Dos días después de que un grupo de personas armadas pusiera contra la pared a otras 17 personas y disparara contra ellos, el gobierno federal dio información y explicó que se trató de una probable venganza entre dos miembros de la delincuencia organizada. Los hechos revelan la aún pendiente recuperación de territorios en manos de grupos criminales
Por Arturo Contreras Camero / Pie de Página
Ciudad de México- “El móvil que hemos ubicado es una posible venganza entre grupos vinculados a la delincuencia organizada que dependen de la misma estructura criminal, conocida como cartel Jalisco Nueva Generación”. Esa fue la explicación que dio Ricardo Mejía Berdeja, subsecretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana a los hechos del domingo 27 de febrero, en San José de Gracia, municipio de Marcos Castellano, en Michoacán, cercano al estado vecino de Jalisco.
Desde la noche de este domingo circuló en redes sociales un video que da testimonio de cómo un grupo armado formó contra una pared a una docena de personas y disparó contra ellas. Después, según versiones de la fiscalía y de otros videos compartidos, los responsables retiraron algunos cuerpos del lugar y limpiaron con agua y productos de limpieza el lugar para no dejar rastro del delito. Según la versión oficial, Abel “N”, “el Viejón”, arremetió contra Alejandro “N”, “el Pelón”, en el momento en que Alejando llegó al velorio de su madre.
Tanto Alejandro como Abel son oriundos de San José de Gracia y sus familias tienen un arraigo profundo en esa demarcación. Ambos pertenecieron, primero, al grupo de Los Templarios, y después, al Cartel Jalisco Nueva Generación.
Abel está imputado como probable autor material e intelectual de los hechos. Aunque hasta el momento no se tiene certeza de cuántas personas fallecieron en los hechos, las autoridades estatales y federales creen que en el suceso perdió la vida Alejandro y algunos de sus acompañantes, que fungían como escolta.
“No hay ninguna denuncia al momento de vecinos de la comunidad de San José de Gracia que estén denunciando alguna desaparición de algún vecino de esa comunidad”, aseguró al respecto el subsecretario Mejía Berdeja. A pesar de que hasta la mañana de este martes no se había confirmado el paradero de los cuerpos, ya se tienen denuncias de su posible ubicación.
Una vieja y retorcida relación
Este 27 de febrero, alrededor de las tres de la tarde, en el poblado de San José García, los familiares y amigos de la señora Elisa, madre de Alejandro, se reunieron para darle el último adiós después de que enfrentó una enfermedad que se fue agravando.
En el evento no se encontraba el hijo de la señora Elisa. Alejandro no había llegado, pues sobre su cabeza pesaba una amenaza de muerte hecha por Abel, el jefe de plaza de San José García. Sin embargo, la relación de ambos no había iniciado así. Abel ingresó a los grupos de la delincuencia organizada por invitación de Alejandro, que desde los 18 años formó parte de diferentes grupos delincuenciales. Primero fue parte de los Zetas, después de la Familia Michoacana y finalmente del Cártel Jalisco Nueva Generación, siempre de acuerdo con la versión oficial.
Fue cuando Alejandro se incorporó al Cartel Jalisco, alrededor de la década de 2010, que invitó a Abel a unirse a su grupo delictivo. En ese entonces, Alejandro operaba como jefe en una región que abarcaba desde Tizapan el Alto hasta Mazamitla, en Jalisco.
Años después, Alejandro es detenido por la policía de Mazamitla y recluido en una cárcel de Jalisco por delitos contra la salud. Para ese momento Abel ya había empezado a hacerse del control delincuencial de San José de Gracia, lo que desató diferencias entre él y Alejandro, quien a pesar de mantener controladas zonas de Jalisco y Colima con sus actividades ilegales, siguió teniendo a su familia en San José de Gracia.
Mientras Alejandro está en la cárcel, su hermano Ricardo es secuestrado por órdenes de Abel, después de una riña en una cantina de San José de Gracia. Según testimonios recolectados por las autoridades estatales y federales, Ricardo perdió la vida después del secuestro. Es entonces cuando Abel lanza una amenaza de muerte contra Alejandro y le prohíbe, bajo pena de muerte, volver a pisar San José de Gracia.
Una vez fuera de la cárcel, Alejandro, que ya había recuperado su papel como líder de plaza, pero no en la zona de Jalisco que controlaba, ni en San José de Gracia, toma venganza por la muerte de su hermano y asesina al hermano de Abel, José, lo que redobla las amenazas en su contra.
El velorio de sangre
Pese a las amenazas en su contra, Alejandro se presentó en San José de Gracia este domingo 27 de febrero para presentar sus respetos y despedirse de su madre. Según los testimonios recabados por las autoridades de gobierno, Alejandro había pedido “permiso” para asistir al velorio de su madre.
Según dijo el subsecretario Ricardo Mejía, Alejandro llegó al velorio alrededor de las tres y media de la tarde acompañado de otras 15 personas que venían como escoltas y que al parecer no eran originarios de esa población.
A los pocos minutos una caravana de varias camionetas repletas con sicarios liderados por Abel sometieron a los acompañantes de Alejandro, los desarmaron y los colocaron contra el portón de una casa, como se aprecia en los videos que circularon este fin de semana.
Mientras sus escoltas permanecían desarmados y contra la pared, Alejandro se acercó al grupo de Abel para pedirle que no accionara sus armas contra terceros, tratando de disuadir la masacre que se avecina, pero es en ese momento que Abel dispara en su contra. Al instante se desató una refriega en la que varias personas perdieron la vida.
Una respuesta tardía
De acuerdo con la información recabada, los hechos sucedieron alrededor de las tres de la tarde de ese domingo. Sin embargo la Fiscalía del estado de Michoacán no recibió noticias hasta las seis de la tarde. “No hubo un alertamiento, ni de la presidencia municipal, ni de la fuerza municipal de seguridad pública, que debió haber actuado como primer respondiente al tener conocimiento de los hechos, asegurar la escena y alertar a las autoridades”, dijo el subsecretario de seguridad federal Ricardo Berdeja,
Después del conocimiento de los hechos, la propia fiscalía y la Guardia Nacional -reforzada por la Secretaría de la Defensa Nacional- se trasladaron a la comunidad para recabar indicios, testimonios y empezar a desahogar las investigaciones. A partir de ellas, es que se concluye que los hechos obedecen a un acto de venganza.
Quién controla la violencia
A pesar de que el gobierno federal, después de dos días de los hechos, salió a dar una explicación, que no haya ninguna persona detenida y que tampoco se haya encontrado los cuerpos de las personas asesinadas revela una importante pérdida de control en el territorio, explica Guadalupe Correa Cabrera, experta en seguridad, profesora asociada en la universidad George Mason y autora del libro Los Zetas Inc (Temas de hoy, 2018).
“No sabemos realmente qué fue lo que pasó. La explicación que dan hoy no ayuda a entender nada. Sabemos cómo se han utilizado los videos desde la Guerra Contra las drogas que decretó (Felipe) Calderón para justificar la presencia de las fuerzas armadas en acciones no convencionales. La intensidad de este conflicto justifica en su momento la militarización”.
Lo que queda claramente demostrado, asegura la especialista, es la falta de capacidad del Estado para mantener el control en el territorio, asegura. “Lo que tiene que ver con esta administración es una incapacidad de hacer frente a un problema que sí definitivamente fue generado por acciones de políticas de seguridad en 12 años. Este fue el centro de violencia en momentos importantes de las dos administraciones pasadas”.
“Yo tengo entendido que esos cuerpos se los llevaron, eso demuestra la capacidad de hacer investigación en ipsofacto”, asegura la investigadora. “Sí, se tiene información, pero ¿dónde está la confirmación? Sí lo pusieron (al gobierno federal) en un aprieto, y no pudo salir bien librado. Si tuvieras el control del territorio, ya habrían recuperado los cuerpos y tendrían a las personas detenidas. Hay que esperar unos días, saber si se va a olvidar, como muchas otras cosas, como el tema de Zacatecas, que no hemos empezado a entender qué sucede en esos lugares”.
Guadalupe Correa menciona los hechos de enero del año pasado en el que una camioneta con varios cuerpos fue dejada abandonada frente a la casa de gobierno estatal en Zacatecas. Al respecto la administración federal logró la detención de dos personas. Sin embargo, Correa Cabrera no deja de ver con sospecha estos actos.
“Con estos grupos siempre ha sido así; tiene una forma de actuar muy interesante. Mientras los narcos quieren que no se les vea porque con ellos esto de las venganzas y este tipo de cosas tan aparatosas, no funcionan así. Los desaparecen y los matan, pero no lo muestran. Así son los de grupos de narcotráfico. En cambio, lo que pasó en Zacatecas, en Culiacán con la detención de Ovidio, o estos hechos, estas venganzas tan aparatosas, pareciera que tienen otro origen”, apunta.
La especialista plantea una interrogante importante: “¿Qué es lo que quieren esos grupos y de dónde vienen? ¿Qué respuesta se les debe dar? Muchas veces hay otro tipo de visiones. La respuesta más sencilla sería decir que el gobierno está rebasado, como dirían los panistas. Pero es importante plantear la otra pregunta: ¿Por qué los grupos armados están actuando así, quién se beneficia de un regreso de los balazos?”.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.