Opinión

El transporte público en el país de la maravillas




diciembre 16, 2022

¿Por qué ningún gobierno estatal puede someter a la ley y reglamentos del transporte colectivo a la horda-dueña de un supuesto ‘servicio público concesionado’?

Por Daniel García Monroy

Chihuahua– Si Alicia, la jovencita del país de las maravillas –el inolvidable personaje de la novela del británico Lewis Carrol (1832-1898)–, hubiese podido imaginar un transporte público aterrador, solo habría tenido que subirse a cualquier camión urbano, de los que cruzan todos los días las bacheadas calles de nuestra querida ciudad de Chihuahua. Si la inteligente y bella Alicia hubiera podido ser una adolescente estudiante de bachilleres en este 2022, sabría de lo que puede estar dispuesto a sufrir un ser humano por transportarse colectivamente y además ¡pagar por su propio inevitable viacrucis diario!

Son las dos de la tarde de un día de verano a 40 grados centígrados en la avenida Politécnico, al oeste-zona de alta plusvalía. El siniestro autobús urbano de nombre Circunvalación dos, viene atestado hasta los estribos. La mayoría de sus ventanas no se pueden abrir, todos los pasajeros sudan sin remedio; ochenta almas cual sardinas enlatadas. Los más, son jóvenes estudiantes uniformados de los planteles del Colegio de Bachilleres, con monstruosas mochilas de no menos de 15 kilos de peso muerto en sus encorvadas espaldas.

Cerca del colegio Lasalle, una joven chaparrita de cuerpo frágil busca pedir su parada. El supuesto botón que debe servir para avisarle al chofer que se detenga no sirve. La estudiante comienza a ponerse nerviosa, el camión no baja de velocidad al contrario la aumenta. Un sujeto adulto que también va terminar su viaje grita a voz en cuello ¡Bajan! Más de 200 metros después de la oficial parada el armatoste frena, moviendo en ola a todos los cansados semovientes en traslado.

El pasajero que gritó cerca de la puerta trasera, baja apresurado en cuanto el camión casi se detiene. La espantada usuaria, que apenas si puede avanzar, ve con terror los tres escalones de salida, se arriesga a saltar, pues el méndigo cafre arranca antes de permitir que la joven ponga sus dos pies en el suelo. Y ocurre lo que pasa todos los días, todas las horas, todas las veces que energúmenos choferes de camiones urbanos manejan con irresponsabilidad inhumana. La jovencita da dos-tres traspiés sobre el pavimento y gracias a sus manos y ágil juventud, evita caer de rodillas. –Aaaah, si la valiente Alicia hubiese podido enfrentar, no a la reina que cortaba cabezas, sino a los malvados conductores desaforados que arruinan buena parte de la vida de todos los chihuahuenses usuarios, que pagan el malhadado transporte urbano de ayer, hoy y siempre–.      

Todos quienes utilizan el transporte público deben de preguntarse, desde hace décadas, por qué ningún gobierno estatal puede someter a la ley y reglamentos del traslado colectivo a la horda-dueña de un supuesto “servicio público concesionado”. (¿Será que ésta es una empresa del intocable narcotráfico?).

La legislación existe, está escrita desde hace lustros, con sus buenas y utópicas pautas decretadas. Conozcamos algunas de esas determinaciones reglamentarias. –Estimados lectores no se vayan a reír, pues es cierto lo que en “inviolable ley” está escrito: Ley del Transporte del Estado de Chihuahua, Titulo I, Capitulo I: Disposiciones generales: El ejecutivo, al diseñar las políticas, programas y acciones en materia de transporte se SUJETARÁ a los siguientes principios rectores: Artículos II y III:

II. Calidad.- Cumplimiento de propiedades de eficiencia en los servicios ofrecidos al usuario, en términos de accesibilidad, higiene, comodidad, seguridad, frecuencia de paso, tiempo de recorrido y sustentabilidad ambiental.

III. Eficiencia.- Ordenamiento de las vías de comunicación de manera que se reduzcan los costos y tiempos de traslado de personas y bienes, a fin de contribuir al bienestar social.

Les dije que no se fueran a reír. Esta ley es real, es vigente y tan sólo son un par sus primeras inútiles directrices.

Fin de semana cualquiera en la ciudad de Chihuahua. Ya todos los usuarios y usuarias del transporte público, saben que sábados y domingos los camiones no van a pasar con la frecuencia de los días de entre semana. Las unidades se reducen al 50 por ciento en sábado y al 80 por ciento en domingo, cuando no desaparecen. Es decir si de lunes a viernes un camión de la ruta Mármol 2 y 3 pasa cada 15 minutos, en fin de semana pasará cada media hora. Al Dale, Granjas, Cerro de la Cruz habrá que esperarlo de 40 a 60 “breves minutos”.

Todo el transporte público se reduce en su frecuencia de servicio sin remedio. La otra pinza con la que le rompen la madre a los usuarios, es sin duda el horario diario de terminación del “servicio”. A partir de las 8 de la noche la mayoría de las rutas se cancelan; unas cuantas circulan hasta las 9 pm, no más, y prácticamente sin detenerse ante los ilusos solitarios ciudadanos en alguna parada. La colonia por cárcel es la condena decretada contra el pópulo por los irrefrenables concesionarios. La pregunta es ¿por qué?

Existe una lógica empresarial incontrastable: porque no es “negocio” mantener el número de urbanos en circulación los fines de semana, pues la demanda disminuye. O sea, el hecho real confirma que el transporte de masas nunca ha sido un SERVICIO PÚBLICO CONSECIONADO, sino un negocio empresarial donde lo que manda es la ganancia, el lucro en efectivo de cada día de “servicio”, punto.  Pero ¡¿Y la Ley?! Cínicos y sonrientes los dueños de camiones y sus esbirros trabajadores deben repetir: A nosotros no nos vengan con que la ley es la ley, jajaja.  La verdadera ley la hemos impuesto nosotros, que pues. Las autoridades ¡nos pelan los dientes!

Pero el absurdo del actual gobierno, llega a extremos criminales cuando no únicamente permite el inhumano transporte, sino que además ¡lo protege! de cualquier competencia empresarial.

El loable intento de la plataforma llamada “Didi”, de ofrecer un nuevo servicio de transporte colectivo para combatir a los dueños de la chatarra urbana circulante, está siendo reprimido y decomisado por el propio gobierno del Estado. ¡Para Ripley! Las autoridades no sólo les concesionan la violación a la ley, ahora también le salvaguardan el botín de su monopolio, evitando que exista empresa alguna que pretenda brindar un mejor servicio a los chihuahuenses. De ese tamaño es la desgracia para los cientos de miles de usuarios del transporte colectivo en nuestra ciudad y en todo el estado.

Quién en el gobierno utiliza el transporte público: nadie. Quién en el maravilloso Consejo Consultivo de Transporte viaja en camión urbano: ninguno. El futuro del transporte público de Chihuahua no debería estar en manos de esas mentes de buenos automovilistas inconscientes de su pasado olvidado de jodidos pasajeros de camión. No puede ser. “In God we trust”.

lo más leído

To Top
Translate »