A pesar de que el Presidente López Obrador ha hecho hasta lo imposible para que su aeropuerto sea aprobado por la opinión pública, los propios datos le juegan en contra
Miguel Ángel Sosa / Twitter: @Mik3_Sosa
Ni rezándole a Santa Lucía el gobierno federal evitará la cadena de problemas que como fichas de dominó caen, una tras otra, sobre el nuevo aeropuerto. Los flancos abiertos están en todas partes y a quien piense que los escándalos llegaron a su punto más alto, le tenemos una mala noticia: faltan las auditorías.
Aún no llegamos a ver de qué tamaño es el desastre producto de la prisa, la cerrazón y la necedad. Se los advirtieron no solo los especialistas nacionales, también los extranjeros, les expusieron las razones contundentes de por qué no era viable y, aun así, guiados por el hígado decidieron continuar.
La actual administración acusó corrupción en el proyecto de Texcoco, dijeron a los cuatro vientos que algunos se enriquecían, que otros ganaban contratos leoninos, que unos más especulaban con las tierras. A la fecha no hay ninguna denuncia, ningún imputado, ninguna investigación que sustente aquel argumento.
A pesar de que el Presidente López Obrador ha hecho hasta lo imposible para que su aeropuerto sea aprobado por la opinión pública, los propios datos le juegan en contra. Desde la pifia con el diseño del logotipo hasta la altísima proyección que han hecho algunos medios sobre los costos terrestres que tendrán que pagar los viajeros para llegar al nuevo complejo aeroportuario.
El tema más reciente y que tiene que ver con asuntos que supuestamente son sensibles para la actual administración, le estalló en las manos a la secretaria de Energía. Desacuerdos latentes por las condiciones de trabajo, explotación laboral, adeudos en los pagos y quejas al por mayor entre trabajadores de todos los sectores que laboran en Santa Lucía.
Para colmo las promesas van lentas, y es que para estas fechas ya deberíamos contar con el carril confinado que llegaría hasta el nuevo aeropuerto y que prometió AMLO en el 2018. Además de aquella famosa conexión del Tren Interurbano México-Toluca que también se suponía tendría que existir ya en este momento, pero de la cual no se sabe nada.
Mientras todo esto pasa, la cuatroté ensaya visitas guiadas cada semana al nuevo aeropuerto para mostrar las bondades de levantar columnas inclinadas en donde no se debería haber construido nada. Dice el dicho que lo que mal inicia mal acaba y ese parece ser el destino del que debió quedarse solo como base aérea militar.
Pasado el primer trienio, el Ejecutivo se enfrenta al dolor de cabeza que será la Cámara de Diputados en donde la oposición recobró fuerza. La discusión del Presupuesto no será miel sobre hojuelas y en Palacio Nacional lo saben. Hay urgencia de dineros para acabar lo que iniciaron y la llave parece que se está cerrando. Tiene mucho que perder este fin de año la cuatroté, de entrada el margen de negociación.
ENTRETELONES
Los que no entienden que no entienden son los diputados morenistas, quienes insisten en confrontarse con los padres de niños con cáncer. Quién les dijo que hay boicot en el sufrimiento, quién les envenena el alma con tanta mezquindad. La respuesta todos la sabemos.