El asunto del agua de las presas para riego es el pretexto cuasi perfecto para que funcionarios, legisladores y dirigentes del PAN encuentren su caballito de batalla para las elecciones de 2024… el problema no son los tiempos del agua, el problema son los tiempos de las urnas
Por Víctor M. Quintana S.
Donald Trump ha empezado a cobrar adeptos en Chihuahua, gracias a su estrategia para ganar elecciones a como dé lugar y conservar el poder. El asunto del agua de las presas para riego es el pretexto cuasi perfecto para que funcionarios del gobierno del estado, legisladores y dirigentes del PAN encuentren su caballito de batalla para las elecciones de 2024, al no encontrar otros temas que al pueblo lleguen.
Así están los supuestos “defensores del agua” están tratando de copiar la estrategia de Trump:
1. Premisa: lo de menos es la verdad. No se requiere que los dichos tengan correspondencia en los hechos, sino que los dichos sean verosímiles, que “parezcan verdad”. Los seguidores chihuahuenses de Trump no tienen empacho en afirmar que se quieren robar el “agua de Chihuahua”, sin proporcionarle bases fácticas a su afirmación. Tampoco aclaran que la supuesta “agua de Chihuahua” es aprovechada en un 87% por un 1 % de la población, cuando mucho. Y que dentro de ese uno por ciento hay concentración en un reducido grupo de agricultores, fruticultores y ganaderos.
2. Punto de partida individualista-xenofóbico: lo que Estados Unidos ha logrado es por el esfuerzo propio, no se lo debe a nadie y hay que defenderlo de quienes se tratan de apropiar injustamente de él, de una serie de peligrosos “alíens”. Si estos no existen, hay que inventarlos: los migrantes, los izquierdistas, los ecologistas, etc. Esta invención del enemigo la repiten mecánicamente los autodenominados “defensores del agua” en nuestra tierra, atribuyéndoles las más perversas intenciones al gobernador de Tamaulipas, a su pueblo y al gobierno de la 4T, sin darse la molestia de la mínima comprobación documental. Nunca cuestionan los susodichos defensores de dónde viene el agua que utilizan. Nunca revelan que nace en los municipios más pobres de la Sierra Tarahumara y que sus habitantes nunca son retribuidos por ello. Tampoco señalan que al agua es un derecho humano y que el uso doméstico debe tener prioridad sobre cualquier otro uso. Que en los acuerdos internacionales firmados por México -por cierto, no por el actual Gobierno Federal- se establece que la cuenca del Conchos debe aportar un caudal muy específico al río Bravo.
3. Para librar esa guerra -inventada- se vale combatir al enemigo -también inventado- con todas las armas lícitas e ilícitas. En Chihuahua esa guerra se libra con foros a modo, rehuyendo el debate, utilizando los recursos públicos para satanizar y descalificar en ausencia a quienes sostienen posturas críticas, se paga a medios, se dicen medias verdades y mentiras completas. El peligro de esto es que podrían venir actos de violencia como los de los extremistas en el Capitolio de Washington antes de la toma de posesión de Biden.
4. Los demás problemas no son importantes. Es decir, los problemas cuyo diagnóstico y propuestas de solución afecten los intereses propios, hay que dejarlos de lado, que no distraigan la atención del pretexto principal. El trumpismo chihuahuense olvida que, si bien hay problemas con las aguas superficiales, los problemas más graves y urgentes están en el abuso de las aguas subterráneas. Éstas cuentan por un 72 por ciento del agua que consumimos en el estado y aquí no hay amenaza de robo de agua, aquí hay un descarado y real despojo del vital líquido, tanto en los más de cinco mil pozos piratas qué hay en el estado, como en el uso mucho más allá del volumen concesionado. Las presas del estado, por las que ellos lloran tienen un almacenaje razonable, pero más de dos terceras partes de los acuíferos subterráneos están sobre explotados y amenazan el suministro de ciudades y poblaciones. Y esto no le preocupa más que las elecciones del 2024 al titular de la JCAS, como tampoco le preocupa que en los 30 municipios más importantes de la Cuenca del Conchos hay 68 mil 611 personas sin acceso al agua potable y que ahí mismo hay tres municipios donde más de la mitad de su población no ven cumplido su derecho humano al agua: en Balleza, el 72% de los habitantes no tienen agua, en Carichí, el 51.7% y en Bocoyna, el 44.3%.
Para el trumpismo del agua el problema no son los tiempos del agua; el problema son los tiempos de las urnas.