El luto por la muerte de las personas migrantes en Ciudad Juárez es de todos. La responsabilidad de no caer en la xenofobia, igualmente es de todos
Por Leobardo Alvarado / La Verdad
La política migratoria en México es responsabilidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, y mañana estará en Ciudad Juárez. Por respeto a los migrantes y sus familias, por respeto a nosotros, las y los ciudadanos que vivimos en esta ciudad, debería vestir de negro. Hacerlo significa reconocer las consecuencias de su política migratoria, en la que cedió ante las presiones de Estados Unidos convirtiendo en los hechos a México en un tercer país seguro. También debe reconocer el presidente, que pasó de la protección de derechos humanos en su discurso inicial en el año 2018, a militarizar el Instituto Nacional de Migración (INM), y a utilizar la Guardia Nacional para tareas de contención de la migración.
No debe asustarle al presidente, porque conoce bien este país, que a partir de estos hechos tiene el deber de enfrentar el sistema de corrupción que permite la llegada de la gente hasta la frontera norte, porque eso es lo que hace posible también que la Hidra del crimen organizado sea un negocio que envuelve muchas capas de la sociedad. Cuando venga el presidente debería pedir perdón por quienes murieron en las instalaciones de la Estancia provisional migratoria del INM.
La mejor manera de honrar la memoria y resarcir los daños a las familias de quienes murieron en las instalaciones de su gobierno, es transformar la política migratoria, convocando a una reforma migratoria de carácter especial para regularizar a las personas en movilidad. Esto como un primer paso de mucho trabajo e inversión para garantizar los derechos humanos de las personas migrantes en nuestro país, cuya raíz sea abonar a una gobernanza migratoria conveniente para América latina y en oposición clara a Estados Unidos.
También es responsable la gobernadora María Eugenia Campos Galván por la manera en que abordó el tema migratorio en la región. Son conocidas sus expresiones clasistas. Su postura conservadora la llevó a tejer acuerdos con Greg Abbot, el gobernador de Texas. Ambos son promotores de una postura autoritaria y racista para imponer su visión sobre la seguridad en la frontera.
En el caso de la gobernadora, claramente ha estado contra los migrantes al no cumplir la ley estatal, sosteniendo también en el Consejo Estatal de Población (COESPO) y a cargo del Centro de Atención Integral a Migrantes (CAIM) a Enrique Valenzuela, una persona que prácticamente todos los actores que trabajan el tema migrante ven con desagrado. Es quien impide mayores acuerdos de coordinación entre niveles de gobierno, sociedad civil, iniciativa privada, organismos transnacionales e internacionales. La trapacería política con la que se conduce, le sirve a la gobernadora para contener, pero a raíz de los hechos recientes, tiene ella la obligación moral de hacer cambios en su gobierno. Es tiempo de que Enrique Valenzuela se vaya.
Por su parte, el alcalde Cruz Pérez Cuellar es responsable de alentar el discurso de odio contra las personas migrantes en la ciudad. Fue él quien desató el monstruo soterrado en amplios sectores sociales, que a flor de piel mantienen actitudes clasistas. Por supuesto, sabemos que la mayoría de la población no es consciente de las cadenas que carga, y por eso, debemos colaborar para contener un problema que fácilmente nos puede rebasar. Allí está la historia del nazismo como referencia.
No debemos permitir ser arrastrados por argumentos falaces que se escudan en “proteger a los ciudadanos juarenses”. Eso lo que quiere decir es que sólo unos no merecen estar en esta ciudad. La exclusión, sabemos en la narrativa local, está por doquier. Cuando el alcalde utiliza a la policía para perseguir a las y los migrantes en las calles, o vuelve más inseguro el centro histórico de por sí porque allí sabido es convive el mundo del crimen sin que se le contenga, lo único que hace es alimentar la fuente de la xenofobia donde muchos abrevan.
Sobre los responsables directos, según la información dada a conocer en un video de las cámaras del lugar, quienes se desentendieron de los gritos de auxilio de las personas migrantes allí retenidos. Ellos y sus jefes inmediatos deben cargar con la responsabilidad directa por la que deben ser juzgados previo debido proceso. En este sentido, toda la ciudadanía debe estar alerta, porque en un mundo donde mandan los militares, no es posible que quienes son subalternos y civiles, puedan tomar decisiones por su cuenta.
El luto por la muerte de las personas migrantes en Ciudad Juárez es de todos. La responsabilidad de no caer en la xenofobia, igualmente es de todos. Por eso debemos tener claro que en tanto forma de pensar, finalmente fueron el discurso de odio y la militarización lo que hizo que se pusiera el candado a la reja y lo que no permitió que 39 migrantes salvaran la vida.