Miembros de la comunidad de El Bosque, en Tabasco, que fue sepultada por las olas del mar, asistieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para pedir que los gobiernos de los países de América Latina desarrollen planes de atención a este tipo de fenómenos que cada vez serán más comunes
Texto y foto: Arturo Contreras Camero / Pie de Página
Ciudad de México- El mar empezó a llevarse las casas de la comunidad pesquera de El Bosque en 2022. Antes, en 2019, sus habitantes ya habían visto cómo el mar subía por las noches, ganaba terreno a la tierra y por la mañana no se retiraba. Hasta septiembre de 2024 el gobierno mexicano iniciará la construcción de las casas nuevas que habitarán.,
Guadalupe Mayoral, que vivía en El Bosque, desearía no haber pasado la travesía que significó llamar la atención del gobierno para que les atendieran y les ayudarán con la reubicación. Junto a su madre y el resto de su comunidad, hicieron conferencias de prensa, juntaron documentos y tocaron las puertas del gobierno Federal en busca de atención
“Queremos hacer saber que el proceso ha sido muy lento, que El Bosque sea un precedente para que ya no haya otras personas que pasen lo mismo que estamos pasando nosotros”, comenta Lupita Mayoral, como la llaman quienes la conocen.
Lupita Mayoral llevará el caso de El Bosque a una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un órgano de la Organización de Estados Americanos que en sus audiencias recoge experiencias de toda la región sobre violaciones a los derechos humanos para eventualmente emitir algún tipo de recomendación.
Lupita explica que le gustaría no haber tenido que esperar 5 años para tener una respuesta con un plan de reubicación, mismo que aún no se concreta. De hecho, el gobierno federal sólo les volteó a ver cuando la prensa comenzó a hablar de El Bosque.
El pasado 15 de febrero la Comisión Nacional de Vivienda publicó un convenio con las familias de El Bosque para iniciar el proceso de construcción de cerca de 60 casas al sur de Frontera, la cabecera municipal, a unos 15 kilómetros de las playas donde vivían.
Una oportunidad para ser escuchadas
Este jueves 29 de febrero tanto la Comunidad de El Bosque, de México, como la de Cedeño, en Honduras, llevarán sus casos a la CIDH para ayudar a aumentar la discusión del tema en la agenda internacional
“Casi no hemos hablado de las implicaciones que tiene, en materia de Derechos Humanos, el desplazamiento climático. En la medida en la que una comunidad se ve desplazada se desata una crisis de Derechos Humanos”, explica Pablo Montaño, parte de Conexiones Climáticas, una organización de la sociedad civil que se dedica a dar acompañamiento a este tipo de comunidades y quién también estará en la audiencia de este jueves.
Con casos como estos, se exacerban otros tipos de violencia, como el racismo, el rechazo y otras violencias estructurales, como el machismo, asegura Montaño.
La tardanza en la atención al caso por las autoridades mexicanas ha significado que algunos habitantes del El Bosque tengan que vivir en campamentos improvisados o albergues emergentes. Y adoleciendo el acceso a los servicios como el de salud o la educación, e incluso a otros más básicos como el acceso al agua o a la energía eléctrica o a una alimentación apropiada.
Para ser atendida, la comunidad de El Bosque sumó el apoyo de otras organizaciones como Greenpeace, Conexiones Climáticas y tejió alianzas estratégicas con periodistas para llevar su caso a la agenda pública y a los oídos del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, esta es una ruta que difícilmente podría ser replicada por otras comunidades que viven riesgos similares, por lo que piden a diferentes gobiernos de la región adoptar protocolos de acción y atención en casos de desplazamiento por el Cambio Climático.
El siguiente paso, la adaptación
Lupita Mayoral cree que después de que se complete la construcción de las nuevas casas, la comunidad entera entrará en un proceso de adaptación, en la que tendrán que aprender a vivir lejos del margen del mar, que era su principal fuente de empleo, aunque no sea toda la comunidad, pues en el censo que se hizo para la reubicación dejó fuera a algunos de los habitantes de El Bosque.
Algunos de sus habitantes, por ejemplo, han regresado a vivir a los pocos espacios que quedan de la comunidad, para poder seguir pescando y así sostener sus necesidades. Muchos, si. O pescan son incapaces de pagar una renta en algún otro lugar del municipio
“Como ha bajado la temporada de nortes (frentes fríos que en esta región llegan a ser tan fuertes como tormentas tropicales o huracanes pequeños), el mar está en calma y algunas familias empezaron a regresar a la comunidad. Así en condiciones muy precarias, sin techo, sin luz, sin agua. Tal vez mañana puedan ser más , porque han ido retornando, pero cuando empiecen los nortes, van a volver a tener que desplazarse”, comenta sobre la dependencia de la pesca Lupita Mayoral.
Hasta el momento no hay una fecha de entrega de las nuevas casas o sobre el nombre que podría llevar la nueva colonia que se formará. Los habitantes de El Bosque quieren conservar el nombre, pero la alcaldesa local, Lluvia Salas quiere que se llame La Cuarta Transformación.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar su publicación.