PAN y PRD se miran de reojo, porque lo que está pasando con el PRI salpica para todos lados, y vaya que se ha convertido en un escenario de emergencia para la alianza. Es notorio el escepticismo que embarga a los dirigentes del blanquiazul y el sol azteca. ¿Seguir o no seguir?
Por Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
Para torpedear la unidad de la oposición, Morena apuesta por dirigir las baterías en contra de Alito Moreno. El priista resultó blanco fácil gracias a su explosivo temperamento y, también, al turbio historial que decora cual sombrero al presidente tricolor.
Los escándalos del dirigente del PRI parecen estar lejos de acabar, no salimos de un alboroto cuando el revanchismo de Renato Sales contra él pone sobre la palestra otro nuevo. Son tantos los temas dignos de señalamientos que alcanzan para que, como si fuera una serie televisiva, el gobierno de Campeche vaya sacando semana a semana nuevos episodios.
Mientras tanto, PAN y PRD se miran de reojo, porque lo que está pasando con el PRI salpica para todos lados, y vaya que se ha convertido en un escenario de emergencia para la alianza. Es notorio el escepticismo que embarga a los dirigentes del blanquiazul y el sol azteca. ¿Seguir o no seguir?, esa es la cuestión.
Nadie puede dudar que la ofensiva oficialista lleva la misión de fracturar la unión de los tres partidos y, aunque en otro escenario, el PRI ya hubiera quedado más que solo, aquí todavía le alcanza para el cierre de filas.
Sin duda, el costo para la oposición será altísimo, porque nadie sabe a ciencia cierta hasta dónde llegan las travesuras de Alito y, peor aún, cuántas de esas están grabadas y documentadas.
Frágil y endeble se ve el futuro para la alianza, por ello resultan interesantes las voces crecientes que piden el cese del dirigente tricolor antes de que se empeoren las cosas.
Algunos señalan que destituir a Alito sería tomado como un acto de sumisión frente al gobierno. Por supuesto que esta versión es la que alimenta la propia dirección priista para mantenerse en el juego.
Otros aseguran que, de forma innecesaria, el exgobernador de Campeche le está haciendo pasar aceite a la alianza. Estas voces van en aumento, sobre todo ante el escalda de quemones que Layda Sansores ha ido anunciando en su talk show.
El PRI no es Alito, eso está claro para la gran mayoría, y si éste aún se sostiene es porque la unidad de un proyecto nacional está en riesgo. Lo que nadie puede dudar es que, si antes ya se tenía una mala idea del dirigente priista, con las conversaciones filtradas los haters del campechano se multiplicaron. Layda Sansores, Renato Sales y, por supuesto, la plana mayor de Palacio Nacional, apuestan por ver rodar la cabeza de la cúpula priista. Si Alito logra sobrevivir tendrá mucho que enmendar a aquellos que lo siguen arropando, lástima que la confianza y la honestidad parece que no se le dan. Al tiempo.