El principal problema del transporte público de Chihuahua, no son los camiones en sí, por muy viejos y destartalados que estén. El real problema del transporte público es el TIEMPO DE ESPERA de las personas en cada parada. El desconocimiento del usuario de cuándo, a qué hora-minuto, pasará su camión
Por Daniel García Monroy
Cada cierto tiempo los gobiernos estatales golpean los bolsillos de su amado pueblo de a pie. Cada cierto tiempo la autoridad “competente y responsable” decide, que quienes no son dueños o conductores de vehículos particulares deben pagar un “poquito” más por su traslado doméstico diario. Cada cierto tiempo los chihuahuenses de los seis últimos deciles de ingreso, (básicamente jóvenes estudiantes, obreros y ancianos) deben pagar un nuevo “impuesto” para poder viajar a sus escuelas, casas o trabajos en camión urbano. Eso es y ha sido ley perenne inamovible en la historia moderna de todas nuestras ciudades.
Las razones de los incrementos que inexorablemente ocurren vez tras vez, no son tan extrañas ni ocultas, como muchos pudieran suponer. El fenómeno tiene muy variados y obvios por-qués. En el origen de la explicación del problema debe ser ubicado, que existe un tal concepto de transporte humano como: ¡Servicio Público! Sí, pero ¡Concesionado! Establecido en todas las leyes de esta materia. Conceptos de suyo contradictorios, que han pervertido y trastocado el derecho humano y legal de movilidad social –que supuestamente debería ser aplicado y protegido por todo gobierno elegido por las mayorías–. ¿Por qué desde hace décadas el transporte colectivo en nuestras ciudades se estropeó, se corrompió, se jodió? ¿Por qué?
Un poco de historia vale. Delegar uno de los más necesarios y útiles servicios públicos, que debería ser ofrecido con calidad humanista por todo gobierno que realmente creyera en el bien común, dejándolo en manos de los sindicatos llamados CTM o CROC, fue un error histórico y craso. No obstante, acción con la cual el PRI hegemónico apuntaló su status de partido siempre ganador. Pues con ello fortaleció la estructura corporativa del “ogro filantrópico”, utilizando para sí el uso de una prestación social estratégica: el traslado de masas para las campañas políticas del ahora destrozado tricolor.
–Que se necesitaba acarrear gente para cualesquier acto político: háblenle a la CTM.
–Que se requería rellenar una plaza para un evento del gobernador en turno con traslado gratuito: háblenle a la hace CROC.
–Que ningún partido político de oposición pudiera publicitarse en campaña en las chatarras rodantes circulantes: háblenle a las dos poderosas centrales obreras controladas por priístas caciques inamovibles. ¡Brutal humillación para miles de panistas! que muy tristemente pronto habrían de olvidar a sus olvidados místicos del voto, cuando sus herederos accedieron al poder, y que vergonzosamente prefirieron abrazarse con los líderes sindicales corruptos, que proteger a los usuarios del transporte, que habían votado por ellos por creer en un cambio imposible.
Incontables campañas políticas del PRI fueron financiadas por los amos del transporte público, que ganada la elección cobraban su gentil apoyo con injustificados aumento al pasaje, más la perpetua impunidad vial exigida para mantener en auge su negocio ilegalmente privado.
El infame pacto instaurado desde hace décadas por los gobiernos priístas y los dueños del transporte urbano se hizo marca registrada para arruinar la vida de todos los pasajeros tratados peor que reses en sus destartalados camiones, manejados por cafres inconscientes e inmunes al dolor humano. La ganancia diaria como principio ejecutor de su malhadado y atroz servicio se instauró sin remedio en todo el territorio nacional.
Llegó la alternancia en el poder político y con ella la esperanza de un mejor transporte público en Chihuahua. Desde el afamado por bronco, gobernador Francisco Barrio, desilusión y mal sabor de boca nos dejó. La desgracia de un pésimo sistema de movilidad social se mantuvo intocable.
La inocencia hizo pensar que con empresarios en el poder gubernamental, abrir a la competencia privada el juego de las “concesiones” del transporte podría haber sido la ruta de mejoramiento en el sistema. ¡Cállate la boca! Las concesiones, sí, las supuestas “concesiones” de servicios o permisos que los gobiernos entregan graciosamente a particulares se convierten en la realidad en monopolios privados a perpetuidad por heredables. ¡Cristo ten piedad! ¿Y los usuarios, los clientes, los que pagan día con día las ganancias de las empresas regaladas por los gobiernos, sin contraprestación posible alguna? Pues factores despreciables, gusanos que nadie ve, que a nadie preocupan; montoncitos de monedas en cada parada, jamás seres humanos solicitando un humano servicio de transporte.
–Están jodidos porque no pueden comprarse un carro, pues haya ellos; ¿yo por qué? ¿Yo por qué gobierno tengo que someter a la ley a los violentos y desaforados “propietarios” del transporte urbano? –Bien podría haber dicho el clásico; el querido expresidente guanajuatense blanquiazul-.
El Gobierno estatal ya pre-justificó su amenaza del inevitable aumento al pasaje del transporte público en todo Chihuahua en el próximo triste abril. Su buen razonamiento: Nueve años sin incremento es insoportable, excelente. Pero dos fenómenos que ya ocurren en todo camión merecen exponerse. Desde hace más tres meses el gremio de choferes de urbanos en Chihuahua han demostrado su fuerza de grupo, que como protesta a su exigencia de más dinero cada día, han reinstalando las prohibidas bocinas de estéreos para usarlas a todo volumen con corridos narcos sin el menor resquemor, ante la impotencia del sometido y siempre humillado pasaje. –¿Qué nos quieren negar el aumento? Pues hay les va nuestro sonidazo insultante, a ver quién nos multa. Y otro fenómeno, un tanto más extraño. La mayoría de urbanos se están repintando de blanco, que pareciera como si fueran ¡nuevos camiones! Qué cosa: o sea que ya se prepara el “reloaded” y majestuoso engaño, que con solo repintar el exterior de los camiones se pueda explicar el incremento que el Gobierno estatal decretará sin remedio en próximos días. Cosas veredes.
Finalmente, una propuesta indecorosa por cándida. ¿Cuánto debería autorizar el Gobierno del estado de aumento al transporte público en próximos días? ¡¡¡Debería ser del 100 por ciento!!! Es decir pasar de 9 a 18 pesos en el pasaje normal y de cinco a 10 en estudiantes, ancianos, indígenas. –¡Será que estás loco Daniel!– No, no, no, perdón déjenme terminar mi propuesta. Si el servicio mejorara realmente ese debería ser un aplaudido incremento. Pero ¡¿cómo?! De una forma bastante simple y sencilla. Pero que también es impensable que se acepte, en los cerebros, ni de gobernantes autorizantes ni de concesionarios y choferes bastante aberrantes; ya que ninguno de ellos viaja jamás en camión urbano.
Explico: El principal problema del transporte público de Chihuahua, no son los camiones en sí, por muy viejos y destartalados que estén. El real problema del transporte público es el TIEMPO DE ESPERA de las personas en cada parada. El desconocimiento del usuario de cuándo, a qué hora-minuto, pasará su camión. No debe ser tan difícil comprenderlo para quien en su vida haya utilizado el deshumanizado servicio. Con un simple sistema, como las de todos los servicios de taxis de aplicación Uber-Didi-Drive, con el cual el usuario supiera en su celular dónde ubicado viene circulando el viejo camión que abordará, con eso se mejoraría hasta el infinito el mal servicio actual. Con esa app todo usuario conocería cuándo inician su recorrido y sobretodo cuándo se cortan y dejan de circular; cuándo se paran para fumarse su cigarro, comerse se burrito o ir al baño. ¿Genial idea? No lo creo, una muy bastante simple y sencilla.
Si esa acción fuera instaurada y obligada por la autoridad estatal competente, todo usuario pagaría el doble del costo actual. Una simple encuesta demostraría que los usuarios lo aceptarían para por fin dejar esperar y perder en las paradas cientos, miles de minutos de su vida en la inhumana espera bajo lluvia, a 40 grados en verano o bajo cero en invierno. Si todo usuario supiera a qué hora salir de su casa-trabajo-escuela, viendo en su celular en dónde se aproxima el bendito camión urbano que lo transportará (por el dinero que se quiera cobrar, para seguir ganando cada día más), nadie podría negarles el reconocimiento de su reconversión en humano transporte. ¡¿Será tan extraño o imposible de entenderlo, hasta al fin de todos los usuarios, de todos los años, de todos los tiempos?!