Quizá desde la cúpula guinda y el gobierno federal debería comenzar a realizarse un cambio de narrativa, así como un efectivo control de daños. La polarización, que le funcionó bien al presidente López Obrador a lo largo de este sexenio, parece estarse agotando
Por Hernán Ochoa Tovar
Podemos decir, sin lugar a dudas, que la presente semana ha sido un tanto compleja para el oficialismo. Si hasta la fecha, había podido remontar veleidades exitosamente, los últimos días han encarado desafíos difíciles que ponen a pensar acerca del eventual alcance de su pretendida hegemonía. Al parecer, el consabido desgaste, que suele golpear a los gobiernos en la recta final de su ejercicio, ha comenzado a arañar los designios de la 4T, aunque aún no parece afectar la popularidad del presidente López Obrador, misma que se ha mantenido incólume hasta la fecha.
Para comenzar, el impensable suceso de la campaña de la dra. Claudia Sheinbaum, acaecido en el estadio Cruz Azul de la Ciudad de México. Asemejando a una especie de revival de lo que le sucedió a Josefina Vázquez Mota hace una década, la dra. Sheinbaum presenció un desangelado evento a principios de semana. Acostumbrada a ser recibida por pletóricas multitudes, con júbilo y ahínco, el evento del estadio destiló una atmósfera diametralmente opuesta: parecía una escena fantasmagórica donde se abandonaba al candidato perdedor, más digna de la campaña de Herbert Hoover que de la candidata puntera en las encuestas. A este respecto, los jerarcas de MORENA adujeron que se debió a la mala organización. Sin embargo, llegó a comentarse que, ante el vacío inmutable, la dra. Sheinbaum decidió no salir y los coordinadores de su recorrido electoral –formalmente aún no estamos en campaña– decidieron abortar la misión ante que la nota cundiera más en los medios de comunicación, cosa que finalmente sucedió. Sin embargo, hubo diferentes interpretaciones para este hecho, pues, aunque para el oficialismo sólo implicó un dislate; para algunas personas implicó un hecho incontrovertible: que la Dra. Sheinbaum no posee el carisma del presidente López Obrador, y que la narrativa imperante –al estar muy basada en la de AMLO– no está teniendo un resultado demasiado exitoso.
Por otra parte, lo del huracán Otis ha implicado un importante cuestionamiento al ejercicio gubernamental. El Puerto de Acapulco, acostumbrado a padecer los estragos de la naturaleza desde tiempos inmemoriales, tuvo la desgracia de padecer dos desastres naturales la presente semana: un huracán Otis, categoría 5, que dejó una estela de destrucción en la urbe; y un terremoto, cuando los estertores de la tormenta aún aquejaban el puerto. A este respecto, la respuesta gubernamental ha estado plena de claroscuros, pues mientras el gobierno de Guerrero no respondió pronto (y sus contestaciones fueron a través de la red social “X”, otrora Twitter), fue el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien tuvo que hacer un control de daños y salir a dar la cara ante un desastre de tal magnitud. Entre rumores de la desaparición del FONDEN (el Fondo de Desastres Naturales, creado durante la gestión de José Ángel Gurría en la SHCP) el mandatario se trasladó al puerto de Acapulco para dirigir acciones de contención y recuperación. Sin embargo, se le inquirió el porqué lo hizo por carretera –estando las vías terrestres cerradas por la propia SICT– y no por helicóptero, cuando el gobierno federal tiene diversas aeronaves del ejército para su disposición y transporte. Aunque la intención fue buena, la intención de nadar a contracorriente -literal y metafóricamente- pareció poner la narrativa de López Obrador en un brete. Por fortuna, la voz sensata fue la del subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, quien, para tranquilidad de los mexicanos, dijo que el FONDEN no había desaparecido y sólo había sido reubicado; motivo por el cual se podrían dar los apoyos a las zonas afectadas en tiempo y forma. Una especie de bálsamo, pero que no pareció contener del todo las opiniones negativas, ante lo ocurrido en el Puerto de Acapulco, donde la gente ha desarrollado una gran resiliencia ante el dolor y la tragedia. Bajo esta tesitura, si diversos fenómenos naturales han sido la kryptonita de varios políticos (el propio ex alcalde de Acapulco, Juan Salgado Tenorio, fue imputado por negligencia tras desatender el puerto cuando padecía los estragos del Huracán Paulina a finales de la década de 1990) ignoramos cómo podrá impactar electoralmente a Morena un desastre de la magnitud del Huracán Otis. Dependerá de la capacidad administrativa y responsiva del gobierno federal y estatal, la cual hasta ahora ha mostrado luces y sombras de un modo apremiante. 2024 nos dirá cómo se canalizó la indignación: si con la ratificación o el voto en contra.
Por otro lado, en el Senado de la República sucedió algo antes impensable: dos senadoras de Morena dejaron la bancada mayoritaria: la campechana Cecilia Sánchez y la guanajuatense Malú Mícher, ambas muy cercanas a la causa de Marcelo Ebrard. La primera terminó calladamente en las filas del tricolor (respaldada por Alito Moreno); mientras la segunda rompió con el partido guinda de una dura manera, pues acusó que sus otrora correligionarios no la dejaron hablar en tribuna ¡para defender un punto de acuerdo¡ Si a ello le sumamos la defección que había sufrido el oficialismo con la suma de la Senadora Nancy de la Sierra al tricolor (luego de pasar del PT al Grupo Plural); así como la de Germán Martínez Cázares (ex director del IMSS) tiempo atrás, se puede inferir que por lo menos 5 senadores (contando a Lily Téllez) han dejado el grupo parlamentario mayoritario en la Cámara Alta. Un número nada despreciable considerando que pertenecen al oficialismo y al partido gobernante.
Quizá desde la cúpula guinda y el gobierno federal debería comenzar a realizarse un cambio de narrativa, así como un efectivo control de daños. La polarización, que le funcionó bien (por lo menos discursivamente) al presidente López Obrador a lo largo de este sexenio, parece estarse agotando; y no se ve que pueda ser cabalmente reproducida sino por su propio creador y emisor. Consideraría pertinente que la dra. Sheinbaum se alejara de este relato y fuera construyendo el propio. Como mujer empoderada, debería ir construyendo su propia historia e ir dándola a conocer. Si bien, la narrativa la ha ayudado a casi tener la victoria en la bolsa, podemos decir que en política no hay certezas. Para muestra lo de Argentina, donde se creía que Milei sería el absoluto ganador, y hoy juega sus cartas para ver si consigue una victoria en términos del ballotage. Veremos lo que ocurre. Esto apenas da inicio.