Malcolm nos enseña que la vida es injusta porque no está dada para nuestras exigencias y gustos; porque no se elige dónde se nace; porque aparecemos en este juego que ya tiene sus reglas y que parece caminar sin que nosotros podamos más que ceder ante sus estructuras
Por Hiram Camarillo
Tw: @jh_camarillo
¿Te parece que somos ricos? — Lois.
Si hay una serie que ha marcado a mi generación y a las subsecuentes es Malcolm, el de en medio. Después de 23 años de su primera emisión, continúa su retransmisión en televisión abierta y siempre está en el top de Disney+. Malcolm, in the middle tiene un valor especial en México y el resto de Latinoamérica.
Una estrategia que una comedia o comediante utilizan para generar risas es narrar situaciones con las que muchos podamos sentirnos identificados —por algo los tiktoks más populares son los que provocan un “sí soy“ o un “sí somos” —. Así, en el caso de Malcolm, la razón de su impacto mayúsculo es su similitud con las familias latinoamericanas.
A diferencia de los personajes de sitcoms como Friends, que viven cómodamente en apartamentos en el centro de la ciudad y no hay gran explicación sobre cómo diablos consiguen dinero, la familia de Malcolm es pobre. Todo chiste, trama y resolución gira en torno a este hecho material.
Hablamos de una familia de cinco (seis o siete más Francis y Jamie) que vive en una casa y apenas llegan a fin de mes. Lois no tiene tiempo para ir más allá de las demandas básicas de los roles que se esperan de las madres (lavar la ropa, preparar el almuerzo), ya que mantiene un trabajo de servicio de bajo nivel en un supermercado.
Hal tiene un trabajo administrativo en una oficina. Es el tipo de trabajo improductivo y sin sentido que el capitalismo inventa solo para mantener a la gente en la miseria. Trabaja tan poco que en un momento se descubrió que nunca se presentaba los viernes, yendo solo a excursiones de un día a lugares como Seaworld.
Hay una idea que resalta en el programa: la idea de que la meritocracia es una farsa. Malcolm demostró que las promesas del neoliberalismo siempre habían sido falsas: los salarios reales de los trabajadores se han estancado hace décadas y la deuda personal se ha multiplicado. Cuando la familia tiene que cancelar unas vacaciones de verano para pagar las cuentas del hospital, hacen un análisis de costo-beneficio que rara vez se ve en la televisión.
Malcolm retrata al estereotipo del sueño americano, pero para reírse de él. El american dream implica tener una hermosa casa con muchos muebles y un lindo auto, un gran trabajo y una familia perfecta.
La familia de Malcolm tiene estas cosas. Sin embargo, posesión no es sinónimo de calidad. Tienen una casa, pero se está cayendo a pedazos y es pequeña, por lo que tres de los niños comparten una habitación con una cama individual y una cama doble. Poseen muchos muebles, pero están rotos o son chatarra. Tienen un auto, pero es viejo. Ambos padres tienen trabajo, pero no ganan lo suficiente. Como resultado, la cocina es un lugar donde las dificultades de la vida están representadas la mayor parte del tiempo. Una imagen repetitiva es Hal y Lois sentados en una mesa de cocina llena de recibos y cuentas.
La pareja a menudo tiene que decidir qué pagar y hacer sacrificios y concesiones, todos en la familia deben hacerlo. Un buen ejemplo de esta situación es la secuencia de bolsas de almuerzo. En esas escenas, siempre hay dos bolsas de almuerzo idénticas y una tercera con alimentos menos emocionantes. Dewey es más pequeño que sus hermanos, por lo general se le da el menos atractivo, ya que no puede correr lo suficientemente rápido a la cocina para tomar el bueno; esas escenas son la perfecta ilustración de que no siempre se consigue lo que se quiere en el primer intento y de la injusticia general de la vida, donde la meritocracia no tiene cabida por mucho que las personas lo intenten.
Reese es un cocinero nato, y Dewey tiene una habilidad musical asombrosa. Si fuese una serie convencional, terminaría con todos ellos destacando en sus respectivos talentos. Pero no es así, la realidad no es así. La clase obrera no va al paraíso.
El broche final de la serie es una conversación telefónica entre Malcolm y Reese. Reese trabaja como personal de mantenimiento en el instituto, y Malcolm ha ido a la universidad, pero, también trabaja como personal de mantenimiento, entre cada una de sus clases.
El episodio final del programa presenta una escena en la que Francis deja caer su placa de empleado, en la que se puede leer “Francis Nolastname”. Esto puede parecer un detalle menor, pero en realidad dice mucho sobre la serie. Esta familia no es específica, sino una representación general de la familia de clase media-baja. Ellos son el Sr. y la Sra. promedio y sus hijos, desarrollándose en un contexto económico difícil.
Con personas tan comunes, pero fuera de lo común, en comparación con su entorno, la familia “Nolastname” genera universalidad, ya que todos y cada uno de los espectadores, independientemente de su edad, pueden relacionarse con al menos uno de los problemas que enfrenta la familia a diario: paternidad, familia, trabajo o problemas escolares, o incluso el miedo a envejecer, y como eje central de estos problemas está la falta de dinero.
Malcolm nos enseña que la vida es injusta porque no está dada para nuestras exigencias y gustos; porque no se elige dónde se nace; porque aparecemos en este juego que ya tiene sus reglas y que parece caminar sin que nosotros podamos más que ceder ante sus estructuras; porque existen muchas variables en nuestras vidas que están ya dadas mucho antes de que aparezcamos aquí. “Life is unfair”, así concluye el intro del programa.