Junto a migrantes y fieles, Obispos de Ciudad Juárez, Chihuahua, El Paso, Texas, y Las Cruces, Nuevo México, celebraron una misa binacional sobre un tramo seco del río Bravo, desde donde se pronuncian contra políticas migratorias de Estados Unidos y México
Por Verónica Martínez / Fotografías: Rey R. Jauregui / La Verdad
Las banderas de Venezuela, Ecuador, Colombia, Uruguay, Guatemala, Argentina y de México, entre otros países latinos, fueron trasladadas hasta el bordo del río Bravo donde decenas de personas de Ciudad Juárez, Chihuahua, El Paso, Texas, y Las Cruces, Nuevo México se unieron para orar por los migrantes que murieron en búsqueda de una mejor vida.
Hasta ese lugar llegaron migrantes extranjeros y desplazados de algunas regiones de México que permanecen en Ciudad Juárez, en la espera de cruzar al vecino país del norte.
El encuentro se dio en el cauce del río entre montañas y bajo la mirada del monte de Cristo Rey, a unos metros de donde se unen los tres estados, de México y Estados Unidos. Peter Baldacchino, obispo de la diócesis de Las Cruces, encabezó la homilia de misa binacional, en inglés y español.
“Fallecemos todos. Algunos de una forma y otros de otra, pero que miseria cuando se fallece por injusticias o por falta de cuidado de parte nuestra”, dijo Baldacchino.
La celebración religiosa que tuvo participación de los obispos de las diócesis de Ciudad Juárez, El Paso, Las Cruces y Casas Grandes se celebro sobre tarimas que se posicionaron sobre el terreno seco del rio Bravo. El evento fue posible con la colaboración de la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos (IBWC por sus siglas en inglés) y la Patrulla Fronteriza.
En territorio mexicano y bajo carpas que los cubrían del sol, juarenses y personas migrantes escucharon las palabras del obispo, así como los paseños observaban desde territorio estadounidense. Una cerca con alambre de púas permanece a sus espaldas y la Patrulla Fronteriza continuo con su recorrido habitual para prevenir el paso irregular de personas.
Alrededor de 20 banderas de distintos países de latinoamérica se alzaron por personas en movilidad representando las diferentes nacionalidades que han llegado a la región.
Una de ellas fue Marlene Velazquez, originaria de Caracas, Venezuela, quien lleva cerca de mes y medio en Ciudad Juárez. Dijo que recibir una invitación para participar en esta misa fue una oportunidad de representar a su país y recordar a sus connacionales muertos.
“Esto es algo para representar a las personas difuntas, tanto Venezolanos como todo extranjero que pasa y arriesga su vida”, dijo Velázquez quien actualmente se hospeda en la Casa del Migrante.
Leonard de 43 años y originario de Colombia, vio la misa como una oportunidad de ser agradecido con el albergue que le ha dado cobijo por un meses.
“Me pareció bien acompañar aquí y colaborar con el albergue”, dijo Leonard. “Será un alivio para nosotros que algo bueno salga de esto. Que el gobierno de Estados Unidos se conmueva porque hay gente que lleva más de seis meses esperando con la aplicación”.
Leonard ha intentado por más de un mes generar una cita para presentarse en un puerto de entrada a través de la aplicación CBP One. El se ha mentalizado a que solo esperara por tres meses.
“Solo el tiempo y Dios dirá que sucederá”, dijo.
Por parte de la Casa del Migrante participaron 117 de las personas que actualmente se hospedan en el albergue, compartió el sacerdote Francisco Bueno, director de este espacio humanitario.
Para Bueno, esta misa es un encuentro que tiene la posibilidad de dar fortaleza al migrante al darse cuenta que hay una comunidad de fe que ve por mejores oportunidades para ellos en tiempos difíciles.
“Creo que lo que sucedió este pasado marzo ha sido muy doloroso como comunidad fronteriza pero también para ellos como migrantes de mucho dolor que han esperado poder pedir por ellos”, dijo Bueno refiriéndose al incendio de la estación migratoria de Ciudad Juárez, donde murieron 40 migrantes extranjeros.
“Ha sido un año muy complicado para ellos en tema de migración y tener la oportunidad de poder venir y entablar hasta cierto punto un dialogo desde la oración les ayuda a ellos a seguir encaminados hacia lo que están buscando”.
La distancia y el río que dividía a las dos audiencias no fue un impedimento para extender la paz entre ellos. Inicialmente los asistentes extendieron sus manos hacia las personas alrededor de ellos pero también alzaron sus brazos y saludaron aquellos en territorios contrarios.
Los obispos José Guadalupe, de la diócesis de Ciudad Juárez, y Mark Seitz, de la diócesis de El Paso también ofrecieron un mensaje al finalizar la misa, principalmente dirigida a legisladores y gobiernos de ambos países para cambiar las leyes de políticas migratorias.
Los obispos también invitaron a la comunidad católica comprometerse en la protección e integración de personas que buscan refugio y están de paso por la comunidad.
“Pedir por todos los migrantes siempre, pero sobre todo hoy por nuestros difuntos migrantes. La misión es que nos sigamos comprometiendo como iglesia, como sociedad y como medios a favor de los migrantes”, dijo el obispo José Guadalupe. “Hay que pasar de la celebración de la fe a la práctica de la misericordia y acogida, promover, proteger e integrar a nuestros hermanos refugiados”.
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