La UEFA considera que el papel de la Coca Cola es fundamental para la realización de la Eurocopa, sin tomar en cuenta que utilizan el deporte para promover productos que provocan graves efectos a la salud. Mientras, distintos países del mundo se suman al impuesto a bebidas azucaradas como una medida para combatir enfermedades como diabetes.
Kenia Velázquez / PopLab
Guanajuato – La cara de molestia del futbolista Cristiano Ronaldo mientras apartaba un par de coca colas dio la vuelta al mundo y provocó un tsunami en las redes sociales, no sólo por su evidente desprecio a los refrescos sino también por su invitación a beber agua. El gesto no quedó en lo mediático, llegó a las bolsas de valores y provocó pérdidas millonarias a la poderosa empresa, lo que provocó que la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol, (UEFA) emitiera un comunicado asegurando que el papel de los patrocinadores es fundamental para realizar el torneo, sin tomar en cuenta que usan el deporte para fomentar la mala alimentación.
Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible hace unos años, cuando una coca-cola era lo más inocuo del mundo, frente a las bebidas alcohólicas por ejemplo, y el rostro mismo de la felicidad, de acuerdo a las insistentes y multimillonarias campañas publicitarias que llegaron a ser el corazón de fiestas tan entrañables como la navidad o parte sustancial de los mayores eventos deportivos en el mundo.
Ronaldo puede darse el lujo de un gesto de independencia ante la dictadura de las marcas y los patrocinios porque, gracias al trabajo de organizaciones de la sociedad civil y académicos, hay una comunidad creciente, masiva y sensible frente al daño provocado por los productos ultraprocesados, la chatarra alimenticia y las bebidas altamente azucaradas.
La imagen tuvo lugar durante una rueda de prensa en la que el jugador iba a hablar sobre el juego de la selección de Portugal en la Eurocopa. Lo que dijo sobre el partido, nadie lo recuerda ya, pero su gesto ha impactado de tal manera que incluso provocó una caída de las acciones de la refresquera, que le provocaron pérdidas por cuatro mil millones de dólares, cuyo valor de marca se calcula en 84 mil millones de dólares.
El jugador del Juventus ha declarado anteriormente que no consume bebidas azucaradas y comida chatarra y evita que su hijo lo haga. Y tiene razón, una lata de refresco tiene, en promedio, 25 gramos de azúcar, calorías vacías que están relacionadas con la diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y hepáticas, caries, gota o incluso con comportamientos agresivos. Dejar de tomar bebidas con azúcares añadidos reduce significativamente la grasa abdominal y el colesterol, mejora la resistencia a la insulina, entre otros muchos beneficios.
La otra cara que Cristiano no quiso promover y que ha provocado que otros jugadores, como el italiano Manuel Locatelli hayan imitado su comportamiento. Ojalá que más estrellas deportivas se les sumen.
Impuesto a bebidas azucaradas
México es el mayor consumidor de refrescos, siete de cada 10 litros vendidos son de cola, de los cuales el 64 por ciento son de Coca-Cola, Pepsi le sigue de lejos con el 14.9 por ciento. El problema es tan grave que incluso bebés de 6 meses los consumen.
Si bien con el etiquetado frontal de alimentos se espera que se reduzca la ingesta de estos productos, hay otras medidas que ayudarían. En enero de 2014 entró en vigor en México el impuesto de 1 peso por litro sobre las bebidas azucaradas, un estudio encontró que entre 2014 y 2015 hubo una reducción promedio del 7.6 por ciento. La disminución se dio principalmente en los hogares de nivel socioeconómico más bajo, pero además crecieron 2.1 por ciento las ventas de bebidas libres de impuestos. Un análisis que abarcó 2014-2017, arrojó que las ventas per cápita de bebidas azucaradas se redujeron en promedio 8.3 por ciento.
Una revisión de la eficacia del impuesto reveló que el consumo de refrescos es alto en los países donde el acceso al agua potable gratuita es limitado y esto tiene que ver con la accesibilidad y esa es parte fundamental del alto consumo en México. Aunque el presidente, Andrés Manuel López Obrador ha dicho que no aumentará los impuestos, expertos consideran pertinente hacer un ajuste a 2 pesos por litro más los incrementos por inflación de cada año y que esos recursos se destinen para proveer agua potable y en la prevención y tratamiento de enfermedades crónicas.
Y es que lo beneficios que traería el incremento al gravamen son muchos: en una simulación realizada por investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública y la Universidad de Harvard para proyectar el impacto del impuesto a diez años, calculó que el impuesto actual evitaría 239 mil 900 casos de obesidad, el 39 por ciento de los cuales serían niños y niñas; además se podrían prevenir 61 mil 340 casos de diabetes y se podrían ahorrar más de 1800 millones de pesos en atención a la salud en 10 años.
Este tipo de medidas han demostrado traer grandes beneficios, pues no sólo desincentiva a los consumidores, sino que también contribuye a que los fabricantes reduzcan la cantidad de azúcar, en el Reino Unido el gravamen logró que el número bebidas con más de 5 gramos por cada 100 mililitros descendiera de 49 a 15 por ciento.
En Portugal, tierra de Cristiano, el impuesto provocó una caída en las ventas y la reformulación del producto. En Hungría el gravamen a la comida y bebida chatarra se ha asociado con una reducción en el consumo de entre el 3 y 4 por ciento, lo mismo ha ocurrido en Cataluña y Sudáfrica, en Tonga aumentó el consumo de agua.
Hoy son más de 70 países los que han implementado este tipo de impuestos. Otras naciones y regiones están buscando implementar medidas similares, algunos son Pakistán, Hawái, Washington, Virginia Occidental, Rhode Island, Islandia, entre otros que buscan paliar la grave carga que representan las enfermedades no transmisibles.
Organizaciones como la World Cancer Research Fundation considera un éxito los impuestos a las bebidas azucaradas en todo el mundo. La Asociación Americana del Corazón publicó un estudio que concluye que los impuestos son una herramienta de política de salud pública eficaz que reduce el consumo de bebidas azucaradas y, por lo tanto, mejorar la salud y el bienestar general.
En la misma sintonía está la Organización Panamericana de la Salud, que considera que la importancia de los impuestos “es cada vez más evidente”, ya que tienen un triple beneficio: “1) mejoran la salud de la población, 2) generan ingresos y 3) pueden reducir a largo plazo los costos de atención de salud y pérdidas de productividad asociados a las enfermedades no transmisibles”, dice el organismo.
Y el Banco Mundial lo ve “como un componente importante de una sociedad integral enfoque para abordar las dietas poco saludables y las Enfermedades No Transmisibles. Desde una perspectiva de salud pública, las bebidas azucaradas son un objetivo clave para la intervención dada la considerable carga de enfermedad atribuible a ellos, y su papel totalmente discrecional en la dieta”.
Intromisión de la industria
El beneficio a la salud y las presiones de la sociedad civil ha provocado que la industria refresquera minimice los efectos del azúcar o influya en las políticas públicas, como ha pasado en México, y que también han recurrido a universidades para que realicen investigaciones científicas que les sean favorables.
Por otro lado, la industria no suele ser del todo sincera cuando se trata de informar sobre la cantidad de azúcar que tienen sus productos.
Un análisis reveló que lo “que se declara en la etiqueta no siempre es consistente con el tipo de azúcar detectado. La variación en el contenido total de azúcar, oscilaba entre el 85 por ciento y el 128 por ciento de lo que figuraba en la información nutricional, esto puede provocar estimaciones erróneas del consumo de azúcar para los consumidores”.
En Sudáfrica, presentaron ante el ministerio del Tesoro, pruebas fuera de contexto y exageradas en su apelación al impuesto al azúcar.
En California, las refresqueras han hecho donativos por al menos 8.9 millones de dólares a campañas tanto del gobernador, como de legisladores, denunció Eric Batch, vicepresidente de la Asociación Americana del Corazón para así frenar iniciativas para aplicar medidas impositivas.
Además de los cabildeos y las presiones para impedir medidas a favor de la salud pública, la industria de bebidas y comida chatarra recurren a los dibujos animados, personajes de series o películas y estrellas del deporte para promocionarse.
La publicidad dirigida a niños y niñas de los productos chatarra ha comenzado a regularse en distintos países, pues se ha comprobado la influencia que tiene en la infancia y en las decisiones de compra de sus cuidadores. Las personas menores de edad son el centro de la estrategia pues además de su vulnerabilidad, se convierten en clientes cautivos de por vida.
Por eso en Australia, se lanzó una campaña para instar a jóvenes de 12 a 24 años que dejen de consumir bebidas azucaradas sustituyendo las imágenes seductoras que utilizan las refresqueras por otras más crudas para hacer reflexionar a los consumidores.
Aunque los daños del refresco son de sobra sabidos, y crece la conciencia en torno a ello, el gesto de Cristiano es un mensaje poderoso para niños, niñas y jóvenes, quizá los más vulnerables al ambiente obesogénico construido por el constante y omnipresente bombardeo de publicidad que los invita a consumir chatarra, así que su invitación a tomar agua es algo que hay que agradecer al astro deportivo.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pop Lap que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.