Junto con la crisis sanitaria ha llegado la “infodemia”, circunstancia que provoca la circulación de noticias falsas y datos poco confiables. Conscientes y preocupados por ello, los y las científicas, como la viróloga Susana López Charretón, hacen un esfuerzo para aclarar los temas de los que más se ha especulado: el origen del coronavirus y sus variantes, el uso del cubrebocas y las vacunas.
Ximena Torres / Zona Docs
En dos años de pandemia ¿qué hemos aprendido de los virus, las vacunas, las variantes virales y todos los demás temas relacionados a la crisis sanitaria? Susana López Charretón, viróloga del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e integrante del Colegio Nacional se presentó este 30 de noviembre en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para hacer una recopilación de aquello que sí podemos afirmar sobre el COVID-19 hasta ahora, la entrada al cuarto pico global de contagios.
Desde el inicio de la contingencia sanitaria la doctora Charretón ha hecho importantes esfuerzos por explicar lo que sucede desde una perspectiva científica, aunque antes no se había especializado en la familia y género de los coronavirus. Ha adquirido este nuevo enfoque de trabajo, sobre todo, porque reconoce que la pandemia está acompañada de una infodemia. Entonces empieza por la pregunta básica ¿qué es un virus?
“Es una partícula minimalista”, explica, porque los virus tienen un solo genoma o una sola secuencia de material genético (las personas usualmente tenemos 23 pares de cromosomas). Además, son parásitos que solo se pueden multiplicar dentro de una célula y su núcleo está envuelto por proteínas y lípidos, “una capa de grasita” dice Susana López en lenguaje coloquial. Justo a ello se debe la importancia de lavarse y desinfectarse las manos continuamente, pues el jabón disuelve la grasa y desarma al virus.
El coronavirus entonces es una familia de parásitos infecciosos que debe su nombre a su apariencia, pero no por el ornamento que llevan en cabeza los reyes y reinas. “A la persona que vio estos virus por primera vez le pareció que estaba viendo eclipses solares totales en el microscopio. Las proteínas que sobresalen del virus eran la corona del sol”, explica la viróloga de la UNAM.
Antes del que provoca la COVID-19, el SARS-CoV-2, ya se conocían otros cuatro coronavirus que también causan catarros a las personas. Los síntomas siempre son los mismos –fiebre, tos, dolor de cabeza–, pero la gravedad y el desarrollo de la enfermedad ha variado.
El factor que causó que el brote que empezó en Wuhan, China, se volviera una pandemia es el carácter asintomático de los primeros días de la infección. López Charretón aseguró que aproximadamente 47% de los contagios de COVID-19 suceden durante los primeros dos o tres días en los que la persona que porta el virus, cuando no sabe que lo ha contraído. Por eso es muy complicado hacer seguimiento de infección y detenerla, como sí se ha hecho en otros casos.
De entre los orígenes que se han especulado del nuevo coronavirus la doctora Susana confirma que los murciélagos y roedores son portadores de este y muchos parásitos infecciosos, pero antes de llegar al ser humano tienen que pasado por otro animal “reservorio” que en este caso aún es desconocido.
“Con el coronavirus MERS que provocó una epidemia en Araba Saudita en 2013, paso de murciélagos a camellos y luego a humanos. Con el SARS-CoV-2 todavía se desconoce esta cadena”.
Los y las científicas también han confirmado que la vía de contagio principal de la COVID-19 son los aerosoles. Es decir, las micro-gotas que expulsamos incluso al hablar. A ello se debe la importancia de la ventilación natural con extractores de aire en espacios cerrados, la distancia física y el uso de cubrebocas. “El cubrebocas llegó para quedarse, así como en algunos países asiáticos lo usaban desde antes de la pandemia” mencionó Susana.
La importancia de las vacunas
Sobre las vacunas, la expositora reconoció que la inversión inédita que gobiernos y empresas han hecho para atender la pandemia permitió desarrollar el antídoto “más rápido que nunca”.
Recordó que, sin importar la farmacéutica, todas las vacunas funcionan porque introducen “un poquito” del coronavirus desactivado en el cuerpo, luego el sistema inmune reconoce el agente extraño y prepara los anticuerpos. Las células tienen una respuesta similar. De esa manera, si el SARS-CoV-2 infecta nuevamente el cuerpo, este recurre a las defensas ya creadas.
Con la vacuna el riesgo de sufrir COVID-19 grave es mucho menor: sucede únicamente a dos de cada 100 personas. Gracias al antídoto las muertes se han recudido significativamente conforme pasan las “olas” de contagios. Por otro lado, los efectos secundarios se presentan solo en una de cada 100 mil.
Sin embargo, lo que Susana López señaló que lo más preocupante es la inequidad de acceso a las vacunas entre países:
“Mientras algunos tienen para inmunizar a más del 100% de su población, los países de África y Centro América han vacunado a menos del 10% de sus ciudadanos. Creo que ni siquiera tiene que ver con un negocio de las farmacéuticas, sino la falta de empatía con la que algunos países dicen ‘PRIMERO YO’ sin importar lo que pase con los demás”.
La reflexión es la misma en cuanto a las segundas o terceras dosis “de refuerzo” que ya se consideran en varios países, incluyendo México para las personas adultas mayores: es injusto, poco ético y hasta contraproducente pensar en una nueva jornada de vacunación mientras el acceso a un primer ciclo se ve tan lejano para algunas poblaciones.
En México apenas el 60% de la población mayor de 18 años está vacunada. Es el país de Latinoamérica que ha aceptado mayor variedad de marcas, y a pesar de las especulaciones sobre la eficacia de cada una, la viróloga asegura que el porcentaje en el que todas funcionan es altísimo (60 y 90%).
“Las otras vacunas que nos ponen a lo largo de nuestra vida tienen la misma o hasta menor eficacia y es normal, pero ya nos hicimos la idea de exigir 90 o más porcentaje de funcionalidad”.
Finalmente, Susana López habló de las variantes del COVID. Explicó que todos los virus tienen, pues cuando se multiplican dentro de las células siempre hay “errores” que resultan en parásitos diferentes al encontrado originalmente. Y se usan las comillas porque las variaciones a veces provocan ventajas para infectar con más severidad o rapidez. Si los cambios son muy significativos entonces llega la preocupación de que las vacunas desarrolladas no funcionen.
La Organización Mundial de la Salud decidió nombrar a las variantes con letras del abecedario griegas después de reconocer que relacionar el virus con un país del mundo provoca segregación y castigos por parte de otras naciones.
Es común escuchar de las variantes “de India, Brasil” y más recientemente “de Sudáfrica”, aunque eso no significa que las nuevas versiones del coronavirus se originaran ahí, sino que esos países las reportaron. La más reciente es la variante ómicron y es un ejemplo de lo anterior:
“Algunos países están castigando muy injustamente a Sudáfrica cerrando las puertas a viajeros de ese país, en lugar de reconocerles que detectaron la variante. Si ómicron ya está en otros países no es porque personas de Sudáfrica llevaron la variante, seguramente ya estaba ahí”, dice la investigadora.
Esa es una prueba más de que “la política y la ciencia no deben mezclase”, dijo la expositora de la FIL. La realidad sobre la variante ómicron es poco clara, pues incluso la OMS reconoce que faltan datos para saber si es más contagiosa o provoca síntomas más graves.
De todo lo aprendido, lo más importante es que todas las personas empiecen a pensar en la salud como algo más global, algo que triangula a los humanos, el medio ambiente y los animales, dice la viróloga Susana López. Simultáneamente, hace un llamado para que las personas sigan vacunándose y busquen información en fuentes de información confiables.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Zona Docs que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.