Se ha restablecido el polémico y criticado programa Quédate en México, impuesto por Donald Trump para expulsar a solicitantes de asilo humanitario. El fantasma de abusos, inseguridad y padecimientos de miles de migrantes también reaparece.
Alberto Najar
El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador aceptó el restablecimiento del programa Protocolos de Protección a Migrantes (MPP por sus siglas en inglés), conocido también como Quédate en México.
Se trata de un plan para que los solicitantes de asilo en Estados Unidos permanezcan en territorio mexicano durante el tiempo que dure su proceso en las cortes de ese país.
El argumento para aceptar la cuestionada estrategia de control migratorio es, señala la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), por “razones humanitarias” y de forma temporal.
No está claro por cuánto tiempo se mantendrá el plan, impuesto por el expresidente Donald Trump a nuestro país.
Pero desde ahora es previsible que se repetirán los abusos y riesgos para las personas migrantes involucradas en la estrategia.
La razón: aún prevalecen los elementos que provocaron la condena internacional al MPP y llevaron a su cancelación.
Bajo el programa Quédate en México más de 68 mil personas permanecieron en el país durante más de un año. Muchos vivieron en campamentos improvisados en la frontera norte.
Así, en condiciones precarias y con poco acceso a servicios de salud sobrevivieron a la primera etapa crítica de la pandemia de covid-19
No fue el único peligro que enfrentaron. Organizaciones civiles, como la Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho (FJEDD), documentaron que los solicitantes de asilo quedaron expuestos al acecho de bandas de extorsión y secuestro.
El programa fue severamente cuestionado por el entonces candidato presidencial Joe Biden, quien lo calificó como “inhumano”.
De hecho, la estrategia se canceló el mismo día que el político del Partido Demócrata llegó a la Casa Blanca. Esto fue celebrado por la administración de López Obrador.
El gusto duró diez meses. Oficialmente, la razón de Biden para aplicar de nuevo el MPP fue que una corte federal obligó a su reinstalación. La corte concluyó que su cierre no se hizo de manera correcta.
Del lado mexicano, el argumento es que acepta la reinstalación de la polémica estrategia por el compromiso de Estados Unidos para “atender las preocupaciones de carácter humanitario planteadas por el gobierno de México”, refiere el jefe de la Unidad para América del Norte de la Cancillería, Roberto Velasco.
Algunas de las preocupaciones mexicanas son, enumera el funcionario, más financiamiento a organismos internacionales que apoyan a albergues para migrantes en la frontera norte.
Medidas sanitarias contra la pandemia de covid-19 como revisiones médicas y vacunación a todos los solicitantes de asilo.
La propuesta incluye a quienes son expulsados de Estados Unidos bajo el decreto llamado Título 42, una medida de Trump para, de manera exprés, echar de su territorio a todas las personas migrantes con el pretexto de la emergencia sanitaria.
Otra condición del gobierno mexicano para aceptar el regreso del MPP es el compromiso estadounidense para garantizar asistencia legal a los solicitantes de asilo. Del mismo modo demanda protección a grupos vulnerables y agilizar los juicios.
Más allá de la duda sobre la disposición de Estados Unidos para cumplir con el acuerdo, vale la pena detenerse en las razones no públicas para que López Obrador acepte de nuevo el MPP.
Una de ellas es el compromiso de respaldar el establecimiento del programa Sembrando Vida en Honduras y Guatemala, además de El Salvador donde ya existe.
La nueva estrategia se llama Sembrando Oportunidades y oficialmente pretende desanimar la migración irregular desde el Triángulo Norte de Centroamérica a Estados Unidos.
El plan se anunció el 1 de diciembre: un día antes de que se conociera el restablecimiento de Quédate en México.
La fecha no es lo único controversial. En la implementación de Sembrando Oportunidades participa la Agencia de los Estados Unidos de América para el Desarrollo, la USAID.
Se trata del mismo organismo que López Obrador criticó en mayo pasado por entregar financiamientos a la asociación Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).
Es clara, pues, la negociación política tras el regreso del MPP: el presidente mexicano gana puntos para uno de sus programas estrella.
Y con la virtual expulsión de solicitantes de asilo, Joe Biden obtiene un respiro entre los grupos políticos conservadores ante la creciente caída de su popularidad.
Quienes pierden son las personas migrantes. De acuerdo con la Casa Blanca los solicitantes de asilo bajo MPP entrarán a México por las aduanas de Tijuana, Mexicali, Nogales, Ciudad Juárez, Piedras Negras y Matamoros.
Los mismos sitios donde, a partir de 2019, se concentraron miles de personas migrantes a la espera de su audiencia en cortes migratorias.
Y los mismos lugares donde el informe En la Boca del Lobo de la FJEDD documentó serios riesgos por bandas de delincuencia organizada.
En el nuevo acuerdo para restablecer Quédate en México existe el compromiso de garantizar la seguridad de las personas involucradas, asegura la Cancillería.
Pero se supone que lo mismo se ofreció la primera vez que existió el MPP, y la realidad fue muy distinta: miles de personas migrantes hacinadas en campamentos en la ribera del Río Bravo en Tamaulipas, por ejemplo.
Hubo casos de secuestros, extorsiones, personas enfermas. Muchos se vieron obligados a regresar a sus países.
La situación ahora no es muy distinta pues las condiciones de violencia en la frontera norte no han cambiado.
Es más, en algunos casos como Piedras Negras o Matamoros la inseguridad escaló en los últimos meses.
Así, las probabilidades de que se repita el escenario son altas. Como también el riesgo de que, de nuevo, las buenas intenciones del presidente López Obrador queden en el discurso.
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Alberto Najar. Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service. Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.