Opinión

2023: quinto año de gobierno y tiempo singular




diciembre 29, 2023

La administración de Andrés Manuel López Obrador ha parecido ir in crescendo y ha roto viejos esquemas… y aunque el quinto año sí ha mostrado altibajos, no presenta el declive que sí observaron quienes lo antecedieron en su encargo

Por Hernán Ochoa Tovar

Algunos de los analistas de antaño solían decir que el quinto año de gobierno de un presidente solía indicar el comienzo de la declinación de su poder. Mientras en el primero estaba en la luna de miel con el electorado; y al segundo y tercero consolidaba su programa de gobierno; a partir del cuarto comenzaba el declive. Esto se acentuaba en la denominada Presidencia Imperial, pues el candidato en cuestión era designado a finales del quinto año, motivo por el cual el trecho final indicaba un cierre apaciguado, ya alejado de los vítores y del realce que se obtuvo al principio, pues el sucesor en ciernes se había convertido en el depositario del poder, en lugar del presidente en turno.

Aunque con ambages, dicha regla se repitió con los mandatarios de la denominada transición a la democracia, pero con distintas magnitudes. Vicente Fox y Felipe Calderón vieron declinar su poder, pero nunca llegaron al grado de Enrique Peña Nieto, quien, luego de tener un inicio de gestión con ruptura de paradigmas y una poderosa narrativa comunicacional, terminó vilipendiado por la opinión pública durante la segunda parte de su gestión, por lo sucedido en Ayotzinapa y por las acusaciones de corrupción que se cernían sobre su impopular gobierno.

Sin embargo, la administración de Andrés Manuel López Obrador ha parecido ir in crescendo y ha roto viejos esquemas. A contrapelo de lo sucedido con los mandatarios del pasado reciente, su popularidad no ha disminuido de manera sustancial –se ha mantenido arriba del 50 por ciento a lo largo de casi cinco años–, y aunque el quinto año sí ha mostrado altibajos, no presenta el declive que sí observaron quienes lo antecedieron en su encargo.

Esto no quiere decir que todo haya sido miel sobre hojuelas. Todo lo contrario. 2023 se mostró para el gobierno federal como un año atípico, en el cual hubo oscilaciones que parecieron derrotar, por momentos, a la narrativa oficial e imperante. Empero, luego del avance de las mismas, las aguas parecieron volver a sus cauces y el relato preponderante se impuso.

A este respecto, procederé a explicar este punto. Hasta el cuarto año de gobierno, la popularidad del presidente López Obrador se había mantenido incólume. Al realizarse las encuestas, se podía prever que, contrario a lo que ha ocurrido en los últimos tiempos, la coalición gobernante (MORENA) podría mantener el poder. Las circunstancias parecían indicar que la oposición tendría como candidato a Santiago Creel, motivo por el cual se veía a la contienda como una especie de crónica de una victoria anunciada. No obstante, el arribo de Xóchitl Gálvez –quien se aprestaba para ser candidata a la jefatura de gobierno de la CDMX– cimbró el relato y le hizo dar un nuevo aire, pues la oposición tuvo una candidata que originalmente no se había contemplado en el guion.

Por otro lado, las predicciones sobre la candidatura del oficialismo fueron ciertas, siendo la doctora Claudia Sheinbaum, exjefa de gobierno de la CDMX, la que se llevó el bastón de mando del oficialismo, dejando de lado al ex canciller Marcelo Ebrard y a Adán Augusto López, quienes eran los candidatos más fuertes. Aunque Ebrard no reconoció –del todo– su derrota al principio e impugnó el procedimiento, resultó que fue más fuerte la alharaca que las reacciones, pues terminó quedándose en Morena y endosando la candidatura de la doctora Sheinbaum (su participación en el debate nacional se ha visto menguada, pero esa ya es otra historia).

Seguidamente, cuando se esperaba que Omar García Harfuch fuese ungido como candidato a suceder a Martí Batres, ello no sucedió –aduciendo cuestiones de género y no de encuesta– siendo Clara Brugada la afortunada. Empero, ahí el proceso transitó con más tranquilidad, pues Harfuch aceptó ser nominado al Senado de la República, al tiempo que la doctora Sheinbaum lo incluía en su equipo en pos de la Presidencia, llegándose a especular que podría ser el próximo secretario de Seguridad en caso de un eventual vencimiento del oficialismo (lo cual, según los ejercicios demoscópicos realizados, no es imposible, sino todo lo contrario).

Finalmente, y ahora que hemos entrado en la compleja fase de precampañas –la cual asemeja más a un limbo jurídico que a una contienda interna por el galimatías que entraña–, la narrativa parece haber regresado a donde comenzó. A pesar del punch inicial con el cual emergió, su campaña parece estar estacionada y no ha despegado del todo. Esto pareciera ser por las limitantes legales que regulan las precampañas. Pero ese fenómeno que rompió cartabones en la primera parte del 2023, pareciera haberse ido estabilizando con el paso de los meses. Hasta ahora, la totalidad de las casas encuestadoras brindan a la doctora Sheinbaum como la eventual ganadora de la contienda. Y si nada de cuidado pasa, quizá ese podría ser el escenario más factible de aquí a junio venidero.

Aun así, la contienda formal aún no inicia. Y pronostico que la misma no será un día de campo para el oficialismo, pues la oposición tendrá ases bajo la manga que podrá sacar, mismos que podrían entrañar grandes retos para la retórica dominante. Hasta ahora, la popularidad del presidente López Obrador ha sido el motor que le ha dado propulsión a las candidaturas de MORENA. Empero, las asignaturas pendientes van a pesar sobre la mesa. ¿Será el sexto año tan benévolo como el quinto? No lo sabemos.

Todo es posible en un mundo en el cual la liquidez y lo efímero son más la regla que la excepción. Mientras tanto ¡Feliz 2024¡

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