Texto: Marlén Castro / Fotografía: Franyeli García / Amapola Periodismo
Tixtla, Guerrero– Dos gramos.
Dos gramos pueden ser mucho, muy poco o suficiente.
Para Clemente Rodríguez y María de la Luz Telumbre, el padre y la madre de Christian, uno de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos, eso es muy poco.
Dos gramos de hueso hallados en un lugar distinto al del basurero de Cocula, donde se construyó la llamada “verdad histórica” no son suficientes para considerar a su hijo muerto.
Es tan poco, dicen, que se consumieron en el laboratorio austriaco en el que hicieron las pruebas.
No es suficiente, sobre todo si ese fragmento minúsculo proviene de un lugar no esencial de cualquier cuerpo.
“Una persona puede vivir sin un pie”, dice María de la Luz, durante una pausa a su trabajo laborioso de la venta de tortillas a mano, una ocupación común en un país en el que el maíz es uno de los principales alimentos. El resto óseo que sirvió para identificar el ADN de Christian es de un hueso del pie derecho.
Clemente y María de la Luz están en su casa en Tixtla. Ya pasaron varios días del impacto de la noticia, la que les dio en su propio hogar Alejandro Encinas, el subsecretario de Derechos Humanos del gobierno federal y el fiscal especial para el caso Ayotzinapa, Omar Gómez Trejo, acompañados de Santiago Aguirre Espinosa, director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
“Mi esposa tiene razón. A una persona le pueden mochar las dos piernas, los dos brazos y sigue viviendo, con más razón de un pie, de la base del pie (se agacha y toca su propia extremidad), cualquiera puede seguir viviendo así. A lo mejor estamos mal pero por dos gramos de hueso no daremos a Christian por muerto”.
Clemente y Luz María se van reponiendo de ese golpe. Han tenido días difíciles. A Clemente le dolió la cabeza desde la mañana del domingo 5 de julio que contestó su celular. Ese día no estaba en su casa. Ayudaba a echar un colado en la casa de una de sus hijas. Le llamó Santiago Aguirre. Recuerda que le dijo que venían a verlo a su casa, pero cuando le avisó ya estaban cerca. En ese momento sólo le dijo que venía el fiscal especial del caso Ayotzinapa, Omar Gómez Trejo. Dice que él de inmediato pensó: “Esto tiene que ver con Christian y no es nada bueno”.
Se acordó de la familia de Alexander Mora Venancio, el otro normalista identificado en 2014, de quien supuestamente hallaron algunos restos en el río San Juan, en Cocula, y en lo que se cimentó “la verdad histórica”.
“Esto es parecido a lo de Alexander”, pensó. Dejó de participar en el colado y usó su celular para avisarle a Luz María que tendrían visitas.
Luz María ya no participa en estos momentos en la plática. Su negocio de venta de tortillas volvió a requerirla y se metió a la otra pieza de la casa. Los clientes se detienen en el umbral con algo de timidez y Clemente, quien para estos momentos está sentado a la mitad del espacio principal de la casa y tapa con sus piernas la lona en la que está impreso el rosto de Christian, con una gesticulación los conmina a pasar.
El negocio de las tortillas tiene que seguir adelante. Desde hace cinco años que Clemente dejó la venta de garrafones de agua para dedicarse a la búsqueda de su hijo, ese trabajo de Luz María los ha sacado a flote.
Ese domingo, Clemente se trasladó a su casa para recibir la visita. Cuando vio que una de las personas era Alejandro Encinas, sus sospechas se confirmaron.
“Por qué, si no es por algo de Christian, vendría a visitarnos el subsecretario”, se preguntó de nuevo. Clemente y Luz María se quedaron por unos segundos en estado de conmoción cuando escucharon la información. Fue Luz María la que reaccionó y reviró a Encinas y a Gómez Trejo que una persona puede seguir viviendo sin un pie, que el hecho de que hayan identificado el hueso no quiere decir que esté muerto.
Desde entonces dice Clemente que lo acompañó un dolor de cabeza. Se disculpa porque sabe que varios reporteros fueron a buscarlo después del martes 7 de julio que Gómez Trejo informó en una rueda de prensa en la Ciudad de México del hallazgo, y no dio entrevistas.
“No sabía entonces ni qué decir, cómo reaccionar”, explica.
En estos días, reflexionó mucho acerca de toda la información relacionado con el hallazgo del hueso de Christian. Esa reflexión le sirve para aferrarse más a la idea de que su hijo puede estar vivo a considerarlo muerto.
“Quizá si (el hueso) fuera de la cabeza… sería distinto”, balbucea.
La barranca en la que hallaron el fragmento, a unos 800 metros del basurero en el que dijeron que todos los estudiantes fueron incinerados, había más restos óseos, les explicaron a Clemente y Luz María sus visitas. En el sitio de donde extrajeron el hueso identificado con su ADN había una playera con el logotipo de una telesecundaria de la Costa Chica, una de las regiones de Guerrero, y un bóxer.
Sus visitas no le dijeron que esa ropa fuera de Christian, solo les dieron el dato, pero la madre y el padre de inmediato pensaron que no eran de su hijo. Todas las playeras que usaba Christian tenían escrito Hugo.
Recuerdan que era su sobrenombre. No saben de dónde lo tomó o por qué pero así le gustaba que lo llamaran.
Después del impacto de la noticia que les dieron personalmente, vino el encuentro de todas las madres y padres con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el 10 de julio en la Ciudad de México.
Ese día, Clemente y Luz María tuvieron unos 15 minutos con López Obrador, antes de la reunión con todos.
Recuerda Clemente que fue duro con el presidente. Dice que le dijo: “No quiero pésames”. Esto porque ya estaba harto de que otras personas, entre ellos, funcionarios el gobierno federal le dieran sus condolencias. “No quiero pésames, porque nunca voy a considerar que mi hijo está muerto, no vengo por su lástima. No hay cuerpo, no hay restos, entonces no hay muerto”, recuerda que le dijo.
Agregó en el mismo tono que mejor siguieran adelante para castigar a los culpables. López Obrador le prometió que van a llegar a la verdad, que se les hará justicia.
Eso esperan: justicia
Dos gramos de hueso de un pie, insiste Clemente, no son suficiente para pensar que su hijo esté muerto.
“Christian está vivo”.
Dos gramos. ¿Qué son dos gramos?
Para Clemente y Luz María que llevan cinco años, ocho meses y 28 días buscando a su hijo, son nada.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Amapola Periodismo que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.