No debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo que no sea lacayo de nadie, dijo el presidente, ante embajadores y representantes de 25 países de la región reunidos en el Castillo de Chapultepec; la escritora Isabel Allende le dijo que, en este cambio de época, México tiene un papel fundamental de concretar el sueño del libertador.
Texto Daniela Pastrana / Pie de Página
Ciudad de México- Ante embajadores y representantes de gobiernos de América Latina y el Caribe, el presidente Andrés Manuel López Obrador aprovechó la conmemoración del natalicio de Simón Bolívar para plantear una propuesta audaz: hacer una suerte de unión-latinoamericana.
“La propuesta es, ni más ni menos, que construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades”, dijo el presidente, en un discurso que sorprendió a más de uno.
“En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo. No lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto, en asuntos de derechos humanos y de democracia”.
Aseguró además que está consciente de que se trata de un asunto, que “requiere de una nueva visión política y económica”, pero pasó la tarea a los diplomáticos que lo escuchaban: “Es una gran tarea para buenos diplomáticos y políticos como los que, afortunadamente, existen en todos los países de nuestro continente”.
La declaración del presidente mexicano se enmarca en el activo papel que ha tenido su gobierno en espacios de política exterior, desde el apoyo para la salida de Evo Morales de Bolivia hasta la propuesta presentada en la ONU de generar un mecanismo para la distribución equitativa de vacunas.
Este discurso, lanzado en el Castillo de Chapultepec y con el motivo de una conmemoración histórica, como el aniversario del natalicio de Bolívar, fue la señal de salida para la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que se realiza en la Ciudad de México y que es el ensayo para la próxima cumbre de Jefes de Estado latinoamericanos, prevista para septiembre. México impulsa el desplazamiento de la Organización de Estados Americanos (OEA), bajo la dirección del uruguayo Luis Almagro, por una apuesta más regional para la solución de problemas latinoamericanos.
Esta idea ya fue impulsada en su momento por el venezolano Hugo Chávez y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, pero en ambos casos los esfuerzos se diluyeron. Ahora, el presidente mexicano ha aprovechado las conmemoraciones históricas por el aniversario de la Conquista para tejer acuerdos con presidentes y líderes políticos de toda la región. En uno de estos eventos, la expresidenta destituida de Brasil, Dilma Rouselff, destacó al gobierno de López Obrador como uno de los liderazgos populares y progresistas de la región.
Ahora fue la escritora Isabel Allende, quien puso al proyecto de López Obrador en la cabeza de la batalla que viene: “México, como nación líder del continente, tiene un papel fundamental en ese mundo nuevo que estamos imaginando. Este fabuloso país tiene la misión histórica de hacer realidad el proyecto de El libertador”.
“México ha sido un faro”: Allende
La escritora chilena fue la invitada de honor. Inició su mensaje con una advertencia por el tiempo: “Me han dado cinco minutos para este saludo, pero no soy poeta, no puedo decir mucho en pocas palabras, soy novelista, necesito muchas palabras para decir muy poco; así que abusaré de la legendaria hospitalidad mexicana, me voy a tomar siete minutos, bueno, tal vez ocho”.
Contó que cuando Salvador Allende fue elegido presidente de Chile, en 1970, ella era una “joven periodista que observaba fascinada las fuerzas políticas y sociales que intentaban transformar a América Latina” y en un viaje al sur, conoció el mural de Jorge González Camarena que México le había regalado a su país y que tiene como tema hermandad de los pueblos latinoamericanos. “La historia de México, como de toda Latinoamérica, es un mural de claroscuros, de esperanzas y fracasos, de héroes y villanos, de ideales y de traiciones, de caudillos brutales y de revolucionarios, de grandes pensadores y de una multitud de saboteadores, pero sobre todo es un mural de brillantes colores, luminoso, magnífico”, dijo.
Luego agradeció el refugio que México dio a miles de chilenos que escaparon de la dictadura, y en especial a la familia Allende, que en este país encontró una patria y otro hogar.
“México ha sido un faro en la neblina. A estas orillas han llegado los pobres de otras partes buscando trabajo. Los intelectuales y artistas, necesitados de aire y cielo para extender las alas; los refugiados del holocausto nazi; los de la revancha fascista de la dictadura del cono sur; los perseguidos y los derrotados que siguen luchando”.
Ahora, siguió la escritora, estamos viviendo un momento extraordinario, “nadie recuerda una crisis global de esta magnitud como es la pandemia”. Y no es la única: pobreza, drogas, crimen, cambio climático, migración, terrorismo y sobre todo violencia de género, que afecta a la mitad de la humanidad “y que en nuestro continente, donde todavía impera el machismo, es una trágica realidad”.
Pero hoy, por primera vez todos sufrimos la misma suerte y gracias a la tecnología, podemos compartirla minuto a minuto.
“Nadie está realmente a salvo si no lo estamos todos”, dijo Allende, al destacar que esta es una oportunidad única para la reflexión sobre el mundo que queremos para el futuro.
“¿Qué mundo queremos para nuestros hijos? Es la pregunta más importante de nuestro tiempo, la pregunta que cada mujer y hombre consciente debe plantearse y sobre todo la pregunta que las naciones deben responder”, dijo a los embajadores.
“Para eso estamos aquí”: Ebrard
Los dos oradores mexicanos, además del presidente, fueron los dos políticos que el establishment mexicano ubica en la línea de sucesión presidencial: Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y el canciller Marcelo Ebrard, quien se veía muy satisfecho con el encargo presidencial (y con haber logrado reunir a casi todos los países de la región, algo que la OEA ya puede hacer).
En una breve intervención, Ebrard destacó lo que, desde su perspectiva, es la gran lección de la pandemia: “que si nosotros no actuamos en conjunto y no hablamos como una sola voz, nadie se va a ocupar de nosotros, nadie va a preguntarse: ‘Bueno, ¿y América Latina y el Caribe ya tendrá vacunas? ¿América Latina y el Caribe tendrán los recursos suficientes para salir adelante?, ¿Tienen los equipos?’ No, nadie lo va a hacer, sólo nosotros”.
Antes, recordó el llamado que hizo Bolívar en 1822 a organizar una confederación de repúblicas de América y lanzó una pregunta a los representantes de Argentina, Antigua y Barbuda, Barbados, Belice, Bolivia, Colombia, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay, Venezuela, San Cristóbal y Nieves.
“¿Tiene sentido, tiene alguna perspectiva en el siglo XXI pensar en una comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños? ¿Necesitamos este espacio más allá del viejo anhelo de la unión de América Latina y el Caribe?”
Él mismo respondió: “No sólo lo necesitamos, sino que lo queremos y lo estamos construyendo entre todas y todos los que estamos aquí”.
El mensaje de la jefa de Gobierno, por su parte, fue más largo, más histórico y menos político.
La jefa de Gobierno se refirió a tres hechos históricos relacionados con el homenajeado: La visita de Bolívar a esta ciudad que llamó ‘metrópoli por excelencia’ (cuando tenía 16 años y se dirigía a estudiar a Madrid, pero en Veracruz tuvo que esperar el cese de un bloqueo de barcos ingleses en la Habana); sus referencias a México en su Carta de Jamaica (donde sintetizó los elementos constitucionales de Ignacio López Rayón, el ideario de Morelos y los alcances de la Constitución de Apatzingán), y el reconocimiento como ciudadano mexicano que le dio el pleno del Congreso Constituyente de 1824.
Luego, aseguró que “México vive hoy una gran transformación de la vida pública de México que le ha regresado a su pueblo recursos que antes se desviaban para el beneficio de unos pocos y el empobrecimiento de muchos” y cerró con un “Bienvenidos a la ciudad de derechos y libertades”.
“El modelo se agotó”: López Obrador
Fiel a su costumbre, el presidente López Obrador usó la historia para traer al presente un tema: en este caso, el papel de Estados Unidos en la región.
A Bolívar lo definió como “un vivo ejemplo de cómo una buena formación humanista puede sobreponerse a la indiferencia o a la comodidad de quienes provienen de cuna fina”, lo comparó con Hidalgo y Morelos, por sus virtudes excepcionales. También le dedicó un poema que en su honor escribió el tabasqueño Carlos Pellicer.
Resuelto el tema, dirigió su mensaje hacia el inclumplido sueño bolivariano y el papel hegemónico de Estados Unidos.
“La lucha por la integridad de los pueblos de nuestra América sigue siendo un bello ideal. No ha sido fácil volver realidad ese hermoso propósito. Sus obstáculos principales han sido el movimiento conservador de las naciones de América, las rupturas en las filas del movimiento liberal y el predominio de Estados Unidos en el continente (…) La consigna de América para los americanos terminó de desintegrar a los pueblos de nuestro continente y destruir lo edificado por Bolívar”, dijo.
“Esta expansión territorial y bélica de Estados Unidos se consagra cuando cae Cuba, el último bastión de España en América, en 1898, con el sospechoso hundimiento del acorazado Maine en La Habana, que da lugar a la enmienda Platt y a la ocupación de Guantánamo (…) Desde aquel tiempo, Washington nunca ha dejado de realizar operaciones abiertas o encubiertas contra los países independientes situados al sur del Río Bravo (…) Podemos estar de acuerdo o no con la Revolución Cubana y con su gobierno, pero el haber resistido 62 años sin sometimiento, es toda una hazaña. Por su lucha en defensa de la soberanía de su país, el pueblo de Cuba merece el premio de la dignidad”.
Pero fue en ese punto cuando dio un viraje a su propuesta: dejar de pelear con el gigante.
“El modelo impuesto hace más de dos siglos está agotado, no tiene futuro ni salida y ya no beneficia a nadie. Hay que hacer a un lado la disyuntiva de integrarnos a Estados Unidos o de oponernos en forma defensiva (…) No es poca cosa tener de vecino a una nación como Estados Unidos. Nuestra cercanía nos obliga a buscar acuerdos y sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas, pero al mismo tiempo tenemos poderosas razones para hacer valer nuestra soberanía y demostrar con argumentos, sin baladronadas, que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero”, dijo.
Convencer a los gobernantes estadounidenses de que es posible una nueva relación entre los países de América, con respeto y “sin que nadie se quede atrás”, es posible, insistió el mandatario, ante el nuevo escenario económico mundial. Porque de mantenerse la tendencia del mercado mundial de las últimas tres décadas, para 2051 China tendría el dominio del 64.8 por ciento del mercado y Estados Unidos entre el 4 y 10 por ciento; lo cual, además de ser “una desproporción inaceptable”, mantendría viva la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza, lo que “nos pondría en peligro a todos”.
Sin embargo, aclaró que para lograr el propósito deben definirse de manera conjunta objetivos muy precisos en temas concretos, como la migración.
“No veo otra salida –insistió López Obrador–; no podemos cerrar nuestras economías ni apostar a la aplicación de aranceles a países exportadores del mundo y mucho menos debemos declarar la guerra comercial a nadie. Lo mejor es ser eficientes, creativos, fortalecer nuestro mercado regional y competir con cualquier país o región del mundo (…) Es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia; digamos adiós a las imposiciones, las injerencias, las sanciones, las exclusiones y los bloqueos. Apliquemos, en cambio, los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias. Iniciemos en nuestro continente una relación bajo la premisa de George Washington, según la cual, ‘las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos’.
Luego remató: “Lo aquí planteado pueda parecer una utopía; sin embargo, debe considerarse que sin el horizonte de los ideales no se llega a ningún lado y que, en consecuencia, vale la pena intentarlo. Mantengamos vivo el sueño de Bolívar”.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.