Opinión

De mezquin@s y trasnochad@s




enero 30, 2021

El episodio más reciente en la campaña de odio y clasismo que invade una parte de México es la estrategia antivacuna contra la covid-19. Los promotores de tal campaña parecen apostarle a la muerte de miles de personas

Alberto Nájar
Twitter: @anajarnajar

El mensaje llegó en el chat de un barrio de Ciudad de México.

“Hay que revisar con cuidado esta vacuna”, comentó una vecina, en referencia a la vacuna Sputnik V, elaborada en Rusia y que el gobierno mexicano está en proceso de autorizar su aplicación en el país.

Y enseguida publicó el vínculo a un mensaje de la senadora Lily Téllez en su cuenta de Twitter:

“La vacuna rusa NO está aprobada por la Comunidad Científica Internacional pero la aprobará la Cofepris en México. Es vacuna barata, por eso la eligió el Gobierno”.

La referencia a la polémica legisladora no fue un comentario cualquiera. En la colonia donde se difundió el mensaje viven muchos adultos mayores, quienes desde el inicio de la pandemia en México prácticamente están encerrados en sus casas.

No es un barrio marginado, al contrario. Pero el componente de quienes lo habitan, personas en situación de riesgo ante el virus sars cov2, ha mantenido a los vecinos al límite del temor y la incertidumbre.

La situación se complicó en las últimas semanas cuando varios vecinos, conocidos de toda la vida para algunos, murieron por covid-19.

Por eso el mensaje en un canal de WhatsApp. El mensaje de la senadora Téllez sólo aumentó la desconfianza.

En el chat varias personas confesaron que no se aplicarían “la vacuna rusa”, y no fueron pocos quienes criticaron -insultos de por medio- al presidente Andrés Manuel López Obrador por supuestamente distribuir medicina “pirata”.

Lily Téllez no supo de esta oleada de miedo, como seguramente nunca entenderá el daño que provocan sus mensajes de odio en personas ajenas a la politiquería.

La controvertida exlocutora de TV Azteca es un instrumento más de la intensa campaña de desinformación que pretende impedir que López Obrador termine su gobierno.

Una estrategia que empezó el 2 de julio de 2018, al día siguiente de que el ahora presidente fue elegido con un histórico respaldo de 30 millones de votos.

Durante un año una pléyade de intelectuales, académicos, empresarios, políticos y periodistas publicaron cotidianamente en redes sociales y medios tradicionales una andanada de improperios y mentiras contra el mandatario.

No se quedaron en los insultos. Algunos trataron de bloquear en tribunales proyectos emblemáticos del gobierno, como el nuevo aeropuerto de Ciudad de México o la construcción del Tren Maya.

Fracasaron, pero en 2020 encontraron una nueva trinchera para esparcir odio: la pandemia de covid-19.

Casi todos los días del año pasado se dedicaron, con ayuda de gobernadores de oposición, a sabotear la estrategia de la Secretaría de Salud contra la emergencia sanitaria.

Desde los primeros días de enero avivaron sus esfuerzos. No es para menos: este 2021 están programadas las elecciones más grandes de la historia.

Se renuevan 15 gubernaturas y se elegirán más de 21 mil cargos de distintos niveles. Pero sobre todo está en juego la conformación de la Cámara de Diputados.

Es el botín que pelea la oposición, agrupada en una bizarra alianza de partidos históricamente enemigos, pero a quienes les une el odio.

Ah, y también las órdenes de sus patrones, empresarios obligados a pagar impuestos y a quienes se les cancelaron contratos obtenidos mediante corrupción.

Por esas andan en estos días, muy activos en la infodemia. Hace unos días, por ejemplo, se publicó el libro Daño irreparable, escrito por la odontóloga Laurie Ann Ximénez-Fyvie.

Es dentista, con un doctorado en la Universidad de Harvard y distinguida con un premio nacional de endodoncia según dice su semblanza curricular.

También es jefa del Laboratorio de genética molecular de la Facultad de Odontología de la UNAM.

La odontóloga fue adoptada por locutores de radio y televisión, periódicos tradicionales, columnistas expulsados del subsidio gubernamental y comediantes de redes sociales como LA experta en la pandemia de covid-19.

Sus críticas contra el subsecretario Hugo López Gatell se asumen y publican como si el origen fuera la Organización Mundial de la Salud.

Pero no es así. La fuente es una especialista en salud bucal vinculada, según reveló el periodista Luis Guillermo Hernández, con fabricantes de alimentos chatarra y la industria farmacéutica, a los que desplazó el gobierno de López Obrador.

Son empresas que en años pasados invirtieron miles de millones de pesos en publicidad, así como una cantidad desconocida en gratificaciones a diputados y senadores, responsables de aprobar leyes que les favorecieron.

Por eso los aplausos a la dentista quien, en realidad, es sólo un instrumento útil en el propósito de recuperar privilegios, al costo que sea.

Es el caso de la exlocutora Téllez, protagonista del episodio más reciente en la campaña de odio.

La legisladora dice que se compró una vacuna “barata” y que, según su corto entendimiento, no ha cumplido con los requisitos de la OMS para la inmunización humana.

Con sus mensajes sólo cumple el papel del tonto útil porque además de apoyar un plan electorero, en su campaña de revancha se une -consciente o no- a los llamados antivacunas.

Son personas que rechazan la inmunización colectiva porque, juran, afecta a los seres humanos y les pone en riesgo de contraer enfermedades.

En el caso de la vacuna Sputnik V han llegado a decir que se trata de un plan secreto para instaurar un régimen comunista en México, una de las banderas más socorridas de grupos fascistas como el inefable Frente Anti AMLO y sus patrocinadores.

Una idea que permea en políticos de oposición, como la candidata del Partido Acción Nacional a la gubernatura de Chihuahua, Maru Campos.

Su propósito no es, confesó al rendir protesta, ejercer un gobierno honesto, promover la economía estatal o combatir la inseguridad.

No. La razón, el motivo central en la nueva etapa de su vida, es combatir el comunismo. Ni más ni menos.

Quién sabe si la flamante candidata y la senadora Lily Téllez saben que el Muro de Berlín se derribó en 1989.

Tal vez no se han enterado que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ya no existe. Y es muy posible que no tengan idea alguna del modelo económico de Rusia.

Pero de lo que sí saben, porque han demostrado una profunda experiencia, es en promover odio e ignorancia.

Patético. Y peligroso, porque con su discurso trasnochado, la mezquina decisión de aprovechar la pandemia y el dolor de miles de familias para tratar de ganar una elección, ponen en riesgo a muchas personas.

Los vecinos del barrio de Ciudad de México que mencioné son un ejemplo. Hay muchos más, pero a personajes como Téllez, Campos, Calderón, Lozano, Alfaro, Corral, Zavala, Loret, Trujillo y otros no les importa.

Para ellos y otros de su ralea lo fundamental es volver al pasado. Recuperar el privilegio de sentirse dueños del país, de mantenerse como LA conciencia nacional.

Aunque su propósito cueste la vida a miles de personas.

***

Alberto Nájar. Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service. Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.

lo más leído

To Top
Translate »