Opinión

Caso Lozoya: remojar las barbas




febrero 15, 2020

“Cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar”. Un viejo refrán que en estos días resume la vida de varios exfuncionarios, amigos y colaboradores de Enrique Peña Nieto. La señal del barbero es Emilio Lozoya Austin, exdirector de Pemex y el primer mexicano en la red de corrupción por el caso Odebrecht que es detenido

Alberto Najar
@anajarnajar

Emilio Lozoya Austin “no se mandaba solo”. La frase es de Javier Coello Trejo, abogado del exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex) detenido en España.

Lo dijo en varias entrevistas en la radio. Se repitió en redes sociales de internet. El objetivo se cumplió.

El experimentado “Fiscal de Hierro”, como se le conocía en los años 90, mandó el mensaje clave en el momento indicado. Ya lo había dicho aunque los destinatarios parecieron ignorar el tema.

A Lozoya Austin, uno de los amigos más cercanos del expresidente Enrique Peña Nieto, se le acusa de recibir sobornos por al menos 10 millones de dólares de la constructora multinacional Odebrecht.

También está involucrado en la compra irregular de Agronitrogenados, un complejo industrial en ruinas para supuestamente producir fertilizantes.

Fueron decisiones en las que, legalmente, debió intervenir o al menos enterarse Peña Nieto, su jefe directo. En términos jurídicos al exmandatario se le podría vincular en el juicio contra su amigo.

Eso difícilmente va a ocurrir. El mensaje del polémico abogado es que su cliente no caerá solo. Si se hunde le acompañan varios. Y entre esos no se encuentra el mexiquense Peña, sino otro: Luis Videgaray Caso.

A Peña Nieto la Constitución le protege porque los expresidentes sólo pueden ser juzgados por delitos graves, como traición a la patria, y eso únicamente si el Congreso le retira el fuero.

No es el caso del exsecretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, quien en su momento fue el personaje más poderoso del gobierno anterior.

Videgaray fue la autoridad superior en el Consejo de Administración de Pemex, donde se autorizó la compra de Agronitrogenados.

Pero también fue el coordinador de la campaña electoral de Peña Nieto, responsable de supervisar no sólo la agenda del candidato presidencial sino el origen y destino del financiamiento que se recibía.

Una de las hipótesis más socorridas es que parte del dinero de Odebrecht se utilizó en publicidad, compra de votos, acarreo para los mítines y el sinfín de tareas tan comunes en la estrategia del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

En otras palabras, el expoderoso personaje fue actor central en la trama de estos días. Para él es una parte del mensaje que implica la captura de Lozoya pero no es el único.

Desde los tiempos en que fue gobernador del Estado de México a Peña Nieto le acompañó un compacto equipo de confianza dedicado, entre otros asuntos, a garantizar el buen camino de los negocios al amparo del gobierno.

Un ejemplo es Gerardo Ruiz Esparza, el controvertido secretario de Comunicaciones y Transportes a quien se vincula con escándalos de corrupción con contratos de obra pública.

O Pedro Joaquín Coldwell, exsecretario de Energía y presidente del Consejo de Administración de Pemex en los tiempos de la polémica compra de la planta de fertilizantes.

Ellos, y otros personajes, forman parte de una especie de línea de fichas de dominó en riesgo de caer, una tras otra, tras la captura de Emilio Lozoya.

Porque más allá de los procesos judiciales en el escándalo hay un elemento político. La bandera central en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador es el combate a la corrupción.

Su primer año de gobierno ha sido intenso, lleno de algunas polémicas reales y muchas inventadas. Pero los primeros síntomas del desgaste empiezan a notarse.

Una de las críticas más frecuentes es la falta de resultados, el exceso de retórica frente a crisis postergadas o no resueltas. Una de ellas el tema de la corrupción.

Hasta hace unos días en la estrategia para limpiar el gobierno no aparecían los peces gordos. Pero ya cayó uno. La red que sacó a Lozoya de las aguas tranquilas de la impunidad es amplia.

Caben muchos. No son pocos quienes deberían revisar la humedad de sus barbas. Porque las del vecino empezaron a cortarse.

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