Crónicas de Juárez

Madero, el espiritista que detonó la Revolución Mexicana




noviembre 15, 2020

Casi para cumplir los 30 años, Francisco I. Madero inició formalmente su camino al espiritismo, creencia bajo la cual guio la lucha armada a la que convocó el 20 de noviembre de 1910 y con la que se derrocó a Porfirio Díaz de la presidencia de México

Juan de Dios Olivas / Especial para La Verdad

De vestimenta y sombrero elegante, barba de piocha estilo francés, frente abultada y ojos expresivos, aquel jinete cruzó el río Bravo por la zona del Valle de Juárez escoltado por un centenar de hombres, la mitad de ellos estadounidenses y uno italiano.

Su baja estatura, complexión y modales, contrastaban con la figura imponente de sus seguidores, hombres altos, con cananas cruzadas al pecho, fusiles, pistolas y sombreros de ala ancha, dispuestos a todo, incluso a morir.

Se trataba de Francisco Ignacio Madero, que aquel 14 de febrero de 1911 regresaba a México para encabezar la Revolución Mexicana a la que él había convocado ante la cerrazón del régimen porfirista para abrir espacios de participación en la vida política nacional.

Madero convoca a la lucha armada y guía basado en sus creencias espiritistas, un aspecto no difundido en la historia oficial pero que consta en sus memorias.

Integrante de una acaudalada familia de terratenientes e industriales cuyo patriarca hizo fortuna en el contrabando de algodón ingles durante la guerra de secesión en Estados Unidos, Francisco I. Madero nació el 30 de octubre de 1873 en la hacienda de El Rosario, en Parras, Coahuila.

Apenas tenía 12 años cuando junto con Gustavo, su hermano menor, ingresó al colegio jesuita de San Juan en Saltillo y años después fue enviado a estudiar al extranjero enfocando su formación profesional en el comercio y la administración.

En Estados Unidos estudió en Baltimore y San Francisco, mientras que en Francia en el Liceo donde despertó su interés por la homeopatía y el espiritismo, que le llevó a ser el primer comentador mexicano del libro Baghavad Gita, convirtiéndose en todo un creyente de la vida después de la muerte.

En este periodo de su vida, su hermano menor Raúl, fallece al agonizar más de 47 horas tras quemarse en la cocina con una lampara de petróleo. Los Madero tendrían otro hijo al que se le bautizaría también con el mismo nombre.

***

Desde 1891, Madero conoció casualmente las obras de Allan Kardec, padre de la doctrina espiritista y casi para cumplir los 30 años inició formalmente su camino al espiritismo, poniendo en práctica sus habilidades de médium escribiente.   

A su regreso a México se casa con Sara López, pero apasionado de la política, y las creencias espiritistas, decide participar en la vida pública del país. Así es como establece clubes antirreeleccionistas por casi todo el país, erige en San Pedro de las Colonias, Coahuila, el Centro de Estudios Psicológicos, para difundir la doctrina espiritista.

Madero presidía las sesiones y los espíritus se comunicaban a través de la pluma de su mano.

 “Estas comunicaciones me hicieron comprender a fondo la filosofía espiritista y, sobre todo, su parte moral, y como en lo íntimo me hablaban con gran claridad de los invisibles que se comunicaban conmigo, lograron transformarme, y de un joven libertino e inútil para la sociedad, han hecho de mí un hombre de familia, honrado, que se preocupa por el bien de la patria y que tiende a servirla en la medida de sus fuerzas”, escribe Madero en sus memorias.

Los espíritus evocados eran miembros de su familia entre los que se encuentra Raúl, su pequeño hermano muerto trágicamente años atrás, y José Ramiro, que la mayoría de las veces firmaba como “José” quienes les aconsejaban dedicar tiempo a la caridad, utilizar la riqueza material otorgada por Dios para hacer el bien entre los pobres y dominar las pasiones carnales, así como rechazar los vicios.

El historiador Alejandro Rosas, en su libro La Revolución de los Espíritus, señala que una noche de noviembre de 1908, Madero describe que recibió, de parte de uno de los espíritus, una comunicación premonitoria:

“Querido hermano: te diré que nuestros esfuerzos están dando resultados admirables en toda la República. Defiende en tu libro los intereses de este pueblo desventurado. Todo esto, aunque doloroso contribuye para preparar el desenlace del gran drama que se dará en el territorio el año de 1910”.

Por sus creencias, cuando llegó a la presidencia Madero fue denostado por la prensa y, más tarde, su gobierno desconocido por el Vaticano, que en cambio otorgó reconocimiento a su verdugo, el general Victoriano Huerta.

Camino a la Revolución

En marzo de 1908, don Porfirio Díaz declaraba al periodista James Creelman:

“He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas… creo que finalmente, ese día ha llegado”.

Señala estar dispuesto a dejar el poder y asegura que México está preparado ya para celebrar elecciones sin que se generen revoluciones, asonadas o levantamientos, e incluso que apoyaría la formación de un partido político de oposición.

La entrevista publicada en 47 páginas de la revista Pearson’s, bajo el título de “presidente Díaz, héroe de las Américas”, fue difundida también en diarios de México, lo que desata la efervescencia política con miras a las elecciones de 1910.

Motivado, Madero lanza el libro “La Sucesión Presidencial en 1910. El Partido Democrático”.

Seguido de profesionistas, intelectuales y periodistas independientes funda el Partido Nacional Antirreeleccionista que lo postula como candidato a la Presidencia de México, llevando como fórmula al doctor Francisco Vázquez Gómez.

En 1909, meses después de la entrevista Díaz-Taft, Francisco I. Madero visitó por tercera vez Ciudad Juárez para promover el voto hacia su candidatura a la Presidencia de la República, apoyado por el Centro Antirreeleccionista Benito Juárez.

Del 14 al 19 de enero de 1910, acompañado de Abraham González y de Roque Estrada, realizó actos proselitistas y organizó en la frontera el Partido Nacional Antirreeleccionista.

Díaz había anunciado previamente su retirada del poder, pero en vez de dejar la presidencia, impuso nuevamente su candidatura y mandó encarcelar a Madero para reelegirse en junio de ese año.

En Monterrey, Madero es arrestado y acusado de “ultrajes a la autoridad” y “conato de rebelión”. Después es llevado a la cárcel de San Luis Potosí donde comienza a redactar el Plan de San Luis y convoca a levantarse en armas a partir de las 18:00 horas del 20 de noviembre de ese mismo año.

Al llamado, Chihuahua comenzó a arder incluso antes del día fijado para levantarse en armas y en ese momento es el único estado donde el pueblo se levanta en armas.

El 14 de noviembre en Cuchillo Parado, se registra el primer levantamiento con Toribio Ortega al frente, el 19 de noviembre Pascual Orozco con 40 hombres desconoce al gobierno y comienza a combatir a la dictadura. Al poco tiempo eran cientos quienes los seguían buscando cambiar el rumbo del país con las armas en la mano.

En enero de 1911, Abraham González instaura una junta maderista en El Paso, Texas, y en febrero el propio Madero se establece en esa ciudad para prepararse y entrar a territorio mexicano a dirigir la revuelta armada.

Las huestes maderistas lideradas por Pascual Orozco y Francisco Villa llegaron a la ciudad en 1911 y el 8 de mayo de ese año empezaron los combates para tomar Juárez, lo que se vino logrando el 10 de mayo.

Días después, el 21 de mayo de 1911, se firman los Tratados de Ciudad Juárez que pusieron punto final a la dictadura.

Madero tenía libre el camino a la Presidencia de México donde sería derrocado y asesinado en febrero de 1913 por Victoriano Huerta, lo que daría pie a otro capítulo de guerra en el país.

***

Fuentes de consulta: Francisco I. Madero, Memorias, cartas y documentos; Alejandro Rosas, Los diarios espiritistas de Francisco I. Madero; Luis Aboites, en Breve Historia de Chihuahua; Pancho Villa, Fiedrich Katz.

lo más leído

To Top
Translate »