El cúmulo de asesinatos en el país exhibe que las autoridades son rebasadas por eso se debe sacar provecho de la información que Estados Unidos obtiene sobre la actividad criminal en nuestro territorio para combatirla de una forma efectiva
Martín Orquiz
Por desgracia, en nuestro país la violencia extrema parece ser la moneda de cambio más efectiva para los propósitos de los grupos del crimen organizado, cuyos integrantes se señorean por prácticamente todos los territorios de nuestro país y hacen blanco de sus agresiones tanto a la autoridad como al ciudadano común para imponer sus condiciones.
El hecho se puede confirmar con sólo revisar las publicaciones de medios de comunicación que, a diario, dan cuenta de los ataques de los criminales que dejan víctimas mortales. A veces, solo es necesario asomar la nariz por la puerta de nuestras casas para observar la sangre corriendo de forma impune.
Tomemos como evidencia clara y precisa los homicidios que cometieron en agosto los diferentes grupos criminales que operan en el país, entre los que sobresale muy tristemente el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que se coloca como el más violento, de acuerdo con los análisis del Gobierno Federal.
El reporte del gabinete de seguridad federal informó, a principios de la semana pasada, que durante agosto pasado se cometieron dos mil 524 asesinatos en la República Mexicana, mientras que Guanajuato fue la entidad con el mayor número de asesinatos, al registrar 348 víctimas.
Cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), indican que en julio anterior mataron a 2 mil 519 personas. Al igual que en agosto, Guanajuato resultó el más lastimado por el fenómeno de inseguridad con 392 de esos actos ilícitos.
Antes, durante el primer semestre del 2020, la misma fuente contabilizó 17 mil 982 personas asesinadas, un promedio de 100 cada día, lo que proyecta el gran problema que los mexicanos tenemos encima, porque no sólo es un conflicto para el gobierno, sino que trastoca incluso a los hogares pacíficos de los ciudadanos.
Aunque la situación se repite en todo el territorio nacional, durante ese periodo la violencia se concentró especialmente en 11 estados, no tan solo con un número de incidentes, sino porque se presentó en lugares donde antes no se registraba, indica el reporte del Secretariado.
Esos estados fueron Zacatecas, Michoacán, Yucatán, Campeche, San Luis Potosí, Guanajuato, Sonora, Chihuahua, Hidalgo, Colima y Durango.
Los datos del SESNSP indica además que, en el primer semestre del año, 12 mil 747 de las víctimas fallecieron a causa de lesiones provocadas por arma de fuego, que representan el 70.8 por ciento del total, circunstancia que habla de la proliferación de ese tipo de artefactos entre la población civil.
Además, estimaciones del gabinete de seguridad establecen que al menos el 60 por ciento de los crímenes están relacionados con actividades de los grupos del crimen organizado que operan en el país.
Estas facciones operan de una forma tan impune y eficaz que incluso ponen sus ojos en objetivos de alto nivel, tal como ocurrió la última semana de junio pasado, cuando células que portaban armas de grueso calibre atacaron el convoy del secretario de seguridad pública de la Ciudad de México, Omar García Harfuch.
Aunque el funcionario recibió tres balazos, pudo sobrevivir al ataque; sin embargo, dos de sus escoltas y una mujer ajena a los hechos fallecieron a consecuencia de la metralla que se disparó esa mañana poco después de las 06:30 horas en pleno Paseo de la Reforma, justo en el cruce con Monte Blanco, en la colonia Lomas de Chapultepec.
El mismo García Harfuch dio a conocer, a través de un tuit, que fue el CJNG quien atentó contra su vida; utilizando, incluso, un arma calibre .50, de las conocidas como ‘rompe blindajes’, y hasta un par de granadas de fragmentación.
Las investigaciones oficiales establecieron que fue un ataque bien planeado y con recursos que permitieron atentar contra el alto funcionario de la capital mexicana, en el que participaron al menos cuatro células conformadas por siete personas cada una.
Al analizar los datos, tanto del cúmulo de asesinatos cometidos en México como el atentado contra García Harfuch, podemos darnos cuenta de que las autoridades son rebasadas en la contención del conflicto, lo que hace necesario establecer estrategias más efectivas en contra de las organizaciones criminales.
Ante tales circunstancias, se requiere la cooperación en materia de inteligencia de quienes mejor espían en el mundo, los estadounidenses. De cualquier forma, sabemos que nos tienen bien ‘fichados’, entonces hay que aprovechar esa ventaja en favor de la sociedad mexicana.
Tanto Andrés López Obrador como Donald Trump presumen la buena relación que llevan, aunque en la vida real los mexicanos de a pie sufrimos serias desavenencias al migrar a ese país, con o sin documentos.
Entonces, al menos debemos sacar provecho de la información que Estados Unidos obtiene sobre la actividad criminal en nuestro territorio para combatirla de una forma efectiva y que logre contenerla.
Sabemos que será muy difícil que la actividad ilegal desaparezca por completo, pero al menos debe regresar a las sombras desde donde operó por años, antes de atreverse a salir a plena luz del día para atemorizar y afectar a la población que, todos los días, es testigo de asesinatos, extorsiones, secuestros y robos violentos que simplemente no la dejan vivir en paz.
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Martín Orquiz. Periodista en Ciudad Juárez, desde donde ha publicado para el periódico El Fronterizo, El Diario de Juárez, la revista Newsweek y La Verdad. Se ha desempeñado como reportero, coordinador de información y editor. Es comunicólogo por la Universidad Autónoma de Chihuahua y tiene una maestría en periodismo por la Universidad de Texas en El Paso. Recibió el Premio María Moors Cabot 2011 –en equipo con la redacción de El Diario de Juárez–, también es coautor del libro colectivo ‘Tu y yo coincidimos en la noche terrible’.
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