“Chidas en línea”, un proyecto feminista, ha documentado y analizado las consecuencias de la violencia digital en las adolescentes mexicanas, así como qué pueden hacer para combatirla
Allison Madrid / Lado B
“[En México] cada minuto, cinco adolescentes y jóvenes son víctimas de violencia digital”, explicó la periodista Sonia del Valle con base en datos obtenidos en el Módulo de Ciberacoso del Inegi del 2019. Este y otros datos se retoman en “Chidas en línea: Un estudio del impacto de la violencia digital contra las adolescentes en México”.
De acuerdo con el reporte, gran parte del problema es que, si bien es cierto que las adolescentes han crecido habitando el espacio digital y sabiendo manejar los distintos medios y redes sociales, a veces desconocen que estos también son espacios de derechos humanos en los que pueden habitar libres de violencias. Asimismo, no tienen las herramientas suficientes para identificar cuándo están siendo violentadas o cómo pueden defenderse y protegerse, dejándolas en una constante posición de vulnerabilidad.
De acuerdo con Chidas en línea, esto último se debe a que no existe una educación integral en ningún nivel educativo que tome en cuenta protocolos de prevención y/o atención ante las agresiones digitales. Tampoco se llevan a cabo campañas de sensibilización por parte de las escuelas, ni por parte del Estado para ayudar a mitigar y sobrellevar sus efectos.
Otro factor tiene que ver con el contexto actual de pandemia, pues el estudio menciona que el cierre masivo de espacios públicos, escuelas y lugares de trabajo propició que la presencia online creciera exponencialmente en distintas redes sociales y plataformas digitales para la educación en línea y la organización laboral; Facebook la red más utilizada por mujeres, pasando en promedio 89 minutos diarios en ella.
Adolescentes no denuncian por miedo a repercusiones sociales y familiares
Del total de jóvenes encuestadas (403), sólo 257 respondieron a la pregunta de si habían pedido apoyo después de ser violentadas en línea, de ellas, únicamente el uno por ciento solicitó ayuda a la policía cibernética, fiscalía o algún instituto de la mujer; 29 por ciento acudió a amigas para pedir apoyo; 26 por ciento habló con su familia, El seis por ciento con su pareja y otro seis por ciento con las autoridades escolares. El 30 por ciento, no pidió ningún tipo de apoyo.
La falta de denuncias radica en “la poca fe en el sistema de justicia en México; el exceso de burocracia y lo costoso que es conseguir un abogado; miedo a la revictimización por parte de las autoridades, o a que la autoridad difunda las fotos íntimas a medios de comunicación; que terceras personas (policías, jueces, ministeriales, personal de la policía y fiscalía) vean el contenido íntimo”, como se lee en el reporte.
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Su edad también constituye un factor importante al hablar de denuncias, ya que al ser menores de edad, para denunciar deben de ir acompañadas de madre, padre o tutor; sin embargo, en muchas ocasiones las jóvenes no se acercan a denunciar por miedo al castigo y por desconocimiento de los protocolos de denuncia.
Mujeres de 17 años, las más vulneradas
Dentro de los distintos tipos de violencias analizadas en este estudio (acoso, expresiones discriminatorias, campañas de desprestigio, amenazas, difusión de material íntimo sin consentimiento y abuso sexual relacionado con las tecnologías) las encuestas mostraron que las jóvenes de 17 años fueron las más afectadas.
Asimismo, de acuerdo con el estudio, las violencias que más afectan a las adolescentes son el acoso, que representa el 18 por ciento del total; le siguen las expresiones discriminatorias con un 14 por ciento; las campañas de desprestigio, el acceso y control no autorizado de sus redes, así como las amenazas, representaron el siete por ciento cada una.
El cinco por ciento sufrió monitoreo y acecho; mientras que violencias como el control y manipulación de información, suplantación o robo de identidad y afectaciones a sus canales de expresión significaron el cuatro por ciento cada una; al mismo tiempo, la difusión de información personal y de contenido íntimo sin consentimiento, extorsión, desprestigio, abuso sexual relacionado a la tecnologías y omisiones por parte de actores con poder regulatorio, sumaron un 18 por ciento en conjunto (tres por ciento cada violencia).
Tristemente las consecuencias no son únicamente sociales, las personas que viven estas situaciones sienten ansiedad, tristeza, se pueden enfermar del estómago, o incluso dejar de comer debido a secuelas emocionales.
De las chicas encuestadas, 68 por ciento reportó haber sufrido consecuencias emocionales; por otro lado, el 14 por ciento cerró sus redes sociales; el cinco por ciento dejó de asistir a sus clases y tan solo el uno por ciento incrementó su seguridad.
Empoderamiento feminista digital: tomando consciencia y dejando la culpa atrás
“Me hubiera encantado saber de la existencia de algún programa escolar o de gobierno. En esta situación [de violencia digital] la única que me pudo ayudar fui yo misma investigando, hasta encontrar al feminismo y a personas como ustedes que me ayudaron a comprender que lo que me pasó no fue mi culpa”, comentó Julia, de 13 años, de San Luis Potosí.
Para muchas adolescentes el acercamiento al feminismo les ayudó a superar la situación de violencia que estaban viviendo; posteriormente, también pasaron por un proceso de autoeducación en el tema, además de preguntarse si en el futuro ayudarían a otras mujeres que pudieran a pasar por una situación similar.
Impulsado por la comunicadora y tallerista ciberfeminista Candy Rodríguez, la activista Angélica Contreras, la investigadora Mariana Ramos y la economista Daniela Bernal, Chidas en Línea surgió a partir de que las tres notaron que se hablaba muy poco acerca de cómo las adolescentes manejan las agresiones digitales en México.
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Con base en esto, las autoras concluyeron que el acercamiento al feminismo dentro de las escuelas es de suma importancia, tanto para la capacitación de las autoridades al tratar estos casos, como para el empoderamiento de las jóvenes, la creación de redes de apoyo y la recapacitación de aquellas que han sido agresoras anteriormente.
Una encuesta online, entrevistas y el análisis de las cifras recabadas después del estudio dieron paso a confirmar un proyecto, que destaca algunas propuestas hechas por las mismas jóvenes que participaron en la investigación para crear lo que en el reporte llamaron “empoderamiento feminista digital”.
El empoderamiento feminista digital se refiere al proceso que las adolescentes viven, desde el momento en el que identifican lo que les está sucediendo o sucedió, hasta que pueden enunciar que no fue su culpa, y concluye con la toma de acciones para prevenir que no se vuelvan a repetir las agresiones, además de compartir su experiencia con otras mujeres para evitar que les suceda algo parecido.
Para las jóvenes, espacios como Chidas en línea, son lugares seguros e indispensables para poder compartir sus historias. Una de ellas comentó que se le haría “padre que hubiera más espacios así, abiertos, y que el público los conozca; antes no había conocido un lugar seguro para compartir mi historia. Me gustaría que fueran más públicos estos sitios feministas y que hubiera más información sobre violencia digital”.
Las propuestas incluyeron también una policía cibernética más activa, campañas de prevención y sensibilización tanto para adolescentes como para escuelas, familiares y autoridades gubernamentales, así como varias exhortaciones hacia otras chicas para que no sientan culpa.
Para consultar el proyecto completo haz clic aquí.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Lado B que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.