Mujeres

La guardiana de la sierra




febrero 2, 2021

Leticia Ánimas Vargas fue abogada, periodista, activista y funcionaria pública. En cada lugar trabajó por los más necesitados. Andrés Manuel López Obrador le encargó uno de los programas estelares de su gobierno: las becas escolares. Murió el 11 de enero, por complicaciones de COVID-19. Esta es su historia

Texto: Daniela Pastrana / Pie de Página

Fotografías: María Ruíz

Ciudad de México– Es la primera conferencia de 2021 y nada nos prepara para la mortal cuesta de enero. El presidente responde a una pregunta sobre retrasos en las becas escolares: “Está enferma nuestra compañera Leticia Ánimas, que es la coordinadora de becas. Le dio COVID y ha estado mal. Le mandamos desde aquí un abrazo para que se recupere”.

Detengo los tuits, sorprendida. Le mando un mensaje por whats app: “Lety, ¿estás enferma de nuevo?”

El mensaje se queda con una palomita. Escribo entonces a Jesús Ramírez, el vocero presidencial, quien me responde con inusual prontitud: “Esta estable, pero hospitalizada”.

Estoy aturdida. ¿Tiene COVID? Ya había tenido en junio pasado. Lo sé porque entonces me tuve que guardar en casa 14 días por haber estado varias horas en su oficina. ¿Y está hospitalizada? Pero si hace poco nos mensajeamos. Los días siguientes sigo preguntando al vocero por su salud. Me dice que aún no sale del hospital, pero está mejor. Se está recuperando.

Pasa una semana. De nuevo es lunes, día de vuelta a las clases. A la conferencia del presidente llega Esteban Moctezuma, todavía como Secretario de Educación. A petición de un reportero, el presidente lee la carta que le mandó hace un año al Rey de España para que pida perdón a los pueblos indígenas y envía un mensaje a Jesús Ramírez, que ahora también está enfermo de covid. La tarjeta que le pasan distrae su explicación sobre el conflicto de Notimex.

“Me acaban de pasar esta tarjeta. Que acaba de fallecer Lety Ánimas  —dice, con su voz pausada que se vuelve insoportablemente pesada—.… una mujer extraordinaria… es una noticia… muy dolorosa… Lety, originaria de Puebla… una luchadora social… que le confié… el manejo de… la entrega de becas a estudiantes de familias pobres de México… por sus convicciones, ella era la responsable”.

Los dedos se me entiesan sobre el teclado inerte. Siento la cabeza inflamada. Comienza una sucesión de imágenes con la responsable de uno de los programas estelares del gobierno federal: el de las becas escolares para 10 millones de personas. Un programa con el que Andrés Manuel López Obrador sepultó el plan de “combate a la pobreza” que se mantuvo vigente en el país en los cuatro gobiernos anteriores.

Hilvano eslabones de una historia continua, tratando de darles forma en la memoria:

1.

Noviembre de 2013. En la Red de Periodistas de a Pie estamos empezando a entender el tema minero. La Fundación Böll y la Red Mexicana por los Afectados a la Minería nos ayudan a diseñar un taller sobre cómo investigar a las empresas canadienses. Son tres días, en la Casa de Los Amigos, de Ciudad de México. Juntamos a 20 reporteros de distintas regiones que han hecho coberturas sobre el tema. De Puebla llega una reportera de la sierra, que trabaja con Lado B. Usa pantalones de mezclilla y camisa bordada. Participa mucho. Se nota más adelantada. Anoto el nombre: Leticia Ánimas.

2.

Agosto-septiembre, 2018. Varias veces la encuentro afuera de la casa de transición, después de las reuniones con el equipo social. Me dice que se va a incorporar con Adelfo Regino al desarrollo de los pueblos indígenas y que probablemente se vayan a Oaxaca. Le pesa dejar su sierra, pero ya lo decidió. “Es el momento, Daniela”. Luego hay cambio de planes: se quedará con María Luisa Albores en la Secretaría de Bienestar. Pactamos entonces una entrevista con la futura responsable de la política social, que se realiza en la oficina que les prestaron en la calle de Zacatecas. Lety se instala discreta en una esquinita de la mesa. Mientras esperamos a que llegue la entrevistada, me cuenta que se está quedando provisionalmente en casa de un viejo amigo: Hugo Morales Galván, quien desde que recuerdo trabaja con Emilio Álvarez Icaza. En estos meses de transición no hay dinero para quienes están apoyando a los equipos entrantes. No hay sueldos, ni viáticos. “Digo, supongo que para la logística de Andrés Manuel sí hay una bolsa. Pero para nosotros no. Cada viaje y cada comida lo tenemos que pagar nosotros”, me dice con una amplia sonrisa.

3.

Diciembre, 2018. Ni a los pueblos indígenas ni a Bienestar. El presidente López Obrador le encarga uno de sus proyectos estratégicos: la Coordinación Nacional de Becas Benito Juárez, que sustituirá, las distintas versiones (Progresa-Prospera-Oportunidades) del programa eje del combate a la pobreza diseñado en 1997, en las oficinas del entonces subsecretario de Hacienda, Santiago Levy. “Cuéntamelo todo”, le pido. Pactamos vernos, aprovechando el trayecto de ida a la Normal Rural de El Mexe, en Hidalgo, que será reabierta después de 10 años el 18 de diciembre. Ese día, llego puntual a la oficina donde, durante cuatro administraciones, se diseñaron los programas de atención a los más pobres. Lety me espera junto con Ana de Gortari, quien acaba de dejar su cargo en el Instituto Nacional Electoral y está consternada por el recorte de cabezas que hay en el instituto para quienes tengan relación con la nueva administración. Lety me dice que se siente súper incómoda con los lujos de la oficina y prefiere trabajar en una salita alterna. “No tienes idea de lo que estamos encontrando. Ni en tus peores pesadillas lo imaginas”, me dice. Lo anoto en la lista de reportajes pendientes. Agarramos camino. Paramos a comprar helados. No previmos que iría tanta gente a la apertura de la Normal y es imposible conseguir algo de comer en el pueblo. Terminamos comprando unas tortillas con aguacate y queso, que comemos en el auto. Me río. ¿Quién me va a creer que estoy aquí, con la flamante coordinadora de las becas, comiendo tacos con sal? Llegar al evento es una aventura. Hay que cruzar el largo camino de la carretera a la entrada de la escuela en medio de gente que sale por todos lados. Ella va con su paso apurado.

— Lety, qué rápido caminas. ¿Cómo puedes con esas botas?

— Daniela —sonríe y apura más el paso—, se nota que eres de ciudad. Estas botas son lo mejor para la sierra.

Llegamos hasta la última línea detrás del templete brincando las filas de porristas que llevó el gobernador Omar Fayad. Al final del acto, Lety intercepta a Andrés, el hijo del presidente, y le deja un documento de las comunidades otomíes que se oponen al gasoducto en Puebla.

4.

Marzo, 2019. — ¿Daniela, podemos vernos? Te invito a cenar por acá.

Nos vemos en el Torino del Centro Manacar, al sur de la ciudad, y bromeo sobre la diferencia con nuestra última cena (unos pastes de vuelta del Mexe). Lety me dice que hay una persona de Conagua que está engañando a la gente de las comunidades, que se apersona como enviada del presidente. Que la estructura abajo está muy dura. “Hay muchas inercias. Pero para eso llegamos. A mí ya me hicieron dos auditorías y voy a salir al fin de año con reducción de 100 por ciento de gastos operativos”, dice. En unos días la coordinación de becas pasará de Bienestar a Educación Pública y tendrá su nombramiento oficial. Ahora lo que más le preocupa es lo de la sierra. Me pide plantear el tema en la conferencia. Lo intentaré. Luego no es fácil. Hay una una rebatinga para entrar y para preguntar. Se acumulan los temas. Pero lo anoto y prometo no dejar de estar pendiente de Puebla, ni de su sierra.

5.

6 de junio, 2020. Estamos en la cresta de la primera ola de la pandemia. Hace tres semanas comenzaron a desfilar en Palacio Nacional todos los responsables de los programas sociales. Es demasiado extraño verla como funcionaria. Le pregunto si tienen un plazo para cubrir el 100 por ciento de estudiantes de comunidades de más alejadas. Ella sonríe.

— (…) Siempre tenemos plantes, Daniela, pero también depende de lo que diga el presupuesto de la federación

6.

23 de junio, 2020. Acordamos la entrevista con el equipo de Pie de Página en la oficina de la coordinación. Tengo la idea fija de hacer un reportaje de la reingeniería de la política social que se ha presentado todas las tardes, desde hace dos meses en Palacio Nacional. Llego antes que Reyna y María Fernanda y la encuentro trabajando sola en su pequeña salita alterna. “Nunca voy a usar la otra”, dice. La conversación se extiende varias horas. Hablamos de la 4T, de la difícil relación con los gobernadores. Alfredo Del Mazo, por ejemplo, es un caballero. Priísta viejo. En cambio, Barbosa… puf, un patán. Pobre Puebla. Hay que lidiar con eso, con las inercias. Pero en recompensa, hay cosas que se pueden cambiar. Frenar, al menos. Como el programa de “combate a la pobreza” que se operó desde esta oficina durante cuatro administraciones y que, nos dice, a partir de 2011, comenzó a pedir préstamos a fondos internacionales para financiarse.

Escucho sin comprender qué me perdí en estos años de cobertura de “guerra contra el narco”. ¿Pedimos préstamos para dar el dinero de Oportunidades y Prospera? Ella enlista cada año y resume: el 19 por ciento de los gastos del programa para sacar a los pobres de la pobreza fueron préstamos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Préstamos que ahora son deuda.

—Lety, todo esto es una reingeniería total de la política social— le digo de despedida.

—Sí, Daniela, por eso están así de enojados. Porque estamos cambiando todo.

Cinco días después, me llama de nuevo: —Daniela. Tengo covid. Quería avisarles.

— Le aviso a mis compañeras. No tenemos síntomas, pero nos quedaremos encerradas. Cuídate mucho, por favor.

El viaje que habíamos previsto a San Blas para ir a ver cómo es en terreno una dispersión de las becas deberá posponerse por segunda vez.  Maldita pandemia.

7.

8 de octubre, 2020. Por whats app me advierte de la amenaza a la defensora Filiberta Nevada, en Hidalgo: “Ojalá la podamos ayudar. Cuando puedas hablamos con ella. Te mando abrazos”.

No volvimos a hablar. Ahora está muerta. Su enorme corazón dejó de funcionar a las 7.40 de la mañana de este 11 de enero de 2021. El peor mes de la peor pandemia en un siglo.

Veo como tonta mil veces el mensaje con una palomita. Mi cerebro trata de entender que ya no habrá viaje a Nayarit, ni tortillas con aguacate, ni más información sobre la reingeniería social.

Sólo una cosa tengo en la cabeza: hay que contar su historia.

II. Ecos inasibles de una defensora

Hugo Morales, asesor del Senador independiente, Emilio González Icaza. Ciudad de México.

La conocí cuando era estudiante de la BUAP, en 1988. Era una joven abogada involucrada en la defensa de campesinos en Puebla, muy activa y con mucha capacidad de organización. Yo me fui a trabajar a Puebla para prensa y relaciones. Lety era estudiante, soltera, había sido enviada por su familia a estudiar a la capital del estado y siempre que regresaba de Huauchinango traía unas acamayas grandotas.

Vivimos como un año juntos, compartimos todo. Ella se fue involucrando en el periodismo de denuncia. Entró a Notimex en 1991, pero luego la corrieron y nos alejamos. Fue cuando conoció a Hebert Milán. Él era militante del Partido Comunista de Uruguay. En esos días también tenía lazos con el M19, de Colombia, apoyaba en México. Se fueron Huauchinango y nació su hijo, Diego. Ya está en la universidad. Ellos seguían haciendo trabajo con campesinos. Pero cuando Lety venía a la Ciudad de México se quedaba acá. Venía a los conciertos que organizaba el gobierno de Rosario Robles. Y luego en la transición, mientras se instalaba. El sofá-cama lo ocupó varios días.

Yo creo que ella estaba convencida de ese proyecto y ahí se jugaba la vida. Lety era una mujer convencida, nada acrítica, pero muy institucional. Es una pérdida terrible. Se que tuvo una complicación de hígado y riñón, había estado intubada varias semanas y parecía que ya estaba saliendo, pero anoche la volvieron a intubar.

 

Mely Arellano, directora de Lado B. Puebla.

¿Qué te digo? Era apasionada, muy generosa, siempre terminaba involucrándose con la gente. Antes de ser funcionaria estaba involucrada con una persona que había encontrado un códice y eso podía abrirle un espacio turístico al pueblo. Tenía una tortería en Huauchinango ¿No lo sabías? Sí, y pues yo creo que deberías hablar con reporteros de Huauchinango. Les decimos el Guachipower, porque hay muchos que vienen de allá. Y obviamente, todo el equipo de Lado B se quedaba en su casa. Es que Lety tenía la capacidad de relacionarse con todo el mundo y sacar lo mejor del hasta del más pendejo.

Tuss Fernández, periodista, responsable de comunicación de la Cruz Roja y monitor de la red Rompe el miedo en Puebla.

Si tienes una bronca, la que fuera, siempre puedes llamar a Lety y siempre te saca de la bronca. Siempre estaba regañando y, sin embargo, gozaba del cariño y respeto de un montón de gente. Por su casa pasaba cualquier personaje, desde el más humilde hasta el más poderoso. Podía reunir a todos. Nos recuerdo mucho en la cocina y en el comedor. Todo era comer y echar trago y todos sus remedios caseros, gotitas, mascarillas de carbón. Como Hebert, su esposo, había muerto de cáncer me regañaba por fumar. Ella siempre tenía frutas. Ay, las frutas de Lety. En la sierra, caminábamos un montón. Recorría de arriba para abajo viendo lo que faltaba, organizaba todo. Es de esas personas que tienen la capacidad de influir, muy popular. Ella es una generación mayor que la mía, de mis tías, que empezó a influir en generaciones más jóvenes de Huauchinango. Y sí, hay muchos periodistas allá.

La sierra es preciosa. El pueblo desordenado y últimamente se empieza a tornar caótico. La gente es solidaria. El clima es ese verde siempre verde. Debe tener unos 100 mil habitantes. Hablan náhuatl, ñha ñhú y algún otro. Lety les saca toda la sopa con una facilidad increíble y siempre les compra algo de lo que producen. Les inspira mucha confianza.  En cambio, con los políticos era inamovible, se les ponía muy a la altura. Tenía todos los contactos del mundo y su posición económica le permitía despreciar a quien quisiera. No es que fuera rica, pero su familia tiene una tortería en el centro desde hace como 50 años y al morir sus papás se la quedó Lety. Ella iba todas las tardes a hacer el corte de la tortería. Tiene tres hermanos, una mujer y dos hombres. Pero son todos distintos. Ella siempre fue muy movida. Mandaba a varios medios. Era muy cercana a Beatriz Gutiérrez Muller. Acuérdate que Beatriz era periodista acá. ¡Y buena! De ahí fue la relación con López Obrador. No puedo creer que no está. El viernes le quitaron el respirador, se estaba recuperando.

Filiberta Nevada, defensora ambiental amenazada. Zacacuautla, Hidalgo.

Gracias a ella nosotros supimos de la existencia de un megaproyecto. En 2017, fue invitada a exponer en el foro sobre derechos humanos. Nos alertó. Se escuchaba como fantasioso que alguien quisiera romper nuestros montes. Pero ella lo explicó muy bien y trajo un video. Eso dio lugar a la formación de un consejo que se encargó de iniciar los amparos. Estuvo en muchas asambleas que se hicieron en cada pueblo. Ella o reporteros de ella, pero siempre estaban.

Era una persona extraordinaria, toda llena de amor. En septiembre del año pasado fui amenazada y en el momento más álgido vino a mi casa de la manera más sencilla. No como funcionaria, sino como amiga. Luego me llamó para decirme que mis abogados no estaban haciendo lo que debían para mi incorporación al mecanismo. Fue la última vez que tuve comunicación. Ahora pregunté y me dijeron que probablemente en febrero, en la segunda etapa. Yo creo que todo sigue igual. Ni mejoró ni empeoró con este nuevo gobierno, sólo que ahora con las redes estamos más enterados. Yo oigo las sierras todo el tiempo. Pero los municipales pasan y dicen “ya fuimos y no hay nada”. Los estatales no vienen y los federales ni contestan. Nuestro trabajo es este. Si acaban conmigo pues es una persona, pero el monte no tiene remedio.

Leobardo Jacobo Nájera, defensor ambiental. Pahuatlán, Puebla.

No recuerdo exactamente cómo la conocí. Siempre la traté como una persona a la que conocía de toda la vida. Le encantaban los puros que es un tipo de pan típico de Pahuatlán y yo fui un vínculo para ella con toda la resistencia de la zona, en torno al gasoducto. Ella llevó el tema a un foro de derechos humanos realizado en el patio de mi casa por dos presos indígenas acusados de haberse robado un auto, y los sentenciaron a 9 años, aunque ninguno sabía manejar. Cuando nos explicó, nos olvidamos del foro y nos dedicamos al gasoducto. En ese lapso estreché un lazo enorme con Lety. Comenzamos a peregrinar comunidad por comunidad y la información de Lety fue muy importante para que pudiéramos aterrizar la estrategia contra el gasoducto.

Donde iba a pasar el gasoducto es una zona otomí-tepehua que rodea al Río Tuxpan. Promovimos un amparo y lo ganamos. Y hace un año vino López Obrador a San Pablito y dijo que se va a cambiar la ruta del gasoducto. Yo no me quise presentar porque estaba muy enojado, pensaba que diría que la consulta solo era con los pueblos indígenas. Ahora está parado. Lo que falta es el proceso jurídico. Para nosotros, Lety era una interlocutora muy importante porque sí confiamos en ella. Ella tenía un profundo amor por la sierra de Puebla. No hay ese tipo de concursos, pero si hicieran uno de las mujeres que más aman a la sierra, ahí se lo llevaba. Era eso y un tremendo compromiso con el ser humano y con los pueblos originarios.

Le lloré. Estaba dispuesto a donarle plasma, como sobreviviente de covid. Pero no sabía quién era el responsable familiar.

María Luisa Albores, secretaria de Medio Ambiente del gobierno federal. Ciudad de México.

La conocí en Cuetzalan, con el movimiento por la vida y territorio de la Tosepan. Ella era una guardiana de la sierra. Hacíamos pequeñas asambleas y ella nos hacía las notas, que publicaba en varios medios. Si no acudía, le decía a alguien para que fuera. Y yo le llamaba y le contaba lo que había pasado. Era un tiempo difícil para quienes luchábamos porque teníamos un gobierno represor. Es cuando nace el documental de la Sierra Norte por la Vida.

Mi Lety era una mujer muy seria en su trabajo, porque se metía a fondo, sin temor. Una mujer muy sensible, con un carácter bien puesto. No se dejaba de nadie. Muy franca y derecha. Y siempre tenía que ayudar a los otros. En 2018 la volví a topar en el equipo de transición. En la calle de Zacatecas nos habían prestado una oficina y ella empezó a hacer su equipo. Empezamos a tener más cercanía ya en el gobierno. Fuimos con La escuela es Nuestra a Michoacán, a La Yesca, a la sierra norte de Puebla. Y después de que tuvo covid la primera vez, se recuperó y fue con los guarijíos, a los Altos de Chiapas.

No me lo esperaba. Pensaba que sería como el subsecretario Tonatiuh Herrera, que el sábado 2 de diciembre (la fecha correcta es 5 de diciembre) me dijo que se iba al hospital. Estaba muy mal y el domingo lo habían intubado. Yo me vine de madrugada y el lunes ya estaba en Ciudad de México. Fue cuando hablé con Lety me dijo que se iba a hacer una prueba de covid porque estaba tosiendo. ‘Todavía me falta mi mesa técnica’, me dijo y yo le dije que se olvidara de la mesa y se fuera al doctor. El lunes en la tarde ya no me contestó. Pedí que la fueran a ver. El oxímetro marcaba bien. Ya he sabido de varios casos en donde el oxímetro marca bien. La metieron al hospital militar el jueves y el domingo la intubaron. Todavía antes le escribí, porque el lunes 14 yo tenía una reunión en Atenco y le dije que se recuperara y que luego íbamos a ir juntas. Me respondió. Me dijo: “salúdame a los compañeros”. Pero ya no salió. Tuve la esperanza de que para el 24 y el 31. Pero no. Al final le falló el riñón y… lo siento. Es que a mi Lety la quiero mucho.

Pablo Ramírez, conductor personal. Ciudad de México.

Siempre mantuvo un perfil sencillo, nada oneroso. No le gustaban las escenografías, ya ves que la política es muy dada a hacer escenografías. Pero ella iba, verificaba, conocía de primera mano a la gente. Quién sabe cómo conseguían su teléfono, pero ella atendía todo personalmente, no los bateaba.  Siempre el asunto con ella era cómo resolver. Algún día llegó a poner de su bolsa (para pagar una beca), porque el sistema no permitiría el ingreso, porque estaba el trámite fuera de tiempo. Pero ella lo hacía. Yo la conocí en la transición, había reuniones en una casa de Zacatecas y yo no estaba en ciertas reuniones, pero siempre defendió los programas. Tenía alma altruista. Le gustaba la gente. Creo que tenía esa necesidad de ser parte de todo esto. Su compromiso no era con los grupos políticos, era con el presidente. A mí me consta que ella daba dinero de su bolsillo. Y no se dejaba adular. En cuestiones financieras era muy transparente. Ni un peso. Nada. Eso sí te lo puedo firmar. Siguió siendo casi igual, así como tú la viste. No se comportaba como una funcionaria. Y yo pensaba que por lo menos aquí no se roba. Que no estamos contribuyendo a que nadie se lleve nada. Ahora no sé qué va a pasar. Supongo que quedará alguien del equipo. Yo creo que el numerito ya camina.

Yo la vi por última vez el día que se fue a hacer la prueba. Había bajado de peso, se veía bien, mejor, porque ya ves que ella le entraba bien, igual a una quesadilla que a una pizza o ensalada, pero últimamente cambió su dieta. La vi como con gripa, tosía un poco. La acompañé a Médica Sur. Al salir pasamos por un jugo de avena, porque te digo que se estaba cuidando. Todo aparentemente normal. Todavía no lo creo. Yo la vi. Estaba bien.

III. El periodismo que vale

Es viernes 15 de enero. En Radio Expresión, el medio que fundó Leticia Ánimas para la Sierra Norte de Puebla, sus amigos organizan un homenaje: Un café con Lety por Facebook live celebra a “una huachinanguense que llegó al primer nivel de la política nacional. Daba todo lo que tenía, no lo que le sobraba, y no le dolía”.

Al fondo, Lety sonríe a la cámara, con un violín. Sus amigos le lloran y le cantan huapangos:

Ando buscando consuelo / en el amor que dejaste. 

En el amor que dejaste /ando buscando consuelo.

Como águila de alto vuelo / a muchos nos inspiraste, 

incluso llegaste al cielo / de lo lejos que llegaste

Luego de dos horas, hay una conclusión irrebatible: “Si alguien gastó tinta contra los proyectos de muerte y dándole voz a los pueblos fue Leticia Ánimas Vargas. Por eso nos duele”.

Y una cosa más, que apunta Jorge Armando Hernández:

“Supo demostrar que el periodismo regional vale y vale mucho. Se convirtió en un altavoz para las personas que no tienen acceso a una cámara o a un micrófono para poder expresar lo que les agobia. Larga vida Leticia Ánimas. Que sus amigos sean capaces de ponerle en el lugar que le corresponde en esta historia”

***

Han pasado tres semanas desde que Lety perdió la batalla contra el virus que ha cambiado la vida de la humanidad. El mismo día de su muerte comencé a tener síntomas de covid y tuve que concentrar mis energías en no complicarme.

Sobrevivir, parece la consigna de este nuevo año.

Pienso en la muerte. En todo lo que se ha llevado esta pandemia. En los ausentes que duelen doble, como Lety o el Padre Pantoja o Conchita Hernández.

Veo por enésima vez sus mensajes en el whats app. El último, que sigue sin responder, y su foto de perfil: un atardecer en la sierra de Puebla.

El dolor es un espacio inhabitable. Adiós, Lety. Adiós, colega. No sé por qué sobrevivo yo y tú no. Pero acá seguimos peleando tus batallas.

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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.

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