistas y de defensores de los derechos humanos, entre otros.

La infiltración del video donde aparentemente familiares de uno de los 43 normalistas desaparecidos recibía dinero de un coronel, con el que alto mando militar intenta demostrar que el estudiante era parte del Grupo de Información Sensible (GIS) del Ejército mexicano confirma esta práctica.

Un exgerrillero, un periodista y un exmilitar corroboran a Pie de Página que, desde siempre, la Sección Segunda de la Secretaría de la Defensa Nacional ha recurrido a estas prácticas de espionajes. Fernando García, militante en los años setenta de la guerrilla del Güero Medrano, reveló que uno de sus entrenadores era espía del Ejército mexicano.

“Dentro del grupo que nos entrenaba había un doctor y un filósofo. El doctor nos enseñaba lo básico de primeros auxilios, mientras que el filósofo nos adoctrinaba. Pero con el tiempo descubrimos que (el filósofo) era un espía. Él estaba muy preparado como para no delatarse; hasta eso: daba buenas instrucciones… se hacía llamar Ulises”, afirma.

Por su parte, el periodista Jacinto Rodríguez Munguía escribió en la revista Emeequis el 19 de octubre de 2014: “Aunque eso, o la alimentación de los estudiantes, no era precisamente lo que más captaba la atención de la DFS. El informe oficial no censurado sobre la Guerra Sucia en México en los años setenta… se refiere en varias ocasiones a Ayotzinapa”.

Agrega: “En las tarjetas o fichas de la Federal de Seguridad sobre la Escuela Normal de Ayotzinapa, resguardadas en la Galería 1 del Archivo General de la Nación (y aquí se transcriben tal cual), el nombre del guerrillero Lucio Cabañas aparece sólo de vez en cuando y con alusiones indirectas”.

Antes de infiltrarse en los movimientos sociales, los reclutas recibían cursos básicos de inteligencia militar y contrainsurgencia. “Primero nos enseñan la teoría de cómo hacerse amigo de las personas que se va a espiar. Si es un sacerdote liberal a quien hay que vigilar, hay que llegar con él como cualquier feligrés, llevando una biblia y un rosario; esto ayuda a no levantar sospecha”, reveló el exsargento Roberto Durán, del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) del Ejército mexicano.

La plática con el exmilitar ocurrió en Acapulco en 2015 cuando el reportero lo buscó para conocer cantidad de batallones y guarniciones militares en Guerrero. En ese entonces el semanario Trinchera (edición 780) describió: Guerrero, el estado más militarizado del país.

En México durante el régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN), el gobierno en turno utilizó a los militares para espiar a la disidencia desde el Estado Mayor Presidencial (EMP); además, reestructuraron el sistema de inteligencia militar.

En su libro La guerrilla recurrente, Carlos Montemayor narra: “En el año de 1996 se reestructuró el sistema de inteligencia militar. El ejército había creado la Escuela de Inteligencia y el Servicio de Inteligencia para reforzar la cultura de la información y contrainformación como parte vital del adiestramiento castrense en el nivel de jefes y oficiales. Durante el mes de junio de ese año, la antigua Escuela de Grupos de Comando cambió su nombre por el de Escuela Militar de Inteligencia, la cual, a su vez, formaría ahora parte del Centro de Estudios del Ejército y la Fuerza Aérea”.

***

En aquellos años, después burlar el cerco militar en la Sierra de Oaxaca, Fernando García llegó al sur de Missouri para emplearse en las polleras de Tyson. Allí se estableció con su familia desde hace cuatro décadas; y desde entonces nunca había hablado con periodistas, y menos con los mexicanos de las razones que los llevaron a emigrar a Estados Unidos.

“El Güero no llegó allí; supimos que se fue a la sierra y de ahí a Valle Nacional, pero en la selva, y nosotros seguimos caminando hasta llegar al rancho La Primavera para recibir los cursos. Ya no supimos nada del Güero; después, los compas que nos impartían los cursos nos dijeron lo que había pasado”, recuerda.

Fernando mantiene vivas otras anécdotas de cuando se preparaba como recluta a miliciano de la guerrilla del Güero Medrano. Mientras escarba en la memoria, toma café a sorbos sin soltar la taza, y su mirada parece destellar mientras desmenuza poco a poco retazos de la historia que guardó durante muchos años.

“Ulises era militar; se infiltró a la célula para hacer un registro de todos los que andábamos ahí. Estoy seguro de que esperaban que todos llegáramos para que nos detuvieran, pero les falló porque el Güero ya se había escapado. El compañero Ramón era el correo de Lorenzo Medrano, él era el enlace y tutor de la capacitación”, narra.

Agrega: “Ramón, también conocido como El Tianguis, nos designaba trabajo… era más de estudio de conciencia… hacíamos labores comunitarias. Además, perdimos comunicación con el Güero; ni el Tianguis tenía contacto con él. Tiempo después llegaron a la comunidad militares a detener a varios compañeros. Agarraron a una compañera, al hermano del Tianguis. Nosotros salimos como pudimos, porque el pueblo estaba rodeado de soldados, así que nos disfrazamos de campesinos para salir de ahí”.

Ese día que el Ejército rodeó a la comunidad que era base de la guerrilla del Güero Medrano, Fernando y otros compañeros se la ingeniaron para romper el cerco militar.

“Ensillamos un burro; nos vestimos con ropa que los señores nos prestaron; luego, tomamos una hacha y machetes como si fuéramos a la leña; así pasamos al primer retén militar. Lo bueno es que no nos interrogaron”.
Fernando recuerda que en ese entonces el Güero Medrano estaba impulsando el Partido Proletario Unido de México, mientras que la pequeña célula trabajaba en un periódico clandestino llamado El Comunero que distribuían entre universitarios, normalistas, campesinos y obreros, principalmente en Oaxaca.

En el artículo “Infiltrados y provocadores”, publicado en el diario La Jornada el 27 de noviembre de 2014, Octavio Rodríguez Araujo asegura: “En la época del inicio de las guerrillas de hace 50 años el Ejército mexicano infiltró al ex capitán Lorenzo Cárdenas Barajas. Este personaje no sólo se ganó la confianza de varios grupos guerrilleros sino que incluso entrenó militarmente a varios de ellos, al mismo tiempo que les daba información falsa y suministros militares inútiles (granadas, por ejemplo). Por esta información falsa, concretamente sobre el número de soldados que había en el cuartel de Madera el 23 de septiembre de 1965, fue que el Grupo Popular Guerrillero (GPG) fue derrotado. Hubo otras razones que no viene al caso comentar en este espacio, pero esa información hizo que Arturo Gámiz, Pablo Gómez Ramírez y otros murieran en su intento”.

Tres semanas después de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, Jacinto Rodríguez hizo un recuento del espionaje de que fueron objeto los estudiantes de esa escuela. “Los reportes de la vida cotidiana, los conflictos internos, sus causas sociales, sus ideas, asambleas, marchas, huelgas, y hasta manuales de buena conducta, son una constante en las cercas de 200 tarjetas informativas que se encuentran en los archivos de la Dirección Federal de Seguridad (SDF) sobre aquellos años sucios en Guerrero”, detalla.

Tarjeta 1.954-Feb-2:
El foco de militantes comunistas del PP se encuentra en esa escuela, quienes en una ocasión declararon en huelga, tirando el retrato del Presidente y poniendo en su lugar el de JOSE STALIN…

Dic-31-59.- El día 29 de los corrientes llegaron a México D.F. Benito García Méndez, y otros estudiantes de esta escuela para entrevistarse con Manuel Ortega Cervantes, con miembros de la Embajada de Cuba, con Marcina Rabadán y el prof. Darío López Carmona, el citado García Méndez es portador de propaganda en la cual se critica y ataca duramente al PRI. Existe descontento en contra del Gober. Raúl Caballero Aburto, por lo que estos líderes estudiantiles se preparan a combatirlo.

Tarjeta 32. 18-Ago-69:

El 16 actual el Gral. Juan Manuel Henrique (sic) Rodríguez. Comdte de la 27/a Z.M ordenó la vigilancia a la normal Rural de Ayotzinapan (sic) pues se rumoraba que los alumnos pretenden efectuar asamblea.

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El 17 del actual la asamblea de los estudiantes de esta escuela que se había citado se suspendió al notarse la presencia del ejército el que el día 16 a las 18:00 hs llegó a la población con el objeto de evitar el acto de referencia. No obstante lo anterior, el domicilio de se hiba (sic) a realizar la asamblea se dijo que se reunirán en Atoyac de Álvarez en la casa de Ramiro Onofre Gudino, estudiante de la normal de Ayotzinapa. Grupos de estudiantes de que se acercaban al poblado de Ticul (sic) compuesto por 4 y 5 de ellos, fueron detenidos por órdenes del Gral. Juan Manuel Henrique… Como se indica anteriormente, en el domicilio que se llevó a cabo la reunión se acordó formar brigadas de orientación para visitar a núcleos de campesinos de la región de Casa Grande, tratando también de recolectar fondos para continuar con su movimiento y se acordó igualmente la distribución de propaganda, pegas de la misma, pintas…

Roberto Durán llegó apresurado a la cita. Tenía años que había desertado del Ejército Mexicano, o al menos eso dijo en la conversación de más de dos horas con el reportero, en la que habló de todo lo que sabe de la vida militar, de cuando subían a la sierra, de las comisiones a la Ciudad de México y de su entrenamiento como GAFE.

Durante la entrevista, Durán deja entrever cierto temor y desconfianza. Antes de soltar los datos voltea a su alrededor, baja la voz e inclina la cabeza, como si se escondiera.

“A nosotros nos entrenaron los oficiales que tomaron cursos en Guatemala, los culeros siempre presumían que venían de la mejor escuela militar de América, a veces hasta decían que eran los kaibiles”, suelta.

El exmilitar habla del adiestramiento que recibió en Petatlán por oficiales egresados del Curso Internacional de Adiestramiento y Operaciones Especiales Kaibil, como tropa: “Nos enseñaron de todo, desde explosivos hasta espionaje e inteligencia militar”.

Agrega: “El entrenamiento fue difícil, porque son meses que nos tienen encerrados para recibir la teoría de cómo espiar y a quienes hay que vigilar.

Nos mandaban a las marchas; ahí nos hacíamos pasar como vendedores de fritangas, refrescos y comida. A veces nos íbamos de indigentes; ahí usábamos ropa sucia; lo que importaba era vigilar las actividades de las personas; así podíamos estar esperando en la entrada de una iglesia, banco, escuela o parques”.

Todavía no termino la pregunta, y Roberto suelta a bocajarro otros detalles de su entrenamiento militar: “Hasta dónde sé, muchos compañeros consiguieron ser universitarios para poder espiar desde adentro de la universidad; otros se fueron de médicos comunitarios para observar a los campesinos. Esto no es difícil, lo complicado es cuando hay que cuidar los pasos de personajes de la política, porque ahí uno debe de tener muchas habilidades para ganarse la confianza de ellos”.

El secretario de la Defensa, Hermenegildo Cuenca Díaz, diseñó y operó su primer Plan de Operaciones de contrainsurgencia en marzo de 1971 y lo denominó Operación Telaraña o Plan Telaraña. El Plan definía que la “actuación de los elementos militares se regirá por la observancia y aplicación de procedimientos de operaciones irregulares en su aspecto relativo a contraguerrillas”.

Sin embargo, con este plan se instauró el espionaje militar en México y se recrudeció la desaparición forzada y la violencia en los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, pero vendrían las Operaciones Amistad y Los vuelos de la muerte.

Fuentes periodísticas de esa época citan que Los vuelos de la muerte se hicieron constantes en 1976. Del total de treinta vuelos denunciados, 19 se hicieron durante el periodo de Echeverría; cuatro, en 1975 y quince en 1976.

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