Opinión

¿Ciencia Neoliberal? Agárrense, viene la Ciencia Ultranacionalista Iliberal de Trump




abril 25, 2020

La lógica mercantil del Nacionalismo Iliberal bajo Trump es aún más perversa que la del neoliberalismo globalizador. Esto ha quedado palpable con la salida de EEUU de la OMS y su aislamiento y abandono de cualquier forma de liderazgo para afrontar el Covid-19

Eduardo Barrera Herrera

La Directora del CONACYT, María Elena Álvarez-Buylla armó revuelo entre opinólogos y twitteros no muy duchos en materia de filosofía de la ciencia cuando utilizó el término “Ciencia Neoliberal”. Esto fue un gran shock para quienes siguen estancados en las visiones decimonónicas comteanas de una ciencia objetiva y libre de valores.

Hay varias lecciones que aprender de esa filosofía de la ciencia que perdura en el imaginario colectivo, sobre todo por su pretendido universalismo, como apuntó Leopoldo Zea. Irónicamente, el positivismo devino religión y en Brasil, Argentina y Chile se fundaron templos de la “Religión de la Humanidad” positivista, como antes su predecesor el Sansimonismo se convirtió en religión.

Hasta la fecha, el lábaro patrio de Brasil luce abreviados los lemas “El amor por principio, el orden por base y el progreso por fin” y “no hay orden sin progreso ni progreso sin orden” de Augusto Comte en su Curso de Filosofía Positiva.

El positivismo, supuestamente antidogmático, se volvió aún mas dogmático en América Latina que en Europa. Como dijo Juan Bautista Alberdi, “La América practica lo que piensa Europa”. La moda filosófica llegó a México traída de París por Gabino Barreda, discípulo de Comte y seguido a su vez por Justo Sierra, Andrés Molina Enríquez, Ezequiel Chávez y otros. Por ello, el gabinete de los “Científicos” del Porfiriato pretendían haber superado el dualismo liberalismo/conservadurismo que correspondería a un Estado Metafísico, mientras que ostentaban al porfiritato como el Estado Positivo de los expertos.

Hay toda una serie de Filósofos de la Ciencia que por más de un siglo han derrumbado la mitología positivista. Windelband y Dilthey desde 1894 y Rickert en 1910 iniciaron la demolición del monismo metodológico positivista. En 1937, Max Horkheimer hace lo propio con el Positivismo Lógico del Círculo de Viena centrando su crítica en la cuestión de una ciencia libre o no libre de valores (Werturteilsstreit) en las ciencias sociales.

En los 60s, continúa la demolición por parte de la teoría crítica con la disputa entre Adorno y Popper (Positivismusstreit), continuada posteriormente por Habermas y Albert. Adorno argumentó que las ciencias no son neutrales ya que siguen una serie de convencionalismos y que las fuerzas del mercado determinan la calidad de los hechos y los constructos intelectuales. Señaló que la tradición en las universidades estaría atada a las fuerzas productivas.

Kuhn hace eco de Adorno y apunta que un científico trabaja dentro de un marco históricamente dado. Atesta un revés devastador a la filosofía positivista y al racionalismo crítico de Popper, los cuales sostenían que las ciencias naturales avanzaban de manera acumulativa. Esa narrativa de progreso continuo es rebatida por Kuhn al demostrar como la física, la astronomía y la química no se desarrollan linealmente, sino a través de las rupturas de las revoluciones científicas de los paradigmas.

En los setentas se da la crítica más demoledora por parte del anarquismo epistemológico o dadaísmo metodológico de Feyerabend, el más irreverente de todos los filósofos de la ciencia. Feyerabend tenía una postura radical en contra del método científico, y señalaba que la violación de las reglas metodológicas la fuente más fructífera de descubrimientos relevantes. Aceptó que “la ciencia nos liberó de los tabúes religiosos… en la actualidad se ha convertido en parte del status quo y se ha vuelto tan opresiva como lo fue en su tiempo la iglesia”. Por ello, Feyerabend plantea que es necesaria la separación de la ciencia como sistema oficial de conocimiento y el Estado.

Los ochentas son escenario de la aparición de los Estudios de la Ciencia de Latour, Knorr-Cetina, Haraway et al. que exhiben a las ciencias naturales y los estudios de laboratorio como caracterizados mas por el éxito de los resultados que por la falsación o la verdad y los productos científicos como generados por una fabricación “cargada de decisiones” y que mas que neutralidad, hay una intersubjetividad metodológica.

En los noventas, la epistemología feminista de Harding, Martin, Haraway, et al. cuestionó tajantemente una racionalidad universal y la supuesta neutralidad y objetividad de la ciencia, afirmando que ls propis científicos*s deben ser “conscientes y explícitos en cuanto a su carácter históricamente y socialmente situados” si pretenden tener una “objetividad fuerte”.

Ya en el siglo 21, la objetividad y neutralidad de la ciencia es rematada por las Epistemologías del Sur, desde donde Boaventura de Sousa advierte que “la comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo” y que “la gran diversidad queda desperdiciada porque, debido al conocimiento hegemónico que tenemos, permanece invisible”.

Las palabras de Boaventura de Sousa sirven como bisagra para pasar de las consideraciones acerca de la ciencia pura a la ciencia aplicada, donde el tema de la politización se torna mas evidente y grave. Ha habido proyectos que han pretendido hacer un puente con tradiciones no occidentales, sobre todo en la medicina. UNAM anuncia que establecerá una Escuela de Medicina Iotonaca. Como parte de la Revolución Cultural, Mao intentó integrar la medicina tradicional china con la medicina alopatía en el programa de Médicos Descalzos. El programa tuvo la fuerte limitación de no haber sorteado la inconmensurabilidad exitosamente y subordinó la acupuntura y herbolaria tradicional a la lógica de la alopatía.

Durante el Covid-19, los médicos cubanos que recorren el mundo son producto de un sistema de medicina y salud pública que Fidel tuvo que reiniciar desde cero a partir de que EEUU intentó abortar la revolución sacando todos los médicos y agrónomos de la isla. Fidel estableció el actual sistema de Policlínicos en cinco niveles y un sólido programa de Investigación y Desarrollo que ha producido hasta curas para el cáncer. El proyecto de “Che” Guevara era aún más ambicioso porque aspiraba a integrar la medicina occidental con los saberes locales tradicionales.

Es a esto a lo que se refiere Álvarez-Buylla con “la dependencia tecnológica, baja eficiencia en innovación, transferencias millonarias al sector privado cuando habla del “abandono de la ciencia básica y un sector privado que, hasta ahora, ha aportado una proporción muy baja al presupuesto de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) nacional. El término ha sido utilizado en la academia por investigadores como Eduardo Lagner, quien lamenta que la “la ciencia y la actividad de investigación universitaria no han escapado a los avances de la lógica mercantil que invade progresivamente más y más ámbitos de la vida colectiva”.

Esa lógica mercantil ha sido palpable en México por la forma en que los últimos tres sexenios, Conacyt no financiaba investigaciones en ciencias naturales o sociales si no estaban vinculadas con el sector productivo.

Las graves consecuencias de la lógica mercantil son sentidas no solo en el Sur Global, sino en el propio Norte Global. En los EEUU se han subsidiado y fomentado monopolios o cárteles de investigación desde la RCA hasta la DARPA. También se han autorizado numerosas substancias y productos sin la debida investigación sobre su inocuidad por la USDA y la EPA con el objetivo de beneficiar grandes corporaciones como Halliburton, DuPont y Monsanto. La lógica mercantil del Nacionalismo Iliberal bajo Trump es aún más perversa que la del neoliberalismo globalizador. Esto ha quedado palpable con la salida de EEUU de la OMS y su aislamiento y abandono de cualquier forma de liderazgo para afrontar el Covid-19.

El término iliberal acuñado por Zakaria y teorizado por Grossberg se refiere a políticas nacionalistas definidas por la mayoría y sin derechos de las minorías, así como el rechazo del pluralismo político.

El desarrollo y producción autóctono de respiradores artificiales creación de la Escuela de Medicina Totonaca y otros indicios pueden marcar una nueva época para los científicos mexicanos aún dentro de un sistema capitalista, pero ya tocado por este Cisne Negro… o Verde.

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