Eso entre nosotros no ha sucedido por lo que se refiere a la UACh, porque el gobernador llega y cree que tiene un paquete de cargos a repartir y entonces impide que los universitarios piensen y actúen por cuenta propia y entonces destrozan todos los bienes que puede prodigar la universidad
Jaime García Chávez
Con el arribo al poder de la nueva administración en Chihuahua se ha generado un pálido debate sobre las autonomías que acompañan al estado a lo largo de los últimos años y que resaltan, sin superarlo, la visión de los tres poderes ya tradicionales: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Así, la teoría de la división de poderes que se le atribuye indebidamente en paquete a Montesquieu, se ve desde otra perspectiva, tal vez porque las abultadas atribuciones de que gozó el Ejecutivo se fueron descentralizando o desconcentrando, como lo explican no pocos constitucionalistas y sobre todo los especialistas en administración pública.
Pero lo que más llama la atención es el surgimiento de entes públicos que se conciben como órganos constitucionales autónomos, que surgen directamente de una disposición de la ley fundamental, que se supone en muchos de sus ámbitos de competencia, tienen un campo absolutamente separado de los que ejercen el poder instalado en alguna de la triada de todos observado.
Pero para que esta autonomía sea fecunda tiene que dimensionarse a sí misma con toda la responsabilidad, ya ejerciendo el autogobierno al interior del órgano, ya generando los bienes públicos que se le han encargado, ya disponiendo del patrimonio público puesto en sus manos con entera responsabilidad y transparencia y sujetos a la más rigurosa rendición de cuentas.
Pero tratándose de las universidades, que reportan el primer experimento autonomista, hemos visto de todo. Desde un rector como Javier Barros Sierra, de la UNAM, que encaró el autoritarismo diazordacista en 1968, hasta los rectores que hemos padecido en la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACh) que han ido a parar a la penitenciaría por escándalos de corrupción como Rodolfo Torres Medina y José Luis Franco Rodríguez, o doblegados hasta la abyección como Jesús Enrique Seáñez Sáenz durante el duartismo. Todos ellos y los gobiernos estatales que los respaldaron se dijeron autonomistas como el que más, aunque nunca lo fueron en realidad, para atraso y desgracia de Chihuahua.
La UACh obtuvo su autonomía en octubre de 1968, al inicio del gobierno de Óscar Flores Sánchez, y justo en ese momento llegó con la designación de un rector. En otras palabras: autonomía sí, autonomía no. En realidad la fuerza gravitacional del poder público tiende a ser avasallante y proclive a devorar la autonomía; pero el problema también tiene otra faceta: los que llegan para obedecer todas y cada una de las instrucciones que emanan del titular del Ejecutivo, sea quien sea. Se arriba al cargo sin asumir el valor propio y esencial de la autonomía.
En su primera fase la UACh tuvo rectores de muy buena talla. Destaca la figura del doctor Ignacio González Estavillo, el primero que ocupó el cargo. También brilla, sobre todo por su importancia que deriva de una obra señera, la figura de José Fuentes Mares. Merece, en mi concepto, un lugar particular Saúl González Herrera, que dentro de una universidad no autónoma, llegó a defender este estatus jurídico para evitar dobleces e hipocresías, pero que además pensaba que el estado tenía su propio proyecto de educación y lo tenía que sacar adelante. Para finalizar este recorrido de personalidades quiero recordar a Manuel Russek Gameros, de una familia de la élite económica muy reconocida, que además fue un rector profundamente liberal, conciliador, respetuoso y en ocasiones hasta partidario de propuestas de avanzada. Sin ser de una institución autónoma, ese espíritu vivía en su quehacer, no obstante haber sido designado por el general Práxedes Giner Durán, nombre que lo dice todo.
Pienso, entonces, que para abordar el gobierno de una universidad lo que se necesita es tener el talante para representar una institución tan importante. Es decir, el personaje hace el cargo.
Pero aquí la nota que me parece esencial: armar el rompecabezas implica que el gobernante ejecutivo brinde la oportunidad de que las cosas fluyan conforme al diseño institucional. Eso entre nosotros no ha sucedido por lo que se refiere a la UACh, porque el gobernador llega y cree que tiene un paquete de cargos a repartir y entonces impide que los universitarios piensen y actúen por cuenta propia y entonces destrozan todos los bienes que puede prodigar la universidad, con sus aciertos y con la asimilación y comprensión de los errores. Hay que generar entonces las condiciones para que estudiantes, académicos y autoridades tengan de inicio una mayoría de edad y la vayan acrecentando con la propia experiencia. Salirse del círculo vicioso de estar mirando a las alturas para recibir órdenes.
El gobierno recién instalado de María Eugenia Campos Galván es triunfalista y goza actualmente una borrachera derivada de una conquista electoral, y si ya no respetó la autonomía del Poder Judicial, partidizándolo al entregarlo al duartismo, al panismo y al priísmo, menos es de esperarse que tenga consideración con la UACh.
Es grotesco que las instrucciones de que desocupen la rectoría se publiquen en el periódico como noticia y con antelación al suceso mismo. Es el esquema despótico de engordar un poder a costa de todos los otros. Y conociendo las raíces ideológicas de los controladores, no es remoto que a la decadencia actual de la UACh sobrevenga un proceso de derechización, que negaría el espíritu mismo de universalidad.
No defiendo en lo más mínimo al rector Luis Fierro, nada me ata a él. Pero si tenía que salir, lo cual fue un hecho consumado desde el viernes, reclamo que hubiese sido por decisión de los universitarios. Pero que no se ensañe contra la universidad la hoz de la gobernadora que le ha dicho: “necesito el espacio, quítate”.
Y tan sencillo es el argumento que tengo a la mano que se llama autonomía o los múltiples mecanismos que entrelazan a los poderes y las instituciones para corregir lo que halla que corregir. No hay autonomía sin autonomistas.
26 noviembre 2021
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.