El juicio contra Genaro García Luna no fue lo esperado. Sin los miles de pruebas supuestamente recabadas, y con testimonios repetidos, Felipe Calderón parece salir bien librado. A Estados Unidos no le interesa encarcelar -por ahora- a tan eficiente y servil colaborador.
Por: Alberto Nájar
Altas fueron las expectativas sobre el juicio a Genaro García Luna. Pero al paso de los días, como globo un día después de Reyes, el tema se desinfló.
Desde diciembre de 2019, cuando el exsecretario de Seguridad Pública fue detenido en Texas, muchos pensaron que en el proceso judicial en su contra se aportarían pruebas para encarcelar a quien fuera su jefe, socio y amigo cercano, Felipe Calderón.
Entre los opositores a la 4T surgió la esperanza de conocer los supuestos vínculos del Cartel de Sinaloa con el gobierno actual.
Suposiciones que, dicho sea de paso, difundieron políticos y periodistas adversarios del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Otros, los menos, pensaron que en el juicio se presentaría información de la brutalidad como operó el gabinete de seguridad de Calderón, del que García Luna era el coordinador de facto.
Y algunos más, ilusos, creyeron que los defensores del exfuncionario presentarían elementos para cuestionar el papel de las agencias de seguridad estadounidenses en la violencia del narcotráfico en México.
No fue así. El juicio se convirtió en una repetición de las mismas versiones y testimonios que aparecieron en otro proceso similar, contra Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.
La historia de Sergio Villarreal Barragán, por ejemplo, se conoce desde hace varios años.
El Grande, como le conocen, repitió que fue testigo de la entrega de miles de dólares a García Luna por parte de Arturo Beltrán, El Barbas, el líder del cartel de los hermanos Beltrán Leyva.
Óscar Nava Valencia, El Lobo, uno de los líderes del Cartel del Milenio dijo al jurado que entregó cuantiosos sobornos al exsecretario a cambio de apoyo en su batalla contra la organización Beltrán Leyva.
Jesús Reynaldo Zambada García, El Rey, aseguró haber entregado personalmente cinco millones de dólares al exsecretario a cambio de protección para la organización de Sinaloa.
Casi las mismas palabras que dijo en 2012, cuando fue extraditado a Estados Unidos. El testimonio se utilizó en el juicio contra El Chapo, y permitió a Zambada obtener beneficios en su condena por narcotráfico.
Actualmente, el hermano de Ismael Zambada, El Mayo líder del Cartel de Sinaloa, vive libremente en Estados Unidos con su familia.
En el juicio hubo algunas novedades, como la participación del exfiscal de Nayarit, Édgar Veytia, El Diablo, quien supo de una orden girada por Felipe Calderón Hinojosa para que se protegiera especialmente a Guzmán Loera y a su organización.
También se confirmaron algunos reportajes publicados hace varios años por periodistas mexicanos, y que en su momento fueron criticados por las autoridades en turno.
Uno de ellos se refiere al secuestro de García Luna por parte de El Barbas, cuando el exsecretario regresaba al entonces Distrito Federal desde su casa de descanso en Morelos.
Otra historia confirmada fue el trafico de drogas desde el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México, que durante varios años estuvo bajo control del Cartel de Sinaloa.
Esos datos no estuvieron a la altura de lo esperado. Desde los primeros días quedó claro que la estrategia de la Fiscalía de Nueva York dejó mucho que desear.
Meses antes del juicio el Departamento de Justicia reveló que contaba con un expediente de más de un millón de hojas con pruebas contra García Luna.
En el juicio, sin embargo, pocas fueron los documentos presentados. Los fiscales sustentaron su caso con las versiones de testigos, la mayoría delincuentes sentenciados o bajo proceso judicial.
Al empezar el juicio la Fiscalía anunció que presentaría por lo menos 70 testimonios. Pero después de que el juez Brian Cogan les pidió que sólo comparecieran quienes tuvieran relación directa con el caso, el número de testigos se redujo a menos de la mitad.
Los abogados defensores sólo presentaron el testimonio de Linda Cristina Pereyra, esposa de García Luna.
Eso acortó el juicio que se especulaba duraría por lo menos ocho semanas.
Así, el vaticinado espectáculo Netflix quedó en película dominguera de Izzi. Pero algunos lo celebraron.
Desde los primeros días varios medios de Ciudad de México minimizaron la información sobre el juicio, especialmente las menciones a Felipe Calderón.
En cambio, destacaron las contradicciones de algunos testigos e inclusive el columnista Carlos Marín afirmó sin pudor que Genaro García Luna es víctima de una injusticia.
Hay un error de fondo en este debate. En la corte federal de Brooklyn, Nueva York, se presentó un caso de narcotráfico que afecta a los estadounidenses.
El objetivo es sancionar a un presunto delincuente que perjudica los intereses de Estados Unidos.
Y aunque fue exhibida la corrupción de una parte del sistema político mexicano, el objetivo central no fue ése.
Encarcelar a Calderón Hinojosa no interesa -por ahora- al gobierno de Estados Unidos, que tanto se benefició durante el período que tal sujeto usurpó la presidencia de México.
Sancionar al impresentable personaje es tarea de los mexicanos, es el mensaje.
¿Ya la libró Felipe Calderón? No. Una lección del juicio contra su mejor amigo y socio es que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses.
Genaro García Luna fue protegido por las agencias de seguridad de ese país, no sólo en el período que fue secretario de Seguridad sino en los años que vivió tranquila y prósperamente en Miami.
La Casa Blanca siempre supo de las andanzas de su socio. Desde hace diez años la DEA tenía información de sus vínculos con carteles de narcotráfico.
La decisión fue mirar a otro lado, hasta que la presión mediática por la epidemia de muertes por sobredosis de fentanilo les obligó a buscar un distractor.
Sacrificaron entonces a quien bautizaron como El Súper Policía.
Así, la colaboración lacayuna de Felipe Calderón a Estados Unidos durante su sexenio no es patente de corso.
Tal vez por ello se mudó a España, donde además de buenos viñedos encuentra la protección de la ultraderecha y empresarios beneficiados por la corrupción de su gobierno.
Pero nada hay seguro en la diplomacia, y menos la estadounidense.
Calderón ahora brinda por el bajo impacto del juicio en Brooklyn para su imagen que, ciertamente, difícilmente puede ser peor. Es temporal.
El Impresentable Sujeto debería saber que la dirección del viento cambia. Y no hay madriguera que le oculte para siempre.
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Alberto Najar. Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service. Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.