Opinión

Me robaron la bici… ¡Otra vez!




septiembre 29, 2022

Pinche inseguridad en la ciudad y nuestros tres niveles de gobierno son unos inútiles que no nos brindan más que un carajo, nunca sabes si al salir de casa regresaras con vida o sin bici, o secuestrado, o violada o… ¿cómo?

Por Hernán Ortiz

Ciudad Juárez- Hace casi dos años, escribía sobre dos pérdidas que me hacían reflexionar.

Una era el fallecimiento de Víctor Valencia de los Santos. Sus deudas con la ciudad eran enormes pues su desempeño fue nulo cuando fue Secretario de Seguridad Pública con Reyes Baeza en los tiempos de mayor violencia, con el Ejército en las calles, más de cinco asesinatos al día, secuestros y extorsiones al por mayor. Vivió del dinero público y lo único que nos dejó fue a su hijo, Víctor Valencia, que fue protegido del diputado por MORENA Armando Cabada y actualmente, hasta donde sé, trabaja de ¿asesor? en la administración de Cruz Pérez Cuellar.

Deja claro que en el priismo hay un tipo de nobleza que hereda rentas al estilo medieval y trasciende partidos e ideologías.

La otra perdida fue la de mi bicicleta. La dejaba en el porche de la casa y de ahí se la robaron.

Hoy de nuevo tengo el duelo de sufrir el robo de mi bicicleta.

Fue afuera del edificio V en ICSA, en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

Para mí supone un ambiente seguro. Tal vez son 20 años trabajando ahí. Mis hijos desde bebes ahí crecieron. Era maravilloso verlos discutir desde temprana edad con estudiantes universitarios. El lunes uno de mis hijos, el que estudia la prepa, entró al campus, el guardia le dijo que no me había visto. Mi hijo le comentó que tal vez no me había reconocido porque me corté el pelo. Hice que me raparan un par de exagentes de la policía en una clase, historia que René le contó al guardia. Cuando yo llegué a la uni, el guardia me había dicho que mi hijo estaba por ahí. Lo menciono como un ejemplo de que somos una comunidad amable, al menos entre empelados.

Siempre, siempre, hay gente muy interesante con quien platicar, casi toda con visiones del mundo muy particulares, algunos con altos grados académicos y otros con resistencias solidarias a los embates de la vida.

Tanto tiempo trabajando ahí, claro que me siento seguro.

Es terrible saber que esa idea de seguridad es sólo un espejismo. Hay guardias, esta todo bardeado, la gente se conoce, gozo de los espacios privilegiados de estacionamiento, salas exclusivas y hasta café. Incluso hay una innecesaria práctica de pedir identificaciones a las personas que quieren ingresar al campus.

Pues es inútil, de todas maneras, entran ladrones, capaces de cortar la cadena de una bici y salir con ella. Frente a la vista de todas las personas… bueno tal vez frente a sus cuerpos, sus vistas tal vez está en los celulares.

Cuando puse mi reporte, el jefe de guardias tomó nota, me pidió unas fotos que ya le envié y me dijo que ya habían robado tres en los últimos días, que seguramente alguien encontró el modo.

No soy el único.

Es común.

La bicicleta es mi medio de transporte, la que me robaron, según yo me costó una fortuna, 13 mil pesos, no tengo esa cantidad como para reponer de nuevo mi vehículo.

Eso me mete en un verdadero problema. Moverse por los servicios de Uber o Didi, todos los días sale carísimo. Un viaje de vez en cuando pasa, pero a diario sale de mis posibilidades.

El transporte público, el gobierno de la panista Maru Campos lo ha mandado a peores condiciones que el siglo pasado. El gobierno de Corral inició un proyecto muy interesante para modernizarlo, y de hecho avanzó en la parte más complicada que era convencer a los concesionarios para que dejen sus concesiones particulares, se conviertan en empresa y se integren a un sistema de transporte público que ofrezca mejor servicio a los usuarios y condiciones laborales dentro del marco legal para los choferes y personal involucrado. El resultado fue eliminar rutas como la 4 que pasaba por mi casa para integrar el nuevo sistema de transporte. Corral no tuvo la capacidad de acabar el proyecto y cuando la panista Maru Campos llega al poder, pues ni ruta 4 ni nuevo sistema de transporte ni nada. Caminar a la universidad puede llevarme hora y cuarto, irme en ruta tal vez una hora…

En resumen, el transporte público en Juárez no sólo es malo e indignamente inhumano, en ocasiones es hasta inútil.

¿Pondré denuncia? Con todas las concesiones de transporte público que han desaparecido no es fácil moverse por la ciudad, debería tomar al menos dos camiones lo cual podría implicar un tiempo de desplazamiento de hora y media a dos horas… Eso es el tiempo que tengo para poner la denuncia y la única vez que he puesto una se llevó más que eso.

Por si fuera poco los niveles de impunidad en la ciudad son enormes. No han resuelto lo de la mujer violada en una fiesta de la Comisión Federal de Electricidad, nunca resolvieron el caso de Isabel Cabanillas, nadie se preocupó de averiguar quién ocasionó los desgarres antiguos y cicatrizados descubiertos en la autopsia de  Nahomi Calindo Torres… mucho menos van a andar indagando sobre el robo de bicicletas en ICSA.

Le he mandado un par de fotos al encargado de coordinar los guardias en ICSA, no sé si hay cámaras o de algo sirva. Además, no puedo comprobar que compré la bici.

Fue una oferta que alguien la vendía por FB. Estaba nueva, más barata que lo normal, pues los precios de las bicis nuevas están por lo cielos. ¿Cómo podría saber que no era robada? No lo sé, ni lo pregunté, 13 mil pesos no son pocos, pero los precios de las bicis están como los de las casas, imposiblemente inaccesibles, sí para algunas personas que tienen el poder económico, pero la mayoría no llegamos a tanto.

¿Y sí compré una bici robada y por eso no era tan cara? No pregunté nada porque el mercado informal, al margen de normas y reglas, es lo único que nos permite tener acceso a muchas cosas, desde ropa, hasta aparatos domésticos. ¿Para que comprar nuevo si sale más barato comprar usado? ¿Y si es robado?

Tal vez sea esa manera que tenemos de normalizar los servicios y productos que ofrece el crimen y preferimos no cuestionar. Por ejemplo, el lenocinio, que es administrar o vivir del trabajo sexual de alguien más, es un delito en el Código Penal Federal (artículo 204), pero aquí tenemos burdeles disfrazados de salas de masajes que hasta tienen anuncios y ofertas, pero fingimos que está bien, fingimos que es normal que alguien viva de la explotación sexual, nadie hace nada.

El gobierno municipal hasta tiene un reglamento para las salas de masajes pero que nadie aplica porque… ¿para qué molestar a los padrotes? Nadie hace eso.

Me hace pensar que de romper las reglas todos ganamos, desde el oficial que recibe una mordida hasta el vendedor de artículos robados. Tal vez, esto genera una economía al margen de la legalidad donde se permite la entrada de todas las personas, cosa que en la formalidad no es garantía.

¿Qué pasaría con nuestra economía si viviéramos sin los recursos del crimen organizado?  A fin de cuentas, el dinero del narco, secuestrador, sicario, fayuquero, pollero o inspector de obras públicas es dinero que se va a los Oxxos, Smarts, restaurantes y tiendas formales.

Compré mi bici en un mercado informal y me invitó a reflexionar sobre la dependencia que tenemos de una economía informal y tal vez hasta ilegal.

A fin de cuentas, esto genera muchas emociones. Impotencia primero, pues no hay nada que se pueda hacer. Me han robado autos, la casa, dos veces la bici, nunca se ha solucionado nada. Luego rabia, pinche gente culera, ni que fuera rico para andar comprando bicis a cada rato. De verdad que el jodido le roba al jodido o tal vez hasta el ladrón tenga más dinero que yo. Luego viene la decepción, debería comprarme un auto, si es más caro y también se los roban, pero en dos años me han robado la bici dos veces… tal vez es una ilusión lo de querer moverse en otra cosa que no sea auto. Más rabia, pinche inseguridad en la ciudad y nuestros tres niveles de gobierno son unos inútiles que no nos brindan más que un carajo, nunca sabes si al salir de casa regresaras con vida o sin bici, o secuestrado, o violada o… ¿cómo?

Pero, también me siento motivado, porque me doy cuenta que falta mucho que hacer, exigir mayor seguridad y no, el Ejército no es garantía de ello, el gobierno del estado con su Sistema Centinela parece tampoco tener una idea clara, construir mayor solidaridad y confianza en la comunidad, para que no sea tan fácil cortar una cadena y llevarse algo que no te pertenece. Sobre todo, vivir con rebeldía, porque de ninguna manera dejaré que un miserable ladrón de bicicletas decida cómo debo sentirme y qué voy a hacer con mi vida y la de mi comunidad que por lo visto todavía tenemos mucho en qué trabajar.

lo más leído

To Top
Translate »