Opinión

La izquierda ausente en Chihuahua




noviembre 7, 2021

MORENA, a la que se le da la reputación de la izquierda partidaria, ni suena ni truena. Como partido político está ausente de los grandes debates que se dan en el estado de Chihuahua

Jaime García Chávez

No quisiera ser lapidario, empero afirmo que en Chihuahua no hay izquierda para enfrentar al gobierno recién instalado de María Eugenia Campos Galván ni producir la crítica que la circunstancia nacional de la Cuatroté exige.

Es frecuente, en el lenguaje ordinario, que se hable de izquierda como un movimiento social, como una expresión político-partidaria o, finalmente, como la expresión crítica de un sector de la intelectualidad.

Veamos la ausencia de los movimientos. La insurgencia campesina que se dio a fines del siglo pasado y que rebasó la simple lucha por la tenencia de la tierra para pasar a la defensa de la economía rural en materia de defensa del precio de los granos, el crédito y los insumos, ha desaparecido del escenario.

La historia del Frente Democrático Campesino, plural en cuanto a su composición, pero hacia la izquierda por la exigencia de políticas redistributivas, prácticamente ha desaparecido. Uno de sus líderes, Mario Vázquez, por ejemplo, hoy es prominente panista y jefe del control político de Campos Galván en el Congreso del Estado, y el FDC está reducido prácticamente a la nada en términos de izquierda social. Otros de sus líderes se han retirado de escena por diversas razones, pero ya no están con los bríos y el aliento que dieron en el pasado.

En el ámbito de la lucha por la democracia sindical y en contra del corporativismo y la defensa de los intereses económicos de los trabajadores asalariados, el escenario es el mismo o aún más deprimido. Justo a la hora en que la CTM, principal central obrera del charrismo sindical, se desintegra, la oportunidad de salir adelante con una alternativa política y organizativa no se hace presente, y en cambio surgen nuevas centrales que son una réplica de la vieja dependencia del movimiento obrero organizado en relación con el Estado.

Pero es de caricatura lo que pasa ahí. No hay punto de comparación entre aquel portentoso Comité de Defensa Proletaria, del cual emanó en los años treinta la CTM, con las adictas organizaciones que hoy se cobijan en el lopezobradorismo, porque no pueden vivir fuera de los lazos corporativos y vinculantes con el poder político en turno.

Por el lado de los partidos políticos, el balance es más escalofriante. De aquella izquierda, más allá de las diferencias del Partido Comunista Mexicano, de la guerrilla de Arturo Gámiz García, o de la Sociedad Ignacio Ramírez en la UACH a fines de los sesenta y setenta, prácticamente no queda nada.

Los sistemáticos pronunciamientos de analizar coyunturas, ensayar alternativas, vincular la teoría con la práctica, estar pendientes de los grandes problemas nacionales o internacionales, caracterizar las decisiones de gobierno, la lucha contra la represión, la práctica de un feminismo libertario y un ejercicio puntual de la crítica también está ausente.

La intelectualidad que antes jugaba un rol en todo esto, ahora se acomoda a los vaivenes y el pragmatismo de la política imperante y encuentra en los premios y reconocimientos, así sean patito, su recompensa. No creo que los intelectuales estén llamados a jugar el papel que jugaron en el pasado, por ejemplo cuando Emile Zolá lanzó su formidable Yo Acuso, pero tampoco acepto que se haya ido al barranco en el que cayó.

Todo esto viene a cuento porque MORENA, a la que se le da la reputación de la izquierda partidaria, ni suena ni truena. Como partido político está ausente de los grandes debates que se dan en el estado de Chihuahua. No nos ha ofrecido una hoja de ruta para enfrentar a la ultraderecha oligárquica que se anuncia con el gobierno de María Eugenia Campos Galván. Además, padece una esquizofrenia palpable. A esa ausencia se adosa que los personeros del gobierno federal aparezcan sin pudor alguno hablando de “coincidencias institucionales” en agendas que evidentemente lo único que permiten es hablar de divorcio y contradicción.

Así transcurre el tiempo y el proceso de concentración de poder en el Ejecutivo estatal, no tiene ninguna contrapartida y, tranquilamente, la actual administración camina hacia el apoderamiento cínico y despreciable del Poder Judicial, de las universidades y hasta de las uniones ganaderas que padecen una ausencia de tutores que ya se hizo proverbial.

Todo pasa por la calle, menos la izquierda, ni la de antes ni la de ahora, aunque esta última es difícil de clasificar en esa geometría política.

Se impone la tarea democrática de construirla.

05 noviembre 2021

***

Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.

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