Opinión

De rabia y caballos flacos




diciembre 4, 2020

¡Aaarrancan! En el hipódromo de la política mexicana ya empezaron a correr los caballos que, en las elecciones de 2021, quieren derrotar a la 4T. No la tienen fácil. El presidente López Obrador cuenta con una popularidad histórica. Y los equinos opositores lucen…  famélicos

Alberto Najar
Twitter: @anajarnajar

La historia es de hace varias décadas. En una gira presidencial a Guerrero un reportero se separó del grupo y encontró, por casualidad, al gobernador Rubén Figueroa Alcocer, conocido como El tigre de Huitzuco.

Por esos días se acercaba el momento en que el presidente Luis Echeverría elegiría a su sucesor.

Fiel a su perversidad el mandatario alentaba los ánimos de varios miembros de su gabinete, a quienes metió en una especie de palenque para divertirse mientras se desplumaban.

Los periódicos seguían cuidadosamente los pasos de los tapados, como se conocía entonces a los precandidatos. 

Cada discurso, entrevista, comentario o reunión pública era alimento para columnas y especulaciones. El juego de la sucesión que en ese caso fue particularmente intenso.

En ese marco ocurrió la visita a Guerrero, donde el gobernador era considerado uno de los políticos más influyentes en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El solitario reportero que lo encontró le hizo una entrevista y obtuvo del cacique una de las frases más famosas en la política mexicana: 

“La caballada está flaca”, dijo, en referencia a la inexperiencia política de los tapados.

Cuentan que el reportero, ahora editor en un diario de Ciudad de México, llegó feliz a la sala de prensa presumir su exclusiva: “¡Ya me los chingué, cabrones, aquí está la buena!”, gritó.

Y luego se fue al bar. El festejo se prolongó por horas. Algunas botellas noquearon al periodista.

Sus colegas, a quienes no les simpatizaba ese compañero, tomaron su grabadora y transcribieron la entrevista. 

Al día siguiente la declaración se publicó en todos los periódicos… menos donde trabajaba el insolente reportero.

Recordé la historia cuando vi las reacciones al informe que por su segundo año en el cargo presentó el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Las descalificaciones, informaciones falsas y medias verdades, manipulación de datos en algunos medios capitalinos fue excesiva.

En algunos casos la cobertura se centró en personajes abiertamente rivales de la llamada Cuarta Transformación, como los gobernadores de la llamada Alianza Federalista.

Otros destacaron el reconocimiento de que no se ha logrado abatir los índices de violencia en el país, y lo presentaron como una supuesta evidencia del fracaso presidencial.

Y no faltaron quienes ironizaron con algunas frases de López Obrador, como la que dijo en enero pasado, cuando ofreció que este 1 de diciembre el sistema de salud de México sería como el de Dinamarca.

El tufo de las descalificaciones revela que ya arrancó la carrera por la elección intermedia de 2021, donde se votará por 15 gubernaturas, los 500 diputados federales y otros miles de cargos distintos.

Será la elección más grande de la historia, donde los inconformes con la 4T apuestan a derrotar al partido en el poder, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Allí se van a jugar el todo por el todo, y por eso desde la noche del 1 de diciembre escalaron hasta la rabia sus críticas.

Normal, dice el presidente. Todos tienen derecho a soñar y a tener esperanzas.

El problema es que los adversarios del gobierno la tienen difícil. El mismo día del informe se publicaron varias encuestas en diarios como ReformaEl Financiero o Expansión.

Todas coincidieron: la popularidad de López Obrador está cuesta arriba. El primero, por ejemplo, ubica su respaldo en 61% de los encuestados.

El sondeo de El Financiero ubica en 64 puntos la popularidad, y la revista especializada en finanzas dice que AMLO cuenta con 62 por ciento de aprobación.

Durante su mensaje en Palacio Nacional el presidente aseguró que su proyecto político es apoyado por el 71 por ciento de los mexicanos. 

Una cifra que causó polémica pero que, ciertamente, coincide con la tendencia alcista en la aprobación de su trabajo, como reconocen el sondeo de los medios.

La ruta para quienes se afanan en derrocar a López Obrador está empinada. Muy. Porque es indudable que la popularidad presidencial se trasladará a Morena y sus aliados.

Y en ese terreno los opositores tampoco la tienen fácil. El PAN, dicen algunas encuestas, obtendría el 19 por ciento de los votos. El PRI tiene menos, 14 puntos.

Pero el que está perdido es el Partido de la Revolución Democrática (PRD), al que las encuestas ubican en menos de 3 por ciento de votación.

Son los partidos convocados por empresarios, académicos, periodistas y líderes religiosos para crear un gran frente electoral en 2021.

Pero si el escenario actual se mantiene quién sabe si tengan éxito, sobre todo porque hasta ahora no hay un líder visible, un personaje capaz de confrontar a la 4T.

El impresentable Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa se quiso apoderar de la bandera, pero se tropezó con el juicio a su querido excolaborador, Genaro García Luna, encarcelado en Estados Unidos por colaborar con narcotraficantes.

En algún momento se asignó el papel al presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Gustavo de Hoyos.

Pero el empresario no consiguió ni siquiera el respaldo de sus compañeros en la cámara empresarial.

Y luego surgió el grupo Sí por México, promovido por empresarios, pero hasta ahora lo único que han conseguido es conseguir el apoyo de los partidos a quienes, hace unos años, acusaron de corruptos.

La caballada, pues, está flaca. Pero los desesperados equinos ya empezaron a correr.  A ver si les alcanza el aliento.

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