Madre yo sí te creo se ha convertido en la consigna que acompaña el andar de cientos de mujeres que en Jalisco luchan por recuperar su vínculo materno filial, ese que sus agresores y progenitores de sus hijos e hijas les han arrebatado, en uno de los ocho estados del país que aún no legislan en materia de violencia vicaria
Por Dalia Souza – @Daliasouzal / Zona Docs*
Como toda gran historia, esta comienza con un grupo de mujeres reunidas.
Bajo la escultura de una mujer hecha de piedra que protege en su regazo a un pequeño niño, un grupo de madres en Guadalajara decidieron unirse en un acto de resistencia y protesta para denunciar que sus hijas e hijos les habían sido arrebatados violenta e injustamente por sus agresores y con la complicidad -por acción u omisión- del Estado.
Ese día juntas bordaron y pintaron 85 letras de colores sobre tela de manta, para conformar la frase que enmarcaría el inicio del movimiento contra la violencia vicaria en Jalisco.
Aunque su andar por la justicia y el regreso de sus crías, -como le nombran a sus hijas e hijos-, comenzó antes de encontrarse. Cuando aún no tenían siquiera una forma de nombrar lo que estaban viviendo.
Nato Montes es la fundadora de Madre Yo Sí Te Creo, una de las primeras páginas de Facebook que visibilizaron la violencia vicaria en México, ahora, es una de las colectivas más importantes en Jalisco en el accionar público y político contra este tipo de violencia.
El trabajo de activismo llevó a Nato a articularse con otras madres como Mildret Saénz, con quien en 2021 cofundó CAM-CAI, la Colectiva de Amorosas Madres contra la Alienación Infantil hoy la Colectiva Amorosas Madres contra la Violencia Vicaria, la primera agrupación en México que abiertamente buscó nombrar y denunciar la violencia vicaria. Dos años después, se han sumado más de 800 mujeres a esta organización nacional.
Mildret, actual representante de CAM-CAI, comenzó en este andar con su propia historia 16 años atrás. Relata que por mucho tiempo las autoridades que recibían sus denuncias insistían en que se trataban de casos de Alienación Parental.
Sin embargo, explica que este constructo no parecía coincidir con las situaciones que ellas estaban viviendo. Sobre todo, porque pese a que este tipo penal -aún vigente en las legislaciones estatales- contempla que ambos progenitores pueden ejercerla, “judicialmente sólo aplicaba para beneficio y defensa de los hombres”, dejando a las mujeres como victimarias y sin ningún tipo de protección.
El Síndrome de Alienación Parental (SAP), propuesto por el psicoanalista Richard A. Gardner en 1985 se define como un tipo de “lavado de cerebro” que ejerce generalmente la madre sobre el hijo o hija en contra de su padre, para quitárselos y con esta “alienación” hacer “creer” a la niña o el niño que su padre cometió abuso sexual en su contra.
El Comité para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (Comité CEDAW), la Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer, sus causas y consecuencias y el Grupo de Trabajo sobre la discriminación contra las mujeres y las niñas ha rechazado desde el año 2013 la validez de “esta teoría pseudocientífica” y se ha opuesto firmemente a su uso en los casos de violencia basada en el género. Además, han cuestionado que siga siendo reconocido dentro de los sistemas de justicia.
En un pronunciamiento conjunto en mayo de 2019, un grupo de expertas de distintos Mecanismos independientes sobre la violencia contra las mujeres y sus derechos, también rechazó “el uso abusivo de la “alienación parental”, así como de otros conceptos y términos similares que en su análisis “buscan denegar la custodia de sus hijo/as a la madre y concederla al padre acusado de violencia doméstica, ignorando totalmente los posibles riesgos para el niño/a”.
El SAP también ha sido cuestionado por psicoanalistas feministas en todo el mundo, la propia Sonia Vaccaro, psicóloga clínica y forense creadora del concepto de violencia vicaria ha desechado su utilización advirtiendo que se trata de “un instrumento de defensa para padres acusados de incesto y/o abuso”.
En medio de este contexto, Nato y Mildret junto a otras compañeras de distintas partes del país se resistían a creer que este fuera el concepto definitorio que describiera la situación que les atravesaba a ellas y a sus hijas e hijos.
“Yo ya venía de colectivas feministas, entonces alcanzaba a entender que era una violencia machista, o sea yo decía: esto no es que nos separamos y él se llevó a la niña y yo le tengo que dar pensión, ¡no! esto no es, no sé qué es, pero no es lo que nos dicen. Esto que está haciendo él es para lastimarme”.
“Nos poníamos a leer mucho, toda la noche leyendo, hasta que un día una de nuestras compañeras cofundadoras de CAM-CAI, Claudia Jiménez, ¡pum! dio con el concepto de violencia vicaria de Sonia Vaccaro” recuerda Nato.
“Ahí es en donde dimos que lo que padecíamos todas las que estábamos en la colectiva era violencia vicaria”, explica Mildret “¡al fin!, fue como cuando estás enferma de algo y no sabes qué tienes y nadie te dice nada. Cuando dimos con el término empezamos a leerlo, a estudiarlo”.
Dar con la “enfermedad” asegura Mildret, fue el inicio de su “búsqueda por la cura” que un par de años después sabrían que sería la ley.
“Escuchamos a Sonia, ella nos mandó un video explicándonos, quedó como anillo al dedo: el día que les dijimos basta y les quitamos el poder, ellos siguieron haciéndonos daño, ahora a través de nuestros hijos e hijas” afirma Nato.
Sonia Vaccaro desarrolló el concepto de violencia vicaria en el año 2012 y lo definió como “aquella forma de violencia secundaria que se ejerce sobre los hijos para herir a la mujer”. Según explica la psicóloga clínica y forense argentina, “el maltratador sabe que dañar, asesinar a los hijos/hijas, es asegurarse de que la mujer no se recuperará jamás”. De esta manera, niñas, niños y adolescentes se convierten en instrumentos para continuar el maltrato, la manipulación y el control hacia la mujer.
Frente a los discursos de grupos detractores, usualmente de ultraderecha, que se proclaman protectores de la familia y que aseguran que hombres y mujeres pueden ser víctimas de violencia vicaria, para las colectivas de madres que conforman el movimiento en México ha sido fundamental señalar que esta forma de violencia es extrema y en razón de género. Es decir, que la violencia vicaria se gesta e inserta dentro de un contexto generalizado de desigualdad y machismo que lacera y condiciona puntualmente la vida de las mujeres por ser mujeres.
Así lo sostiene Erika Córdoba Catalán, abogada, consultora en género y derechos humanos de las mujeres en Jalisco, “la violencia vicaria es una violencia en razón de género” y, por lo tanto, “vulnera los derechos humanos de las mujeres”.
En su artículo “La violencia vicaria como una de las expresiones de la violencia contra las mujeres en razón de género” explica que se trata de un delito autónomo y que, si bien surge dentro del ámbito familiar y, por ende, puede confundirse con el delito de la violencia familiar, tiene elementos del tipo penal que lo hacen diferente al resto, tres de los cuatro que identifica son:
- Sólo las mujeres pueden ser víctimas en razón de género.
- Sólo los hombres pueden ser sujetos activos o agresores;
- El elemento subjetivo del delito tiene que ver con el ánimo o dolo, que es la finalidad de causar un daño a su víctima.
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En la actualidad Madre yo sí te creo acompaña a más de 80 mujeres en la Zona Metropolitana de Guadalajara y algunos municipios del interior de Jalisco. Desde 2021 montaron afuera del Centro de Justicia para las Mujeres un módulo de orientación independiente para las usuarias que llegan a solicitar ayuda gubernamental.
“Viviste violencia a manos de un hombre con quien tienes hijxs” ¡Cuidado! podrías ser víctima de violencia vicaria”, puede leerse en los carteles que colocan durante protestas y manifestaciones afuera de la dependencia.
Según sus registros, el 20% de las mujeres que se acerca a la colectiva lo hace tras ser víctimas de alguna forma de violencia física, intrafamiliar, sexual, psicológica, patrimonial o económica, pero el 80% restante acude a ellas cuando se encuentran en medio de procesos de sustracción, restricciones u obstrucción de convivencias con sus hijas e hijos, incluso, cuando sus exparejas les han quitado ya la custodia o la patria potestad sobre sus crías.
Sara Ruiz, integrante de la colectiva y de la Alianza de Madres Protectoras contra la Violencia Vicaria, reconoce que “muchas de ellas llegan tarde a descubrir que todo el proceso que estaban viviendo previo a perder la custodia de sus hijos e hijas, era violencia vicaria”.
Sara se nombra a sí misma como una “madre protectora”, aludiendo al concepto que utilizaron las madres chilenas que buscaban a sus hijos e hijas desaparecidas forzadamente durante la dictadura. “Ellas se nombraron madres protectoras contra el Estado, acá nosotras nos nombramos madres protectoras contra los dispositivos judiciales del Estado que en complicidad actúan con nuestros agresores para quitarnos a las crías y seguirnos controlando”.
La Alianza de Madres Protectoras contra la Violencia Vicaria surge como parte de la colectiva Madre yo sí te creo para articularse con otros movimientos de resistencia feminista en el estado, en la lucha por recuperar a las niñas, niños y adolescentes que han sido sustraídos por sus progenitores.
Como una red de colectivas trabajan por visibilizar los casos de violencia vicaria, denunciar a agresores y funcionarios públicos cómplices, brindan orientación legal desde la experiencia y también han participado en los procesos de discusión sobre la #LeyVicaria en Jalisco.
En medio de este andar, para Sara, lo más doloroso es que las mujeres que acuden con ambas colectivas difícilmente pueden nombrar al inicio de sus procesos que están viviendo esta forma de violencia y, por lo tanto, cuando recurren a ellas a solicitar su ayuda es porque ya han sido despojadas de sus crías.
Así llegó Janeth, así también Silvia y Paty quienes hoy forman parte de las colectivas Madre Yo Sí Te Creo, la Alianza de Madres Protectoras contra la Violencia Vicaria y el Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria en Jalisco.
“Un agresor, jamás será un buen padre”
“Desde que yo estaba embarazada, él me decía, a lo mejor te lo quito”, cuenta Janeth Preciado, sobre la violencia que el padre de su hijo de cinco años y expareja cometía en su contra incluso, antes de que éste naciera. Contradictoriamente, advierte, por mucho tiempo este hombre se negó a aceptar su paternidad, luego, pese a que comenzó a ejercerla, esta misma se convirtió en una herramienta para coaccionarla y someterla. Llegó a amenazarla diciéndole que le salía “más barato” desaparecerla que un juicio de custodia.
El exesposo de Silvia y padre de sus tres hijos le llamaba por teléfono antes de llegar del trabajo para decirle: “voy a la casa, salte con los niños porque no tengo ganas de jugar con ellos”. Sin embargo, cuando ella decidió divorciarse luego de años de violencia psicológica, económica y patrimonial, lo que este hombre hizo fue llevárselos e impedirle verlos.
A Patricia Isaac, Paty, su exesposo le quitó la custodia de sus hijos cuando -ya divorciada- decidió rehacer su vida con una nueva persona y luego de que este hombre se enterara de que estaba embarazada.
Jennifer Seifert, cofundadora del Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria (FNCVV), asociación civil que actualmente mantiene al menos una representación en 28 de las 32 entidades del país y que agrupa a casi 3 mil 900 mujeres víctimas y sobrevivientes de esta violencia, afirma que el 100% de las mujeres que acuden a la agrupación han sufrido diversas violencias.
Esta información se sostiene en la segunda Encuesta Nacional sobre Violencia Vicaria (2022), realizada por el FNCVV, la cual revela que, “en su totalidad”, las mujeres participantes declararon haber sufrido violencia previa, entre éstas psicológica, patrimonial y económica por sus exparejas o exesposos.
Por eso, señala Sara Ruiz de la Alianza de Madres Protectoras contra la Violencia Vicaria, se han esforzado en denunciar insistentemente el riesgo en el que se encuentran estas infancias y adolescencia a cargo de hombres violentadores: “esa niña o niño va a perder su infancia en manos de su agresor y la única que sabe es la mujer que vivió esa violencia con ese agresor, por eso empeñarnos en decir que un agresor no puede ser un buen padre.
“Si estos padres son capaces de llevárselos sabiendo que les hacen un daño alejándolos de sus madres, qué más son capaces de hacer y quién va a estar ahí para proteger a estos niños”, cuestiona Sara.
Para estas mujeres resulta inverosímil que sus exparejas y exesposos hayan decidido llevarse a sus hijas e hijos, cuando dentro del núcleo familiar ejercían poco o nada su paternidad. Es decir, estos “agresores vicarios” como les nombran, son hombres que durante la convivencia en el hogar delegaban las responsabilidades del cuidado a las madres, demostrando que esta tarea no era su prioridad, advierte Jennifer del FNCVV.
En otros casos la tendencia es a pensar la figura materna desde un sentido “remplazable” y utilitario.
“Ya tengo quien cuide a mis hijos, ya no te necesito” le dijo a Silvia el padre de sus tres hijos, cuando decidió simplemente ya no “regresárselos” tras un viaje a la playa en donde supuestamente conocerían a su nueva pareja. El acuerdo de divorcio que mantenían establecía que él tenía la custodia de sus tres hijos, pero ella se encargaría de su cuidado los siete días de la semana de ocho de la mañana a siete de la noche.
“Un acuerdo de convivencias muy raro”, señala Silvia, quien explica que sus hijas e hijo sólo iban a dormir con su padre, mientras ella tenía que dividirse entre el trabajo de cuidarlos y el empleo que le permitiera sostener a sus crías y pagar la pensión de dos mil pesos que hasta la fecha tiene que dar a su exesposo.
“Los niños se quedan a vivir conmigo” remató este hombre, quien también se encargó de quitarle la empresa en la que trabajaba y la casa en la que vivía Silvia.
A Janeth el padre de su hijo le obligó a firmar un acuerdo en donde él tendría la custodia del niño, mientras ella debía cuidarlo y sostener sus necesidades. Pero un par de días después este hombre se arrepintió: “me llamó un sábado y me dijo, ¡mejor ya no!”.
Sin saber si en realidad era “arrepentimiento” o un acto violento premeditado para herirla, Janeth sólo le pidió que le permitiera hablar por teléfono con su hijo, “sí, pero si te pregunta, no le vas a decir que vas a venir por él. Te voy a colgar la llamada si lo haces” le amenazó.
“En cuanto empieza la llamada videollamada con mi niño, me dice: “mamá, por qué no vienes por mí, me estoy muriendo de tristeza, por qué no vienes conmigo, ¿no me quieres? y es que me estoy muriendo, ¡mamá!”. Janeth recuerda cómo tuvo que contener el llanto y respirar. Ella también sentía que moría por decirle cuánto quería tenerlo de vuelta, que deseaba que volviera, pero que su padre se lo estaba impidiendo.
“No más hijxs huerfanxs de madres vivas”
El 81% de las mujeres que participaron en la encuesta realizada por el Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria declaró haber sido separada de sus hijas e hijos y el 70% dijo haber denunciado o intentado denunciar la sustracción.
No obstante, para las colectivas de madres es importante advertir que la violencia vicaria no sólo implica la sustracción de sus crías, puesto que, ésta es “toda acción que vaya encaminada a destruir el vínculo filial materno”, explica Mildret Saénz de CAM-CAI.
Desde la experiencia, precisa Paty Isaac, no sólo se trata de que “se los lleven”, hay un ejercicio de manipulación que busca separar a estas infancias y adolescencias de su madre más allá de lo físico. El padre de sus hijos, de quien se divorció tras 13 años de un matrimonio con conductas posesivas, controladoras y violentas, utilizaba a sus dos niños de 11 y 6 años para “castigarla” después de que se enteró que ella tenía una nueva pareja.
“Para qué me hablas si estás con tu amante, para qué me quieres que me vaya a dormir a la cama donde acuestas a este tipo”, eran algunas de las frases que utilizaba su hijo mayor cuando Paty tenía contacto con él. “Ya no te queremos volver a ver nunca”, le decía por mensaje o llamada.
“Era como me trataba antes su papá, pero ahora era él quien me estaba agrediendo. Esos mensajes no eran de un niño de 11 años y menos de un niño hacia su mamá”, cuenta Paty.
“¡Ay, no te preocupes!, al ratito se enfada y te los regresa”, le dijeron a Silvia sus familiares cuando les contó lo que su exesposo estaba haciendo con sus dos hijas e hijo. Pero eso no sucedió. “Comenzó a no dejarme ver a los niños y les comenzó a hablar mal de mí, que yo era mala, que yo no los quería. Se los metía tanto en la cabeza hasta que ellos lo vivieron en su mente”.
En medio de estos procesos, coinciden todas las madres, sus agresores vicarios han creado falsos recuerdos donde, contrario a lo vivido por ellas y sus hijos e hijas dentro de sus núcleos familiares previo a la separación, las madres son violentas, malas y se fueron por su voluntad para ya no regresar.
“Les creó recuerdos que no existen, que solamente él creó para ellos. Les empezó a decir: te acuerdas cuando tu mamá te castigaba y te dejaba durmiendo en el patio toda la noche, cosas que ni remotamente hubieran podido suceder. Ahora los niños que están yendo a terapia y con más conciencia están entendiendo que no es verdad, que su papá les creó esos recuerdos que ellos tienen en la mente y que no existieron”, cuenta Silvia.
“A mí me forzaron a decir tal cosa en el juzgado”, “yo practicaba en frente de una cámara para poder dar una declaración en tu contra”, “a mí me decían que si yo no decía esto a me iban a quitar a mi papá y ya no lo iba a volver a ver”, son algunos de los tantos testimonios que las colectivas nacionales ha recopilado de la voz de niñas, niños y adolescentes que han regresado con sus madres.
Sobre los procesos a los que son sometidas estas infancias y adolescencias cuando son alejadas de sus madres, señala Jennifer representante del FNCVV, la manipulación es un fenómeno recurrente identificado en todos los casos, sin embargo, asegura que esto que parece ser una “alianza con su agresor” es meramente un acto de supervivencia.
En el reconocimiento de los alcances de la violencia vicaria, Nato Montes insiste en reconocer que las niñas, niños y adolescentes son cosificados y usados como instrumentos para causar daño, lo que obliga a las autoridades a comprender la complejidad de este fenómeno sin ser excluyentes de una violencia u otra:
“Sí, también son nuestras hijas (e hijos), claro que sí, jamás las hemos querido poner en segundo lugar. Lo que hemos querido es que se reconozca que por jodernos a nosotras se joden a las niñas y a los niños”.
Lisi Celis, cofundadora del Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria y representante en Jalisco insiste en que “un niño es violentado desde el momento en el que es separado de su mamá” y por lo tanto, debería considerarse a la violencia vicaria como la puerta de entrada a esta forma de “maltrato infantil”.
Porque como asegura Jennifer “una mamá libre de violencia es igual a un niño o niña feliz”.
#AlertaMadreYoSíTeCreo y “El amor de tu mamá es tan grande…”
Madre yo sí te creo nació en octubre de 2020, cuando Nato recuperó a su hija Pau, luego de haber permanecido separadas forzadamente por un año tres meses. “Yo trataba de publicar la foto de Paula en las páginas de personas desaparecidas, pero no me la aceptaban porque decían que yo sí sabía con quién y dónde estaba”. Y sí, la tenía su padre, afirma, pero era ese mismo hombre que por mucho tiempo fue el agresor de ambas.
Recuerda que este mismo argumento lo utilizaron las autoridades cuando acudió a denunciar que su exesposo se había llevado a su hija sin su consentimiento, sin tomar en cuenta que este hombre ya contaba con una denuncia previa por la violencia que ejercía en contra de Nato.
En Jalisco entre 2020 y agosto de 2023, fueron abiertas mil 317 carpetas de investigación por el delito de sustracción de menores, pero sólo el 8.3% se judicializaron (110). La mayoría de estas denuncias se presentaron en los municipios que integran el Área Metropolitana de Guadalajara (74.1%), el resto (25.8%) corresponden a casos del interior del estado.
La Dirección General de Seguimiento a Procesos reportó que en todo el estado fueron emitidas 45 órdenes de aprehensión por este delito, 25 fueron cumplimentadas y sólo se tiene registro de una sentencia en 2022. Esto refleja una impunidad del 99% de los casos.
“Entonces, quién me va a ayudar a encontrarla” se cuestionaba Nato. Así surgió “madre”, como le dice con cariño a este perfil de Facebook donde por primera vez publicó su caso y el de muchas otras mujeres que querían recuperar a sus hijos e hijas.
#AlertaMadreYoSíTeCreo, emulando el nombre del mecanismo de búsqueda de personas menores de edad desaparecidas “Alerta Ámber”, fue la herramienta que diseñaron para difundir a través de las redes sociales los rostros de niñas y niños que habían sido sustraídos por sus padres. Nato, cuenta que, incluso, estas fichas de búsqueda tenían su propio número de folio, lo que le permitió no sólo contabilizar los casos que recibía -de Jalisco y de otros estados del país-, sino, además, dimensionar la magnitud y gravedad de esta problemática.
Mildret Saénz de la colectiva nacional CAM-CAI explica que las redes sociales han sido la herramienta principal en la lucha por recuperar a sus crías, frente a la imposibilidad de saber en dónde están y/o de estar con ellas y ellos, las restricciones de comunicación y la manipulación y las mentiras de sus agresores vicarios.
“El amor de tu mamá es tan grande…” es la adaptación de una serie de publicaciones que se hicieron populares en internet y que buscaban enviar una frase de amor al ser querido, haciéndole saber qué tan grande era éste en virtud del sitio desde donde se escribía el mensaje.
Con esta estrategia de redes sociales CAM-CAI comenzó a difundir los nombres y en algunos casos las fotografías de infancias y adolescencias que habían sido sustraídas por sus padres. No obstante, más allá de una ficha de búsqueda, estas publicaciones pretendían hacerles saber a estas niñas, niños y adolescentes el amor y la lucha de sus madres, en el marco de fechas y ocasiones especiales como sus cumpleaños, navidad, el inicio de clases, aniversarios o el doloroso conteo de días que han pasado sin verles.
Mildret cuenta que el primer “El amor de tu mamá es tan grande” fue en el cumpleaños de Tenoch, su madre Janeth Calderón fue quien tuvo esta idea, ella buscaba que su hijo supiera que no lo olvidaba y que continuaba sin rendirse, luego se convirtió en una acción recurrente dentro de las colectivas: “ahí empezamos a hacer cartelitos y a difundirlos por todos lados, a inundar nuestra página con estas imágenes cada vez que era el cumpleaños de alguno de nuestros hijos e hijas”.
“Las redes sociales son tan poderosas que a lo mejor no les llegaba a nuestros hijos, pero tal vez sí a su maestra, a un compañero de la escuela, a un amigo que quizá se lo podía mostrar y que así pudiera ver que su mamá sigue luchando, sigue acordándose de su cumpleaños, sigue recordando todas esas fechas importantes”.
En ese sentido, señala Mildret, su objetivo era y es alcanzar a sus hijos e hijas, pero también a sus agresores, “que sepan que les estamos pisando los talones” expresa. Y es que estas labores de visibilización, han llevado en muchas ocasiones a que estos hombres desistan de las sustracciones al sentirse expuestos.
“Tu hijo te está buscando” dice Lisi Celis a las madres que por miedo o vergüenza deciden no salir a las calles o hacer públicas sus historias. Esta madre que representa al Frente Nacional contra la Violencia Vicaria en Jalisco recuperó a sus dos hijos por un par de meses luego de cinco años de sustracción y afirma que en las conversaciones que llegó a tener con ambos, le hicieron saber que todo este tiempo supieron de su lucha.
“Sabían perfectamente lo que yo hacía, sabía perfectamente qué era el frente, ¡sí nos googlean! Yo les digo a las mamás, independientemente de lo que hagas, dile en las redes que lo estás extrañando, que lo quieres. Porque por lo menos ahí tus hijitos te van a ver, te van a buscar, te van a escuchar y aunque no estén contigo y los hagan decir que no quieren regresar contigo, su corazón sabe que tú estás luchando por ellos y eso para ellos es la esperanza de que esto en algún momento va a terminar”.
Estas acciones son, dice Lisi Celis “un bálsamo para el corazón” de estos niños, niñas y adolescentes y “la esperanza de que su mamá nunca los abandonó”.
Apostando por la sororidad, la viralización y el alcance que como colectivas unidas contra la violencia vicaria tienen en el país, estas madres se han articulado también para implementar otras estrategias que les permiten acompañarse y sostenerse en estos procesos, “mandar un mensajito de apoyo cuando una de las hermanas va audiencia o tiene algún evento importante reconocer el trabajo de cada una de las mamás está pasando por un momento difícil, felicitándolas en su cumpleaños, creo que ese esa es la labor”, añade Mildret.
La mala madre
“Se nos ha dicho que tenemos que ser perfectas para que nos regresen a nuestros hijas e hijos” cuestiona Nato Montes, sobre cómo los agresores vicarios y el mismo Estado ha subyugado la pertenencia de su vínculo filial materno a la serie de estereotipos heteropatriarcales y machistas que son atribuidos a la figura de la buena madre, la buena esposa, la buena hija, la buena mujer.
Y es que “auditar las maternidades” como lo nombra Nato parece ser una práctica recurrente en medio de la lucha contra la violencia vicaria, no obstante, advierte, “no tienes que demostrarle al mundo que eres una excelente mamá para que te regresen a tus hijos”.
“Defender” su maternidad, explica Nato, ha sido fundamental en su lucha, pues considera que la idea de “la mala madre” ha sido utilizada como una justificación y condición de esta violencia, no sólo por parte de sus agresores, dentro de sus núcleos familiares o las dependencias de gobierno, sino también en las propias colectivas de madres, en una suerte de autocastigo.
Para Nato, ser una buena o mala madre no debe “ser un requisito”. Ella sostiene que la condición real sobre el regreso de estas infancias y adolescencias debería anclarse a garantizar para ambas una vida libre de violencia lejos de su agresor.
Por esto Nato ha decidido creer en ellas, en todas, repitiendo una y otra vez la consigna ¡Madre yo sí te creo! Pero no es fácil, explica que, en medio de un sistema de justicia patriarcal, las denuncias falsas en contra de las mujeres que viven violencia vicaria por parte de sus agresores son el común denominador.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Violencia Vicaria (2022), 9 de cada 10 agresores han iniciado diversos trámites legales en contra de las víctimas: 48% fueron procesos civiles, 47% procesos civiles y penales y 6% procesos penales. Sobre estos últimos, el estudio demuestra que en su mayoría son iniciados por “violencia familiar y violencia a menores”.
En ese sentido, el 57% de las mujeres respondieron que fueron denunciadas por violencia intrafamiliar con el propósito de que sus hijas e hijos menores de edad “se queden al cuidado del agresor o de algún familiar”.
“Entonces, ¿no le creemos a la mamá y le decimos que no?”, reflexiona Nato.
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La #Ley Vicaria
La #LeyVicaria fue aprobada por el Congreso de la Unión en marzo de 2023. Estas reformas a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida de Libre de Violencia, al Código Civil y al Código Penal Federal.
De esta manera, el artículo 7 bis de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida de Libre de Violencia, establece que la violencia vicaria es:
La acción u omisión cometida en contra de una mujer, por la persona con la que tenga o haya tenido una relación de matrimonio, concubinato o relación de hecho, con la intención de causarle cualquier tipo de daño o sufrimiento, separarla de sus hijas e hijos y causar desapego en el vínculo materno-filial, utilizando la violencia.
Incurre en esta violencia quien sustraiga, retenga, oculte, maltrate, amenace, ponga en peligro la integridad y salud, violente física, económica, psicológica o sexualmente a las hijas e hijos de las mujeres; interponga procedimientos judiciales falsos o conductas procesales dilatorias para impedir la convivencia o guarda y custodia con el propósito de dominar, someter, manipular, controlar o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica o sexual a las mujeres e incluso provocar el suicidio, feminicidio u homicidio de las madres y de sus hijas e hijos.
Recientemente, gracias también a la lucha de estas mujeres, la violencia vicaria fue reconocida en el Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares. Los estados tienen hasta el 1 de abril de 2027 para aplicarlo.
Fueron las colectivas de madres en el país quienes contribuyeron con sus vivencias y experticia a la elaboración de este andamiaje jurídico, relata Jennifer Seifert del Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria “nosotras no teníamos ni la más remota idea o intención de lograr hacer una ley, no somos abogadas, ni conocíamos el proceso, sin embargo, nos pusimos a trabajar, por meses… nuestro mayor aporte fue la voz de un grupo enorme de mujeres que estaban pasando por esto”.
Hasta ahora, sólo siete estados permanecen pendientes en legislar sobre violencia vicaria, entre ellos Tabasco, Chiapas, Veracruz, Coahuila, Chihuahua, Durango y Jalisco. Quintana Roo, aunque lo hizo, pasó como una ley mixta, por lo tanto, no es del todo una legislación con perspectiva de género que garantice el respeto a los derechos humanos de las mujeres.
Aun así, Jennifer afirma que ha sido demasiado complicado aplicar esta ley en cada una de las 24 entidades que ya lo han hecho, puesto que, las autoridades judiciales continúan obstruyendo los procesos al no terminar de comprender que esta ley no es para “castigar hombres”.
“Traen esta idea de que es una idea que viene de un movimiento feminista para aplastar hombres”, lamentablemente, precisa la activista.
En medio de esta visión machista y patriarcal sobre la impartición de justicia en los casos, Lisi Celis, explica que este movimiento “no quiere a padres buenos en la cárcel” y mucho menos que se crea que “al defender un derecho de la madre” se están violentando los derechos de las infancias, como algunos grupos detractores han insistido a través de la idea de la alienación parental.
“Lo único que estamos pidiendo es tener justicia” coinciden las integrantes del FNCVV.
De manera contradictoria, como lo reconocía la fundadora de la colectiva Madre yo sí te creo, “esta ley está llegando con mamás muy cansadas”.
“Estamos hablando de mamás que tienen decenas de denuncias abiertas, no tienen dinero para poder hacerlo, no tienen la energía y a veces no tienen el apoyo”. Pese a que ha sido complicado implementar la ley en los estados, Jennifer admite que el reconocimiento de la existencia de una ley que sanciona este tipo de conductas “ayuda a que los hombres lo piensen dos veces”.
En la experiencia documentada del movimiento contra la violencia vicaria en México y Latinoamérica, las colectivas han conseguido dos sentencias importantes.
La primera fue la de Andrea Lezama Bonilla en octubre de 2022. Su exesposo y padre de su hijo fue vinculado a proceso por el delito de violencia vicaria en Puebla, luego de haberlo sustraído por seis años. La sentencia se convirtió en la primera dentro de la región latinoamericana y el proceso se derivó de un amparo promovido por la colectiva CAM-CAI.
La segunda corresponde al caso de Jessica Estrada, quien consiguió que su agresor vicario fuera vinculado a proceso y sentenciado por violencia intrafamiliar con la agravante de violencia vicaria.
Aunado a estas sentencias, el Frente Nacional contabiliza 79 restituciones de niñas, niños y adolescentes que vivían en estos entornos de violencia, por medio del litigio y seguimiento de sus procesos judiciales.
Con el accionar colectivo, la visibilización de casos y el acompañamiento sororo y estratégico de estas expertas por experiencia, las colectivas de madres que luchan contra la violencia vicaria siguen resistiendo para que sus compañeras recuperen a sus crías.
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*Este trabajo forma parte del proyecto #NoSomosVíctimas, de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie, financiado por la Embajada Suiza en México.