Opinión

El carácter político de nombrar para la Nación N’dee/N’nee/Ndé




septiembre 14, 2023

El acto de nombrarse es un instrumento político vital para la Nación N’dee/N’nee/Ndé[1] que les permite mantenerse unidos como comunidad, resistir e imaginar nuevos panoramas.

Por Denisse Gómez-Retana

Now that we had a name, some of the fragmented pieces began to fall together
—who we were, what we were, how we had evolved.
We began to get glimpses of what we might eventually
become[2]

Con una narración sensible y delicada, la escritora caribeña Jamaica Kincaid reflexiona sobre la usurpación colonial a través de la nomenclatura de las plantas y el placer por la jardinería. En la poderosa frase to name is to possess[3] condensa la capacidad anuladora y sustituyente de la imposición de un nombre realizada por los colonizadores, pues suprime la historia de relaciones etnobotánicas con el entorno que previamente tenía la comunidad oprimida. Esta imposición de nombres funciona como un velo que impide recordar, detiene el ejercicio de memoria e implanta una única forma de narrar el mundo.

Uno de los primeros actos de liberación posteriores a una revolución es el acto de renombrar el territorio, para ejemplificarlo Jamaica Kincaid menciona el caso del país sudafricano Zimbabwe, propuesto por los rebeldes para sustituir el nombre previo impuesto por un colonizador británico. Para este acto de nombrar las comunidades elaboran una especie de arqueología lingüística en la que reconstruyen su historia a través de vestigios de la memoria, de manera que recuerdan y retoman las palabras que solían utilizar para dar cuenta de su entorno o, bien, proponen nuevos nombres que dan testimonio de su pasado y reflejan el futuro que esperan construirse. Más complicado es el panorama de rememorar si además de la imposición de nombres, la violencia colonial y estatal hacia la comunidad también incluye el genocidio lingüístico. Este es el trasfondo político de la insistencia que la Nación N’dee/N’nee/Ndé realiza para ser interpelados por el nombre que eligieron.

El pasado julio aconteció la sexta reunión anual y binacional de la Nación N’dee/N’nee/Ndé en Casas Grandes, Chihuahua. Estas reuniones son el reflejo del proceso de reorganización política para resistir al perenne exterminio que los Estados mexicano y estadounidense han intentado hacer de su comunidad y retomar el poder sobre su identidad, historia y territorio. Entre sus frentes de lucha está el activismo lingüístico para reclamar la posesión de su lengua y las narrativas pasadas y futuras de esta. Una de sus exigencias es la demanda de ser nombrados por su endónimo: n’dee/n’nee/ndé. Un endónimo o autónimo es el nombre que elige un grupo para autodenominarse.

La razón por la que nos es difícil identificar a qué comunidad originaria del territorio chihuahuense este nombre refiere es por los actos de violencia lingüística, como la imposición de un nombre y la sofocación de su lengua originaria, que la conquista española y luego el Estado mexicano han realizado sobre ellos, lo cual nos ha llevado a narrar la historia solo en los términos hegemónicos dictados por estas instituciones opresoras.

¿Por qué este nombre con tres palabras muy similares y nada referenciales para el hispanohablante? Estas tres palabras son el mismo término en las cuatro variantes dialectales habladas en el territorio mexicano: n’dee biyat’i, n’nee biyat’i, ndé bizaa’ y ndé miizaa. Eligieron una denominación con las cuatro variantes para, contrario a la historia pasada caracterizada por la invisibilización y el silencio, representar a todas las tribus tanto discursivamente como en la toma de decisiones.

Tal vez la demanda por utilizar este nombre puede descolocar un poco a quien nunca se ha visto en la necesidad de utilizar una lengua impuesta, a quien no se ha visto en la necesidad de ser escolarizado en una lengua que apenas aprende o peor aún que no conoce, a quien sus padres no le han negado la interacción en su lengua familiar con el fin de prevenirle burlas o sanciones. Pero esta incomodidad de enfrentarse a una palabra, a una lengua e incluso a una perspectiva que no se entiende es una oportunidad perfecta para escuchar y aprender[4]. La demanda de la Nación N’dee/N’nee/Ndé es una invitación a resistir junto a ellos a la afrenta contra las lenguas y comunidades indígenas del ahora territorio mexicano; asimismo, es una invitación a renunciar por un momento al egoísmo que la hegemonía de las lenguas imperiales como el español reproduce, una invitación a conocer otras formas de contar y hacer historia.

Es pertinente aclarar que la comunidad n’dee/n’nee/ndé es parte de una etnia más amplia ahora dividida por fronteras Estatales. Originalmente, los miembros de esta población solían moverse por un vasto territorio que comprende —al menos— Arizona, Texas, Nuevo México, Chihuahua, Sonora y Coahuila. Varias comunidades sobre todo del vecino país han realizado un proceso de reivindicación del exónimo ‘apache’. Sin embargo, esto no es común a todas las comunidades y definitivamente no es el rumbo de la historia que la comunidad en el territorio mexicano ha decidido tomar. Un exónimo es el nombre que un grupo asigna a otro; los exónimos a veces tienen cargas peyorativas en su contenido. Independientemente de si el exónimo tiene carga peyorativa o no, una relación desde el reconocimiento, respeto y equidad implica llamar a nuestro interlocutor por el nombre por el que quiere ser reconocido, pues toda persona y comunidad debe tener esta agencia sobre su identidad. Ignorar esta petición y anteponer nuestra comodidad discursiva reproduce y mantiene las prácticas violentas de subordinación que se han realizado sobre el pueblo n’dee/n’nee/ndé.

En síntesis, el acto de nombrarse es un instrumento político vital para la Nación N’dee/N’nee/Ndé que les permite mantenerse unidos como comunidad, resistir e imaginar nuevos panoramas. Aceptemos su invitación a la escucha, la reflexión y la solidaridad en la lucha contra la subordinación de las comunidades indígenas en el territorio mexicano.

***

Denisse Gómez-Retana. Doctorante de sociolingüística en el Latin American, Iberian and Latino Cultures en The City University of New York. Cuenta con estudios de Derecho y maestría en lingüística aplicada. Se ha desempeñado como profesora de áreas relacionadas con la lingüística y el discurso.

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[1] Gracias a Emma Rodríguez Palacios, miembro del Consejo de la lengua de la Nación N’dee/N’nee/Ndé, y a Juan Luis Longoria Granados, nant’an de la comunidad N’dee/N’nee/Ndé en el municipio de Chihuahua, por las correcciones y las enseñanzas compartidas.

[2] Anzaldúa, G., Borderlands/La Frontera: The New Mestiza. San Francisco, Aunt Lute Books, 2007.

[3] Kincaid, J., My Garden. New York City, Farrar, Straus and Giroux, 1999.  

[4] hooks, b., Teaching to Transgress: Education as a Practice of Freedom. Routledge, 1994.

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