Alejandro Gertz Manero emplea su poder en un litigio que involucra sus propios intereses y los de su familia, lo que en sí mismo implicaría su declinación o recusación
Jaime García Chávez
Una de las más grandes preocupaciones, en materia de justicia, es que un fiscal general -el ministerio público para toda una república- carezca de la confianza de la sociedad. No basta que se le vista de autonomía formal o que sea dependiente del poder Ejecutivo y quizás esta afirmación a Gertz Manero le provoque descuido, un me importa poco o lo que sea en esa línea. Para él basta que lo apoye el presidente para que se sienta suficientemente apoltronado en su poder.
Es más que un manojo de cuestionamientos el que ya carga y lastra su investidura. Subrayaré dos hechos que se conocen en toda la república y uno que nos aqueja en el estado de Chihuahua.
No despierta confianza un fiscal al que se le ha demostrado que es un plagiario. El erudito Guillermo Sheridan ha demostrado que Gertz Manero hizo un robo intelectual a Salvador Ortiz Vidales y a Malcolm de McLean al presentar una de “sus obras” sobre el liberal del siglo XIX mexicano Guillermo Prieto. Esa “obra” pretendió acreditarse como uno de los requisitos para que el fiscal general ingresara al Sistema Nacional de Investigadores del país, violentando las normas que rigen a la institución en la búsqueda de conocimientos e investigaciones nuevas.
Gertz Manero plagió para simular que presentaba un trabajo propio, transgrediendo las elementales reglas de la decencia que se supone rigen en el mundo académico. En lugar de citar a los autores, poniendo la ficha bibliográfica correspondiente, practicó un hurto intelectual que lo exhibe de cuerpo entero como una persona falta de honradez, por una parte, y como transgresor de reglamentos, lo que lo dejó muy mal parado ante la opinión pública.
Todo eso está debidamente documentado por el crítico literario Sheridan, pero, además vaya esta digresión, ahora con los avances de la tecnología la detección de los plagios es obra sencillísima, de lo que deben tomar nota todos los investigadores y académicos que puedan caer en la tentación.
Gertz no tuvo la elemental contención para no cometer una falta que, tratándose de su persona, es todavía más grave, pero la pasó por alto con la simple bendición de López Obrador que salió en su defensa y apoyo. Ahora el señor fiscal ya fue admitido como investigador en el sistema nacional lo que debería significar una falta grave por la persona de que se trata, se “subsanó” políticamente para tolerarle a un fiscal un privilegio del que podríamos decir a partir del cual que si es capaz de plagios de ese tipo y complacencias del poder, es hábil para cosas de mayor gravedad.
Y las hay. La reciente publicación de una conversación en la que ostenta su poder denostando al Poder Judicial de la Federación y en particular a la Suprema Corte, sería más que suficiente para su destitución. Son hechos notorios y por ello evito repetirlos, pero decir que tiene controlados a algunos ministros, que tuvo acceso a la ponencia, que cuenta con el apoyo del presidente de la Corte Arturo Zaldívar, emplear un lenguaje soez y una dosis de misoginia ya rebasa de suyo la tolerancia para que se le mantenga en el cargo, más preocupante porque emplea su poder en un litigio que involucra sus propios intereses y los de su familia, lo que en sí mismo implicaría su declinación o recusación. Pero eso vale nada frente a su poder y el apalancamiento presidencial del que disfruta.
Hasta aquí los dos ejemplos de amplio conocimiento en el país. Va el caso local de Chihuahua. Cuando Peña Nieto terminaba su gobierno y la procuración de la justicia federal estaba en manos de Elías Beltrán se intentó archivar, con el no ejercicio de la acción penal, al exgobernador César H. Duarte Jácquez.
Todo estaba construido para que así sucediera, pero interpuse un juicio de amparo que echó abajo tal propósito y los agentes federales del ministerio público litigaron a favor del archivo y me hicieron saber que las instrucciones del fiscal eran tales que no podía tolerar una derrota judicial. Al final la justicia federal dio cuenta de que la fiscalía de Gertz había reculado, no sin antes intentar brindar los privilegios que había pretendido Peña Nieto para salvar a su amigo César Duarte de la histórica denuncia del 23 de septiembre de 2014 que fue bandera de la insurgencia civil que derrotó a su gobierno.
Algo le pasa a nuestro país que construye instituciones, para luego socavarlas. La Fiscalía General de la República se proclamó como autónoma, generó esperanzas y expectativas. Pero al final del día tal cosa no sucede y vemos a Gertz en un escándalo que se transparenta en propiedades altamente millonarias, que hablan al menos de que los defensos de López Obrador para nada están comprometidos con que los pobres sean primero.
18 de marzo de 2202.
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.