Fue en la década de los 40 del siglo pasado cuando Germán Valdés saltó a la fama en la pantalla grande con un traje de pantalón holgado, ceñido en la cintura y en los tobillos, un saco largo con amplias solapas y altos hombros, acolchados a la moda Zoot Suit, así como un sombrero italiano con una pluma de pavo real, tirantes y largas cadenas al costado.
Juan de Dios Olivas
Apuntes Políticos
Uno de los hijos por adopción de Ciudad Juárez, que saltó a la fama en la época del cine dorado mexicano, es Germán Genaro Cipriano Gómez Valdés Castillo, mejor conocido a nivel nacional como Tin Tan.
“Wáchelo efectivamente, fíjese…”, “Ese jefito, ¿cómo le babea?” “Ta suave jefe, ta suave, ¿cómo se ha centígrado?” “¡No me estiren!, ¡no me estiren que no soy presupuesto!”, fueron algunas de sus frases que plasmó en decenas de películas.
Fue en la década de los 40 del siglo pasado cuando el “Pachuco de Oro” saltó a la fama en la pantalla grande con un traje de pantalón holgado, ceñido en la cintura y en los tobillos, un saco largo con amplias solapas y altos hombros, acolchados a la moda Zoot Suit, así como un sombrero italiano con una pluma de pavo real, tirantes y largas cadenas al costado. Zapatos estilo francés en blanco y negro le daban el toque final.
Esa imagen y lenguaje con clara influencia de la cultura estadounidense, pero muy al estilo chicano, se fusionaron en la personalidad del cómico que sería plasmada primero en la película “El hijo desobediente” (1945), después en “Hay muertos que no hacen ruido”, “Con la música por dentro” (1946), “El niño perdido” y “Músico, poeta y loco” (1947), “Calabacitas tiernas” (1948) y más de 30 películas más.
Pero antes de ser Tin Tan y saltar a la fama, para los juarenses Germán Valdez fue conocido como “La Chiva” o “Topillo Tapas”, apelativos con los que inició aquí su trayectoria en la estación de radio XEJ y con los que aún se le recuerda en los viejos barrios de la ciudad por donde anduvo.
“Se juntaba con algunos de los más elegantes y connotados pachucos de California que se reunían en los barrios de Bellavista y el Cuauhtémoc, que fue el suyo… Uno de sus queridos amigos de esa onda, un pachuco elegantísimo apodado ‘El longo lilongo’, fue el que le pulió su forma de bailar”, recuerda Mauro César Guerrero en su libro “Don Mauro, reflexiones, relatos y cuentos, caja negra de un andariego”.
En su Juaritos, como le decía, su imagen quedó inmortalizada en dos esculturas, una en el Mercado Juárez y otra en el borde de una fuente en la Plaza de Armas, lugares donde seguramente estuvo en alguna ocasión y son visitadas a diario por sus fans para tomarse fotos con él.
‘TOPILLO TAPAS’
Germán Genaro Cipriano Gómez Valdés Castillo, nació el 19 de septiembre de 1915 en la Ciudad de México, pero arribó a la frontera en 1927 a los 12 años, luego de que su padre, Rafael Gómez Valdés Angelini, por cuestiones de trabajo, trasladara a su familia primero a Veracruz y posteriormente a Ciudad Juárez.
Cuenta una anécdota relatada por su hija Rosalía Valdés Julián al periódico El Universal (publicada el 27 de agosto del 2010), que el bautizo de Tin Tan se llevó a cabo como si se tratara de una escena de sus futuras películas, pero en forma espontánea.
La familia no se ponía de acuerdo con el nombre que le darían. La abuela proponía que su nieto llevara un nombre de origen italiano, pero la madre no lo aceptaba.
En plena ceremonia de bautizo, al momento de que el sacerdote pregunta el nombre que llevará el niño, la abuela lo arrebata a su madre y grita: “¡El nombre del hijo de mi hijo será Germán!”.
La madre, lo vuelve a tomar y se genera un forcejeo donde el ropón del bebé se rasgó dejando al niño descubierto de la cintura para abajo.
“¡Mi hijo se llamará Genaro Cipriano!”, dijo la madre en el momento en que el pequeño bebé comenzaba a orinar, salpicando al cura.
La mamá, apenada, cambia de lado al bebé, salpicando ahora a la abuela y demás familiares presentes en la iglesia.
Entonces el sacerdote gritó: “¡Hoy queda bautizado este niño por la santa iglesia, en la Ciudad de México y en presencia de todos ustedes, bajo el nombre de Germán Genaro Cipriano Gómez-Valdés Castillo”!
Sin embargo, el nombre por el cual habría de ser conocido a nivel nacional estaba lejos de aparecer.
Al llegar a Ciudad Juárez, el futuro cómico seguiría su educación sólo hasta la preparatoria, la cual dejó inconclusa.
Debido a esto último, don Rafael, al percatarse de que su hijo no tenía vocación para seguir estudiando, pidió a su amigo, el empresario Pedro Meneses Hoyos, que le ayudara para que su hijo no anduviera de vago y que lo pusiera a hacer algo en la estación de radio de su propiedad.
Era el año de 1934 y Germán Valdés empezó a trabajar en la XEJ, barriendo, de mandadero, ayudante, pegando etiquetas a los discos.
Su talento pronto quedaría de manifiesto cuando en una ocasión se estropeó el micrófono y tras ser reparado, le pidieron que lo probara para verificar su funcionamiento.
“A mí me pasaron la orden. Entonces empecé a cantar imitando a Agustín Lara; el señor Meneses creyó que se trataba de un disco del gran jarocho. Y nada, que era yo haciendo mis payasadas”, relató en una ocasión el mismo cómico a periodistas que lo entrevistaron.
Meneses, al darse cuenta de que Germán era el autor de la canción que confundió, lo integró a su repertorio y le brindó espacios en la radio donde adoptó el sobrenombre de “La Chiva”.
Ahí, pronto logró su propio programa que se llamaría “El barco de la ilusión” y al tiempo adoptó el nombre artístico de “Pachuco Topillo Tapas”, a propuesta del mismo empresario.
‘EL CHUCO’
A principios de 1943, Paco Miller (Edmundo Jijón –nombre verdadero–) y Jorge Maulmer conocieron el trabajo del cómico y lo invitaron a integrarse a una gira por Estados Unidos y diferentes ciudades de México.
El cómico aceptó y pidió un patiño. Los empresarios le enviaron recomendado a Marcelo Chávez, quien se convertiría en su “carnalito” y le acompañaría en sus más célebres producciones cinematográficas.
¿Usted inventó lo de Tin Tan?, le preguntó en una ocasión Abraham Zabludovsky al empresario Paco Miller en su programa Contrapunto en 1987.
“No lo inventé, yo saqué a Tin Tan de Ciudad Juárez”, respondió.
Recordó que entonces terminaba una gira en México con artistas y cómicos y se disponían a emprender una nueva etapa en Estados Unidos.
Sin embargo, el cómico principal renunció debido a que, aunque era mexicano, tenía la ciudadanía estadounidense y había sido llamado a prestar servicio militar para combatir en la Segunda Guerra Mundial.
Entonces Miller se vio obligado a buscar un sustituto.
“Alguien me dijo que en la XEJ hay un locutor que tiene un programa que se llama El Barco de la Ilusión, muy simpático, muy cómico, anda ve a verlo y lo fui a ver un día miércoles, porque los miércoles pasaba este programa, que era en auditorio, y me metí entre el público”, refiere.
El empresario de espectáculos quedó fascinado con el cómico juarense.
“Tenía una cosa que cantaba él, que tenía que corear el público, que decía ¡América!, ¡América!, ¡viva América!, ¡viva América! y entonces el público le decía ¡Chiva! Me gustó mucho y le hice la propuesta, me dijo sí, pero yo necesito un patiño”, agrega.
“¡Cómo no, yo tengo un patiño!, (entonces) Marcelo Chávez tenía año y medio trabajando en mi compañía, era el director de escena y le dije: vamos a traer un cómico, ponte de acuerdo con él, es el ‘Pachuco Topillo Tapas’”, relata.
Con “Topillo Tapas”, la compañía de Miller se presentó en El Paso, Texas (El Chuco, como decía él), luego en el teatro Madison Square Garden y en Los Ángeles, California, en los momentos en que existía un rechazo a los chicanos y la Policía reprimía a los pachucos. El éxito fue rotundo.
De regreso a México, otra faceta sería explotada, la de cantante, agrega Miller.
“De ahí nos fuimos a Nogales y un día me dijo Marcelo: Tienes tiempo, quiero que vengas al camerino, quiero que escuches una canción y agarró Marcelo la guitarra”.
“Y me cantaron, Wata ti taratara ta, le noté una cosa tan bonita, un ritmo tan precioso que le pedí otras tres canciones y les dije: en Guadalajara las van a presentar”.
En Guadalajara debutó en el Teatro Alameda con un traje de pachuco color celeste.
“Cantaron tres canciones que eran las únicas que tenían y el público de pie les pedía seguir cantando. Ellos tuvieron que cantar la misma canción, “En los bosques de la China…”.
NACE TIN TAN
En noviembre, debutaría en la Ciudad de México en el Teatro Esperanza Iris donde se vio obligado a cambiar su nombre artístico debido a que otro actor reconocido portaba el nombre de Topillos.
Ahí, el empresario, le convence de adoptar el nombre de Tin Tan, el cual acepta con un poco de recelo al afirmar que la gente diría que es el hijo de una campana.
–Tú a partir de hoy no te vas a llamar Pachuco Topillo, te vas a llamar Tin Tan, le dijo Miller al cómico.
–¡No me pongas eso…! le contestó para después aceptar.
Pero, con Tin Tan creció el éxito. Se vendían los boletos con seis días de anticipación.
“La gente salía comentando, ¡qué maravilloso hombre, ¡qué maravilloso, no le entendemos, pero qué maravilloso!”, dice el empresario.
Miller conoció otra cara de Tin Tan, la humana.
“Y era grandioso, afuera del teatro cuando salía, se le juntaba mucha gente y le decían: Chiva, soy de Juárez y empezaba a repartir su dinero. Yo lo vi en una noche repartir todo su dinero y luego decirle más tarde a Marcelo: Marceliano, dame para cenar”, recuerda.
Además de imitador, cantante, locutor, comediante y escritor radiofónico, en la Ciudad de México mostraría nuevas facetas como actor, guionista y director.
En 1945 Tin Tan protagonizó su primera película, “El hijo desobediente”, después vendrían 30 películas más.
Finalmente, el 29 de junio de 1973, un coma hepático terminaría con su vida en la Ciudad de México, pero en Juárez seguiría viva su leyenda, sobre todo, cada vez que alguien se sienta a su lado en la Plaza de Armas o toma una foto a su escultura en el mercado Juárez.
“¡Diantre de chiquito picoso, ha de ser hijo de Tun Tun!”, parece decir.
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FUENTES: http://docentes2.uacj.mx; escritores.cinemexicano.unam.mx ; Tin Tan, un retrato en cinco anécdotas, El Universal, 27-agosto-2010; Tin Tan, estrafalario cómico y famoso, en El Siglo de Torreón, 29-junio-2010; ; Don Mauro, reflexiones, relatos y cuentos, caja negra de un andariego