La nube de polvo proveniente del desierto de África trae consigo nutrientes que fertilizan la Amazonía y benefician los océanos, pero también tiene efectos adversos en la salud de las personas y puede transportar patógenos que afectan a los corales
Yvette Sierra Praeli / Mongabay Latam
En las últimas semanas, una nube de polvo ha cubierto varios países del continente americano. Se trata de la llamada nube de polvo del Sahara, un evento anual que se presenta a partir del mes de junio y puede extenderse hasta setiembre.
El evento meteorológico consiste en el viaje de toneladas de polvo proveniente del desierto africano que atraviesa el Océano Atlántico hasta alcanzar América, principalmente Centroamérica, México, el sur de Estados Unidos y el norte de Sudamérica.
Según los científicos, esta nube de polvo puede afectar la calidad del aire en los lugares a los que llega, pero también juega un papel importante en la fertilización de los suelos de la Amazonía y las playas en el Caribe.
Las imágenes satelitales registradas por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) muestran que esta gran nube de polvo sahariano empezó a cruzar el Atlántico el 13 de junio. En ese momento su extensión superaba los 3000 kilómetros, pero hacia el 24 de junio estaba por encima de los 8000, reporta el organismo estadounidense.
Aunque se trata de un evento recurrente, este año llamó la atención de la comunidad científica la gran dimensión de la nube de polvo. “Es la primera vez que se ve desde el espacio que el evento alcance esa magnitud. Es una meganube. No se veía algo así hace 50 años”, dice Sidney Novoa, director de Tecnología para la Conservación en la organización Conservación Amazónica (ACCA), que ha desarrollado un aplicativo en línea para detectar fuegos en Bolivia y que ahora está siguiéndole los pasos a esta gran nube.
Los efectos del polvo del desierto africano
La capa de polvo se ha visto en ciudades de Venezuela, Colombia, Surinam, Guyana, Nicaragua, Cuba, Puerto Rico, Barbados, Trinidad y Tobago, Jamaica, Panamá, República Dominica y México, entre otros lugares del continente y actualmente se encuentra en el sur de Estados Unidos, según reportes meteorológicos.
“En el norte de África periódicamente ocurren enormes tormentas de polvo y arena, que llegan hasta alturas de 6000 metros, a las capas medias de la troposfera”, explica Luis Vargas, coordinador del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, en la Región Los Andes, en Venezuela, y agrega que son los vientos alisios los responsables de trasladar ese polvo a través del Atlántico hasta nuestro continente.
Lo particular que tiene el evento de este año —continúa Vargas— es la enorme concentración de polvo. “Normalmente, cuando ocurre este evento, hasta el norte de Venezuela llegan concentraciones de entre 50 y 100 microgramos por metro cúbico. En esta oportunidad, la densidad del evento llegó a registrar valores por encima de los 200 microgramos por metro cúbico”, explica Vargas.
Luis Ladino, investigador titular del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica que este evento ocurre dos veces durante el año. El primero va de febrero a abril y el segundo de junio a setiembre.
Ladino también explica que hace varias décadas no se veía el evento en esta magnitud. “Ni en área ni en cantidad de elementos particulados. Estamos haciendo un monitoreo en tiempo real [en el observatorio atmosférico de la ciudad de Mérida], pero aún no sabemos por qué ahora se ha presentado con mayor intensidad”.
El experto de la UNAM señala que, normalmente, el polvo del Sahara llega a la Amazonía durante la primera ocurrencia del evento del año. “Veíamos que cada año, durante febrero, marzo y abril llegaba esta nube de polvo a Venezuela, Colombia y Ecuador”. Ladino también cuenta que los vientos del Orinoco arrastran este polvo y lo introducen dentro del continente, superando así la barrera de las montañas que naturalmente impiden su paso.
El científico explica que los minerales que carga el polvo del Sahara funcionan como nutrientes para los suelos que los han perdido como consecuencia de una práctica excesiva de la agricultura, así como para los océanos. “Trae hierro, que es importante para el fitoplancton y de mucho beneficio para los océanos”.
“A escala mundial, el polvo africano es conocido como una de las principales fuentes de partículas de polvo mineral, ya que pueden transportarse de manera eficiente a diferentes partes del planeta”, dice el estudio —actualmente en revisión— Partículas de polvo africano en el Caribe occidental Parte I: impacto en la calidad del aire en la península de Yucatán, que tiene entre sus autores a Ladino. “Varios estudios han sugerido que la Península de Yucatán podría verse influenciada por tales partículas”, se indica en la investigación.
El polvo sahariano tiene sus impactos positivos, pero también tiene su aspecto negativo —continúa Vargas— quien explica que sirve de fertilizante de los ecosistemas acuáticos y terrestres de varias zonas del planeta como sucede en la selva Amazónica.
Vargas explica que este polvo se compone en gran medida de roca triturada, muy fina, compuesta por diferentes elementos químicos como el fósforo y el nitrógeno, que constituyen nutrientes beneficiosos para la tierra y sirven de abono para la vegetación. También favorece al ecosistema marino.
“Según estudios de la NASA, cuando el polvo cae en el océano, las partículas más livianas se quedan en la zona donde están los microorganismos como el fitoplancton o bacterias animales, que ayudan a liberar sus nutrientes”, comenta Vargas.
El reporte de la NASA publicado en su website el 19 de junio señala que “ese polvo ayuda a construir playas en el Caribe y fertiliza los suelos en el Amazonas”, pero también puede afectar la calidad del aire en América del Norte y del Sur.
El artículo científico denominado Tormenta del Sahara: naturaleza y consecuencias, señala que el Sahara produce más polvo del suelo eólico que cualquier otro desierto del mundo, y que este tiene un impacto importante en los procesos climáticos, los ciclos de nutrientes, la formación del suelo y los ciclos de sedimentos. “Estas influencias se extienden mucho más allá de África, gracias a las grandes distancias sobre las cuales se transporta el polvo sahariano”, indica el documento.
El experto venezolano también se refiere a los efectos negativos del polvo del Sahara. Según explica, el polvillo repercute negativamente en la formación de los ciclones tropicales pues reduce la humedad hasta en un 50 por ciento. Además, se reducen las lluvias durante los días de su permanencia y produce afectaciones en la salud de las personas, como molestias en los ojos y en las vías respiratorias.
El polvo del Sahara —indica Vargas— está vinculado al declive de las poblaciones de coral pues transporta un hongo endémico de África que provoca que los corales lo asimilen y enfermen.
Monitoreo a través de un App
María Elena Gutiérrez, directora de ACCA, también se refiere a los eventos negativos de esta nube de polvo. “Una de las desventajas es que estas partículas producen problemas respiratorios, sobre todo para personas alérgicas o que tienen asma. Esto preocupa más con lo que sucede ahora con el COVID-19”, comenta.
Gutiérrez también menciona que se están haciendo estudios sobre su relación con el cambio climático ahora que la temperatura global se ha incrementado en casi un grado centígrado.
“Cuando hay mayor temperatura, también hay mayor humedad y el ciclo de vientos se altera. Entonces se producen variaciones del patrón de precipitaciones, incremento del nivel del mar y mayor intensidad y frecuencia de los eventos climáticos extremos”, agrega Gutiérrez.
En ese sentido, la experta de ACCA considera que el aumento de la desertificación debido al incremento de la temperatura podría ocasionar que estas nubes de polvo sean más intensas.
Un estudio denominado Registro de 2000 años del polvo sahariano de un núcleo de hielo en los Alpes europeos, muestra que el calentamiento del planeta ocasionará que las nubes de polvo sean más intensas en el Mediterráneo y en el Atlántico.
La investigación realizada por la Iniciativa para la Ciencia del Pasado Humano, de la Universidad de Harvard; y el Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Maine utilizó registros climáticos de mayor resolución para encontrar las conexiones entre tormentas de polvo, períodos prolongados de sequía, volcanes y calentamiento en el Mediterráneo, Europa y Asia.
“Estos registros de resolución ultra alta revelaron nubes de polvo saharianas más fuertes durante los últimos períodos de calentamiento y proporcionan una idea de lo que podemos esperar en el futuro”, indica el documento.
Los investigadores analizaron los datos recogidos en un núcleo de hielo de los Alpes europeos que contenía información histórica muy detallada. Así se supo que, en el pasado, estas nubes de polvo ocurrían al mismo tiempo que las tormentas de lluvia y se conocían como ‘lluvia de sangre’, debido al color rojizo del polvo sahariano.
Sidney Novoa, especialista de ACCA, comenta que la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) ha advertido que este 2020 será un año seco con temperaturas récord, por tanto, los eventos mateorológicos pueden presentarse con mayor magnitud.
Agregó que desde ACCA están monitoreando este evento mediante un aplicativo en línea desarrollado por esta organización en Perú. La App de Fuegos, como ha sido llamada, fue elaborada en el 2019 para monitorear los incendios forestales en Bolivia que el año pasado arrasaron grandes extensiones de cobertura vegetal principalmente en la Chiquitanía.
“Hace poco detectamos este fenómeno de la nube de polvo del Sahara”, comenta Lucio Villa, especialista de ACCA y creador del aplicativo. “Al inicio parecía una curiosidad, pero luego nos dimos cuenta que nadie estaba mostrando las imágenes del satélite europeo Sentinle-5P. Ampliamos el área de análisis y observamos cómo se desplazaba la nube de polvo”, explica Villa sobre el seguimiento en tiempo real que han hecho para esta nube de polvo.
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