Opinión

El retorno de Beltrones (y el reacomodo de las fuerzas políticas hacia 2024-2030)




enero 19, 2024

La pretendida candidatura de Manlio Fabio Beltrones parece ser el envío de una señal por parte de la oposición ¿la habrán contemplado los alfiles del oficialismo?

Por Hernán Ochoa Tovar

Según documentaron diversos medios de comunicación durante la semana, el priista Manlio Fabio Beltrones pretende retornar a la política este 2024 (luego de un sexenio alejado de la misma y en el cual se le creyó retirado) y por la puerta grande. A contrapelo de varias de sus diputaciones y una senaduría, cuando fue postulado por la vía plurinominal, hoy pretende llegar a la Cámara Alta a través de la elección popular.

La presente candidatura de Beltrones ha dado de qué hablar y en sentidos antitéticos, pues para algunas personas se trata de una especie de hombre fuerte que retorna por sus fueros y defiende la narrativa opositora; pero, para otros, se trató de un poco matizado regreso de los dinosaurios al Palacio Legislativo luego de un sexenio en el cual se les creyó desterrados para siempre.

Pero, más allá de si el retorno de Beltrones es buena o mala idea –el sujeto tiene demasiados claroscuros en su larga hoja de servicios–, esto da pie a una reflexión mayor: la legislatura venidera no será un día de campo para el oficialismo. A continuación explicaré porqué lo creo así.

Durante sus pasadas ocasiones como legislador, destacadamente en el lapso de la transición a la democracia (de 1997 hasta el 2012), Beltrones se destacó por ser un factor de poder y un contrapeso, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores –en conjunto con Emilio Gamboa, otro político de larga data–. Las iniciativas mandadas por el presidente en turno no tenían un pase o una aprobación automática, sino que tenían que ser negociadas con Beltrones y su grupo, quienes las mejoraban –incluyendo inquietudes de otras fuerzas representadas– y las consensaban con el grupo gobernante, en un estira y afloja que en ocasiones llegaba a ser complejo. Sin embargo, y a pesar de los yerros que pudiesen vislumbrarse –había intereses reflejados en ambas esferas de la política–, puede decirse que, aunque con ambages, el Congreso de la Unión actuó como un contrapeso durante el período referido.

No ha sucedido lo mismo a lo largo del presente sexenio. A contrapelo de lo que le ocurrió a sus antecesores, AMLO consiguió tener mayorías partidarias, tanto en la Cámara Alta como en la Baja del Congreso. Esto suele ser un fuerte propulsor para las coaliciones políticas en el mundo, pues permite cumplir los propósitos o la agenda de manera más idónea, sin tener que ceder ante las pretensiones o las demandas de los socios coaligados o de la oposición. Empero, en este sexenio, dicho punto se mal entendió, pues de la parálisis pasamos a las mayorías automáticas. El debate medianamente razonado, que se vio crecer durante los pasados sexenios, casi se esfumó en el espacio del presente; y los grises que podía tener cualquier iniciativa pasaron a diluirse para inscribirse en la compleja dinámica de apoyo/repudio. En el mismo tenor, se volvió habitual que el oficialismo consumase sus planes mientras muchas demandas de la oposición eran desoídas. Esto pareció crear malestar en el seno de las oposiciones, pues sus propuestas eran soslayadas por ser ellos los emisarios; mientras las del oficialismo se aprobaban fácilmente -salvo que fueran de carácter constitucional y requirieran tres cuartas partes del Congreso para su aprobación- y tuvieran la narrativa social a su favor.

A este respecto, una cuestión que ocurrió mucho en la presente legislatura, fue que la oposición no tuvo hombres o mujeres fuertes que marcaran la pauta y fueran factor de negociación. A contrapelo de Morena, que tuvo a un Ricardo Monreal o a Ignacio Mier –y al propio presidente quien tenía la batalla cultural a su favor–; los emisarios de la oposición parecieron no actuar en consonancia. Luego de la lamentable desaparición de Rafael Moreno Valle, y de la deserción de Mauricio Kuri para aspirar a la gubernatura de Querétaro, no se vio que el PAN tuviera algún peso pesado. Lo mismo el PRI, pues, tanto el defenestrado Osorio Chong como el ungido Manuel Añorve, tuvieron la fuerza para poner al oficialismo a deliberar con un terreno igualitario. Me explico: si Beltrones y Gamboa tenían los asaltos para poner la cancha pareja para todos y deliberar en su terreno; Osorio, Añorve y Kuri no pudieron hacer lo propio. La narrativa dominante fue tan fuerte que asemejaron a pesos minimosca que fueron incapaces de contener a un rival desproporcionado y de mayor magnitud.

Quizás, desde esa lectura, es que se da el resurgimiento de Beltrones. Luego de un sexenio de letargo, la oposición parece querer sacar la casta y discutir vis a vis con el ejecutivo; ya no desde la desproporción, sino desde la argumentación sólida y hasta tirante. De ahí que, intuyo, estén postulando a verdaderos tiburones del quehacer político como José Osuna (ex gobernador bajacaliforniano), Fernando Canales (ex gobernador de Nuevo León y ex funcionario del foxismo), Miguel Riquelme (ex gobernador de Coahuila), Francisco Ramírez Acuña (ex gobernador tapatío y primer titular de Bucareli durante el calderonismo), José Rosas Aispuro (ex gobernador de Durango) y el propio Beltrones.  Aunque está por verse cuántos de los enunciados logran concretar su entrada a la Cámara Alta, la mesa parece estar puesta. Contrario a la presente legislatura y a las anteriores, cuando el Senado degradó sus proporciones para tornarse en una especie de sitio de paso para pretensiones mayores (gubernaturas, alcaldías, altos nombramientos); la oposición pretende enviar a sus mejores y más consolidados cuadros al Palacio Legislativo, intentando recobrar –quizás– el sentido que le dieron los romanos a la mencionada institución (pues era ahí donde legislaba la gente más experimentada y versada que se tenía en el fenecido imperio). Bajo esta tesitura, parecen quererle dar un mensaje al oficialismo y al presidente López Obrador: si ellos postularon personas muy cercanas al actual círculo de poder; ellos mandarán a sus emisarios a que les hagan un contrapeso. Indudablemente, la legislatura venidera no estará exenta de dificultades y desafíos.

A este respecto, existe una cuestión que se pudiera apuntalar: López Obrador ha podido enfrentarse al Congreso porque tiene la experiencia política y conoce los recovecos del sistema. Aunado a ello, nunca tuvo a su lado a una oposición tan fortificada y retante. Sin embargo, queda la duda. En dado caso que las predicciones se cumplan ¿podría la Dra. Sheinbaum dialogar con un Congreso reforzado? Estará por verse. Lo que sí auguro es que 2024-2030 no será sencillo y habrán que estar prestos al diálogo, tanto tirios y troyanos.

En suma, la pretendida candidatura de Beltrones parece ser el envío de una señal por parte de la oposición ¿la habrán contemplado los alfiles del oficialismo? Se verá en su momento. Los signos están ahí.

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