Los postes a la mitad, los botes de basura, los árboles mal ubicados, los cambios de nivel al ir caminando, los conductores echándole el carro y tocando el claxon a ciclistas y peatones… parece una verdadera pesadilla, sin embargo, es lo que sucede diariamente a las personas en Ciudad Juárez
Por Alma Rodríguez
Estimado lector, te invito a adentrarte en este breve relato urbano:
Un día despertamos en Ciudad Juárez, y como en alguna de esas películas de fin de semana, por algún extraño acontecimiento sobrenatural difícil de explicar, el mundo amanece al revés. Se han cambiado los papeles, pero no entre dos personas, ni de la mamá con la hija, o del esposo con la mujer, sino en la movilidad de la ciudad.
De pronto, al ir conduciendo rumbo a tu trabajo por la avenida de costumbre, aparece justo en medio de tu carril un poste de la CFE, apenas alcanzas a esquivarlo, cuando de pronto se te atraviesa una banqueta, así nada más, sin rampa, la cual por la velocidad que llevas, pasas accidentadamente, propiciando algunas sacudidas fuertes, que te hacen doler el cuello. Es el desconcierto total, apenas vas recuperándote del susto cuando observas por el retrovisor que justo detrás de ti, se aproxima a gran velocidad un tren, el cual te echa las luces y empieza a tocarte el claxon a causa de tu lentitud, casi echándose encima de ti.
Te orillas y tratas de estacionarte para recuperar el aliento después del susto, cuando de pronto ves un autobús articulado saliendo de reversa a toda velocidad justo con dirección hacia ti y sin intención alguna de detenerse. Apenas alcanzas a quitar el freno y a moverte metros adelante para evitar que te embista. Cuando decides continuar tu camino, te topas con un par de botes de basura a medio camino, un árbol plantado justo en medio de la vía y un edificio invadiendo parte del arroyo vial, lo cual te obliga a cambiar de carril reiteradamente. Cuando parece que se terminaron los obstáculos y el camino está por fin libre, la calle se termina abruptamente, no hay más camino, solo te queda como opción meterte a la vía del tren, esperando encarecidamente que no te embista y termines bajo sus fierros…
Lo anterior, parece una verdadera pesadilla, sin embargo, no es sólo un cuento, pues todo lo en él relatado es lo que sucede diariamente a las personas que caminan o que van en bicicleta a sus escuelas y trabajos en Ciudad Juárez. Nada de lo anterior es ficción, los postes a la mitad, los botes de basura, los árboles mal ubicados, los cambios de nivel al ir caminando, los conductores echándole el carro y tocando el claxon a ciclistas y peatones, autos saliendo de reversa de estacionamientos sin fijarse si alguna persona va pasando por ahí, entre otros tantos etcéteras.
Es importante visualizar lo anterior, por que la infraestructura de la movilidad debe funcionar como una red, en toda la extensión de la palabra, debe conectar un punto con otro, por toda la ciudad y facilitar desplazarse por toda ella de forma segura y libre de obstáculos. Sin embargo, pareciera muy difícil hacer notorio a nuestras autoridades que esto no sucede cuando hablamos de las banquetas y de la infraestructura ciclista. Y de los impactos que ello tiene para la cultura vial, para la sostenibilidad y para la equidad social, todo ello en la balanza de lo negativo hasta el momento.
La infraestructura actual existente, no puede ser llamada una red, precisamente porque no conecta toda la ciudad ni está libre de obstáculos. Según los datos de entorno urbano más recientes del INEGI, solamente el 40% de todas las manzanas de la ciudad tenían banqueta en sus cuatro lados, esto hablando de la ciudad en general, y sin tomar en cuenta que hay gran cantidad de banquetas intransitables. Por otra parte, en la ciudad existen solo 30 km de ciclorruta en el norte de la ciudad, lo cual es un porcentaje mínimo respecto a las vialidades existentes, y que, por tanto, no cumple aun con esta función de red. El rezago es demasiado grande, lo cual evidencia la necesidad de una inversión contundente y seria en estos rubros, la cual no ha llegado.
El jueves pasado, justo hace una semana, históricamente se llevó a cabo la primera audiencia pública en materia de movilidad urbana y accesibilidad universal, en dónde un grupo de ciudadanos –algunos de ellos con discapacidad– haciendo uso de esta herramienta de participación ciudadana, mostraron las dificultades que tienen diariamente para poder hacer uso de la ciudad, debido a la deficiente o inexistente infraestructura, y cuestionaron a las autoridades municipales sobre su trabajo realizado en este rubro.
El resultado no fue muy alentador en el caso de la respuesta de las autoridades, pues se limitaron a mostrar la teoría de lo que debería de realizar su dependencia en esta materia, pero prácticamente ninguno mostró resultados concretos, o cuando menos, planes bien estructurados para la mejora de la movilidad y la accesibilidad peatonal. A pesar de ello, el ejercicio deja esperanza en la capacidad de incidencia de los ciudadanos y reafirma la importancia que tiene la participación ciudadana en los asuntos públicos, y la necesidad de vigilancia y exigencia permanente, en este caso particular, en la aplicación de recurso público en infraestructura y en su gestión.
Así como la fábula relatada líneas arriba muestra lo absurdo e impensable que sería si esto sucediera en el espacio vehicular, así mismo debería ser impensable que eso mismo siga sucediendo en la red de banquetas e infraestructura ciclista, sobre todo, en una época donde el cambio hacia modos más sostenibles de movilidad es irreversible, pues la Ley ya lo marca así y el presupuesto municipal debe ir en ese sentido.