Poco después de que derecha e izquierda anuncien sus candidaturas, los reflectores le quemarán las cejas a Dante Delgado. La verdad, no creo que resista hasta noviembre o diciembre para definirse porque lo tundirán a diario. Y es tan importante para la oposición lo que decida que no sólo impactará a Movimiento Ciudadano, sino también al PRIAN.
Por Alejandro Páez Varela
Hemos llegado al momento de la verdad. Dentro de una semana habrá candidata del Frente Amplio por México (PRI, PAN y lo que queda del PRD) y luego, con diferencia de tres días, saldrá la decisión de la izquierda. Quedará pendiente Movimiento Ciudadano, cuyo conflicto se resume en esto: O Dante Delgado cede a la presión de las élites representadas en Enrique Alfaro (intelectuales, periodistas, medios y empresarios) o sigue con su plan del candidato propio.
Es un momento ingrato para Dante. La presión que resiste es desde adentro y desde flancos que han sido aliados. Tiene un abismo frente a sí mismo: si no se une al PRIAN se le separa Jalisco y si se une, entregará Movimiento Ciudadano a quienes le tuercen el brazo por la mala. Pero además, entregará su partido a un grupo que representa lo más rancio de la política y que va de fracaso en fracaso. Los actores que lo abrazaban ahora le dan la espalda y lo presionan. Esos a los que ha dado cobijo durante años se han aliado para derrotarlo. Él mismo ayudó a crear el monstruo que le jala las patas, pues.
La candidatura presidencial de la izquierda tendrá varias lecciones y sorpresas. Cada punto que crezca Gerardo Fernández Noroña será una lección de que el gasto grosero en publicidad no es necesariamente lo que define lo que quiere la gente. Otra sorpresa –y lección a la vez– es, pero a la inversa, Adán Augusto López: los ríos de dinero que corrieron con su candidatura no serán suficientes para imponerlo, según leo en todas las encuestas.
La nominación recaerá entre Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard y el reto será que el movimiento se mantenga sólido después de que se anuncie al ganador de la interna. La garantía es, digamos, Andrés Manuel López Obrador. Hará hasta lo imposible para impedir la ruptura y aunque se dé, hará hasta lo imposible por evitar que tenga un efecto demoledor. El recuerdo amargo de Coahuila estará presente en lo que venga. Habrá chantaje y perfectamente veo a Ricardo Monreal negociando, en los momentos más difíciles, para sacar provecho para él, su familia y sus más leales. Lo mismo que hará Manuel Velasco. Pero el Presidente y Morena saben que era así; saben que las candidaturas de Monreal y Velasco son de plástico y básicamente para ver qué sacan.
La candidatura del PRIAN, por su parte, no tendrá sorpresa: es Xóchitl Gálvez, aunque Beatriz Paredes haya puesto en evidencia que la empresaria y política hidalguense no es el “fenómeno” que dicen que era. A Xóchitl apenas le alcanzará para ganar la interna y eso acomodando con calzador las fichas: cepillaron en escritorio a cualquiera que le hiciera la más mínima sombra y al final querían que Paredes renunciara aunque se pusiera en evidencia que los señoros deciden la vida interna de los partidos agrupados en el proyecto de Claudio X. González. Gálvez llega muy a fuerzas a la candidatura de la derecha y van a seguir presionando, ahora a Movimiento Ciudadano, para tratar de robustecerla.
Estamos en un momento delicado: el momento de la verdad. Lo que suceda en los siguientes días define qué tipo de elección será la de 2024. Todos los proyectos políticos enfrentan enormes retos pero creo que, a pesar de lo que suceda en la izquierda y a pesar de todo lo que pasa en Movimiento Ciudadano, la candidatura del PRIAN es la más conflictiva. Xóchitl Gálvez es una candidata sumamente frágil, por más que la prensa esté volcada a ella. Y es frágil porque la construyeron por la fuerza. Es un personaje hecho de retazos de ideas indefinidas y será difícil de vender aunque tenga a su favor todo el aparato y todo el dinero para venderla.
Vamos a suponer que Xóchitl es tan aplicada, ejemplar y prístina como pregona ella y como pregonan otros por ella. Supongamos que no viene enriqueciéndose y enriqueciendo a su familia con contratos de empresas que estuvieron cerca de ella mientras desempeñaba puestos públicos.
Vamos a creer que no se ha sobrevendido para generar afectos y para crecer políticamente; que sí es una mujer indígena que viene de la pobreza extrema y que vendió gelatinas y formó un imperio económico; que sí fue trotskista aunque no se sabe cómo fue o dónde o cuándo; que sí es feminista y que está a favor del aborto aunque se hizo política dentro del PAN, donde no se puede crecer –y los ejemplos sobran– si se es feminista o se está a favor del aborto.
Vamos a creerle que fue violentada por su padre aunque dentro de su propia familia niegan que él, un profesor, fuera ese tipo de individuos; vamos a decir que presumió a ese padre violento, opresor y priista frente a los priistas porque quería ganarse su corazón, aunque fuera utilizando la figura de un ogro macho que amenazaba a su madre (y a ella misma) con una escopeta o con un molcajete de varios kilos de piedra.
Vamos a decir que es progresista porque recurre al lenguaje folclórico y a palabras fuertes como “güey”, “chingue y chingue” o “guevones” en entrevistas o en promocionales. Vamos a aceptar que fue casualidad el haber hecho carrera política dentro del Gobierno de Vicente Fox Quesada, que abiertamente entregó secretarías de Estado a El Yunque, la organización clandestina de ultraderecha con antecedentes de violencia no sólo en México, sino en España y en América Latina. Vamos aceptar que las convicciones de Xóchitl son y fueron tan sólidas (aunque nunca se le haya escuchado defenderlas en ningún foro o frente a ninguna causa particular) que pudo ser subordinada de Carlos Abascal, un miembro juramentado de El Yunque, cuando éste fue Secretario de Gobernación, sin tener que rendir ninguna de las creencias que dice defender.
Vamos a aceptar como verdad todo lo que ella dice que es y todo lo que dicen los medios que ella es; vamos a creerle que no es corrupta o traficante de influencias; que no exagera respecto a su propio heroísmo y que mantiene firmes sus convicciones supuestamente de izquierda aunque toda su carrera, política y profesional, se hizo desde la derecha más rancia e intolerante. Creámoslo, por favor.
Creámosle lo que dice, pero enseguida, por supervivencia, preguntémonos: ¿con quién va a gobernar esa persona incorruptible y para quién va a gobernar, si los que la apoyan y la quieren en el poder son exactamente lo contrario de lo que ella habla sobre sí misma? O, dicho de manera más puntual: una vez que llegue al poder, ella que no es corrupta, ¿hará a un lado a Roberto Madrazo, a Elba Esther Gordillo, a Carlos Salinas de Gortari, a Rosario Robles, a Enrique Peña Nieto, a Vicente Fox, a Felipe Calderón, a Arturo Montiel, a Alejandro “Alito” Moreno, a Marko Cortés, a “Los Chuchos”, a los miembros juramentados del Cartel Inmobiliario panista o a la parte más oscura y reaccionaria de la Iglesia como la Organización Nacional de Padres de Familia? ¿Los hará a un lado para gobernar; para aplicar los principios que, según ella misma, defiende?
Xóchitl Gálvez, ¿hará a un lado a la élite empresarial que representa Claudio X. González o a las élites intelectuales que se hicieron ricas administrando instituciones culturales? ¿O les abrirá la puerta apenas entre a Palacio Nacional, si es que gana?
¿Hará a un lado a los dueños de la prensa que ahora la apoyan y que antes usaron sus consorcios mediáticos para hacer negocios con los gobiernos? ¿Podrá sacudírselos si son ellos los que la impulsan? Ella que supuestamente no es corrupta –y para este texto vamos a pensar que no es corrupta–, ¿depurará a los corruptos que sueñan con que crezca y sea Presidenta de México?
Si le creemos que es tan limpia y tan progre, ¿cómo hará para relegar a los que gritan “¡indio patas rajadas!”, o a los que matarían con sus propios dientes a López Obrador porque “es un naco”, un “prieto que ni siquiera sabe hablar bien”? ¿Hará a un lado a las élites blancas que la quieren en el poder, tan católicas ellas, a las que una servidumbre de color de piel más oscura les cambia los pañales? Ella, tan trotskista, ¿enfrentará a las élites sagradas, las que hacen todo por impulsarla porque sueñan con el México de privilegios que administraban?
La respuesta es obvia: Xóchitl nunca hará a un lado a las élites que la impulsan. Y aún aceptando, sin preguntarse nada, que ella es muy distinta a esos caciques y a esas élites que la apoyan, ella misma no supera su propio perfil: es una mujer de ideas indefinidas muy difíciles de vender. La candidata del PRIAN es, pues, un Frankenstein; un moderno Prometeo al que le compraron por conveniencia sus embustes y ahora piensan vender como la neta a millones de mexicanos.
Poco después de que derecha e izquierda anuncien sus candidaturas, los reflectores le quemarán las cejas a Dante Delgado. La verdad, no creo que resista hasta noviembre o diciembre para definirse porque lo tundirán a diario. Y es tan importante para la oposición lo que decida que no sólo impactará a Movimiento Ciudadano, sino también al PRIAN. Xóchitl o el moderno Prometeo no despegará si no se recurre a todos los artilugios, entre ellos decir que con MC, ella se pone a la cabeza. Pero ni la encuesta de Reforma de este domingo da esa suma. Morena reúne 49 por ciento y junto con sus aliados, 53 por ciento. PAN da 21, PRI 19 y PRD 3 por ciento y juntos reúnen, dice Reforma, 43 por ciento. MC, sin candidato, da 4 por ciento. Sueñan con ese 4 por ciento, pero sobre todo sueñan con presumirlo, aunque no signifique gran cosa.
La presión que Dante recibe a diario desde (sobre todo) el periódico Reforma; desde el círculo de Claudio X. González y desde otros medios, así como la rebelión que encabeza Enrique Alfaro, es porque quieren sus votos para apuntalar a Xóchitl. Todas las encuestas dicen que MC solo, casi con cualquier candidato, obtiene más que un 4 por ciento. Pero esas proyecciones no importan. El PRIAN necesita otro brazo para Xóchitl aunque ya tenga dos. El PRIAN necesita a MC para presentar la farsa completa.
Total, durante décadas le han dicho a los votantes qué pensar, qué sentir, qué celebrar: ¿por qué no decirles ahora que tienen a la candidata perfecta, la que entregará el fuego de los dioses a los hombres, Xóchitl Gálvez o el moderno Prometeo?
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Alejandro Páez Varela. Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx