Opinión

Legitimidad y eficacia en la Policía: más allá de una “certificación ciudadana”




marzo 5, 2024

Lograr una certificación policial ciudadana no es sinónimo de recuperar la confianza y legitimidad en la Policía ni volverla más efectiva, pero sí debe ser el primer paso para impulsar una política pública transversal y multidimensional en las instituciones policiales con participación ciudadana informada

Por Diana Chavarri

En cada ocasión que la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM) de Ciudad Juárez obtiene la Certificación Policial Ciudadana, (Certipol) –2016, 2018 y 2024–, la crítica y el debate público están presentes.

Justice Tankebe describe: “ la organización policial que busca legitimidad debe demostrar su eficacia”. La ciudadanía misma, por tanto, tendríamos que cuestionar la legitimidad y eficacia policial partiendo desde nuestra corresponsabilidad y conocimiento técnico que nos habilite para analizar con rigor el diseño y los resultados de las estrategias de seguridad, más allá de financiar y entregar una “placa de certificación policial ciudadana”.

Ciudad Juárez sigue en el “top de las ciudades más violentas del mundo” de acuerdo con el Ranking 2023 (Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, AC). A su vez, la ENSU (INEGI) señala que 7 de cada 10 ciudadanos se sienten inseguros en nuestra ciudad y en promedio el 45 por ciento si bien confían en la policía municipal, en la misma proporción la consideran como una “policía corrupta”.

La intencionalidad de Certipol es “garantizar policías eficientes, efectivas y respetuosas de los derechos humanos, transparentes y rendidoras de cuentas; así como superar las profundas brechas de desconfianza entre la policía y ciudadanía”. Así lo describen varios documentos del Instituto para la Seguridad y la Democracia, A.C. (Insyde), organización creadora de Certipol. ¿Qué tan cerca estamos del cumplimiento de esos anhelados resultados?

Certipol fue diseñada mediante un riguroso y meticuloso proceso de investigación técnico-política y contextual de modelos internacionales referentes en reforma policial y puede ser útil para que la institución policial documente y estandarice procesos, orientados al fortalecimiento de las policías bajo los principios de legitimidad, eficacia y rendición de cuentas, todas ellas evidenciables ante el ojo ciudadano.   

Las policías municipales deben estar orientadas hacia la legitimidad a través de una efectiva y no simulada rendición de cuentas del quehacer policial; podrían instalar procesos de mejora interna y apertura hacia un comité de ciudadanos considerando los estándares propuestos por Certipol, así como los protocolos policiales.

El rol que juegue la ciudadanía en este proceso de rendición de cuentas debe permitirse ir más allá de la simple participación o fotografía, pues el liderazgo social activo debe impulsar que toda institución policial brinde resultados tangibles en materia de prevención y control del crimen, pero sobre todo que la ciudadanía confíe plenamente en su policía.  

Sócrates afirmaba que “la policía es el alma de la ciudad, la que hace o procura todos los bienes necesarios a los ciudadanos y la que aleja de la sociedad todos los males y todas las calamidades que son de temer”. Por tanto, en mi opinión a la policía no se le debe abandonar desde la ciudadanía, por el contrario, debe acompañársele, supervisarla y sobre todo protegerla –hasta de sí misma– más cuando hay incentivos políticos y económicos que seducen en sentido contrario.

Dar voz a la ciudadanía a través de un Comité Ciudadano para la Certipol es una de la responsabilidad del más alto calado dada la importancia de la institución policial como “el alma de la ciudad” y, por tanto, todas las personas integrantes deberían ser meticulosamente seleccionadas, demostrar ética hacia la vocación de la policía, probada capacidad, conocimiento y experiencia en la materia, y jamás claudicar con el deber de la objetividad y la seguridad ciudadana.

Así, se minimizaría el riesgo del mal juicio que ocurre por desconocimiento e inexperiencia de las personas “no expertas en materia de evaluación y trabajo con la policía” que son convocadas a ocupar las 2/3 partes de los asientos del Comité. Por principio de diseño, tener como mayoría a personas “no expertas” incrementa los incentivos perversos que corrompen a toda institución, dando pie a situaciones donde en la mayoría de los casos, las personas son seleccionadas por acuerdo entre autoridades y financiadores. ¿Queremos que la policía sea legitimada mediante estándares técnicos acreditados por ciudadanos no expertos? Para la reflexión.

Otro factor que altera la objetividad, y que fue un reto mayor en mi experiencia y en mi rol de ciudadana en estos procesos a lo largo de los años, es el reducido tiempo de revisión de evidencias para cada estándar, varios de ellos ambiguos de por sí. Resultan muchos los estándares y pocos los días que se dedican para el entendimiento claro y preciso de la descripción de los medios comprobatorios, siendo, en algunos casos, documentos hechos ex profeso para cumplir con ese requisito y no así una práctica cotidiana y evaluable en nuestras policías.

Si bien, se han creado códigos de ética, el manual básico del policía, protocolos de uso de la fuerza, la unidad de atención psicológica y ayuda legal para policías, entre otras iniciativas que han sido financiadas desde FICOSEC, aunque hay avances, como lo acreditó hace unos días el Comité Ciudadano, no he encontrado respuestas a los cuestionamientos que me hago y que hice cuando tuve la oportunidad de influir en las decisiones sobre el financiamiento, subsidio, acompañamiento y técnica del modelo cuyo objetivo debe ser recuperar la legitimidad de la policía para lograr su efectividad policial.

Si buscamos “la reconciliación de la policía con las comunidades, una aplicación de la ley de forma efectiva, eficaz, respetuosa y profesional, mayor transparencia y legitimidad en el trabajo policial y la incorporación de valores intrínsecos encaminados al respeto de la dignidad humana y la rendición de cuentas” y es una realidad que eso no está sucediendo ¿por qué insistimos en perpetuar la vinculación de esos atributos con la certificación?, ¿no sería más realista ajustar las promesas y expectativas hacia lo que sí es posible y comprobable empezando por escuchar el trabajo del policía?, ¿cómo ejercer un rol ciudadano vigilante, informado, con sentido ético y objetivo bajo la técnica y evidencia?, ¿cuáles son las acciones que transformarán real y profundamente la relación entre la policía y la comunidad en un contexto de constante violación a los derechos humanos y altos índices de inseguridad?

Ciertamente lograr una certificación policial ciudadana no es sinónimo de recuperar la confianza y legitimidad en la policía ni volverla más efectiva, pero sí debe ser el primer paso para impulsar una política pública transversal y multidimensional en las instituciones policiales con participación ciudadana informada. Reto que se antoja muy cuesta arriba por la compleja concurrencia de poderes, intereses y vicios en el sistema.

Con todo, siempre estará presente mi reconocimiento hacia las y los policías de Ciudad Juárez que son honorables, porque los hay. A pesar de las adversidades que enfrentan sistemáticamente, son personas que manifiestan las más altas aspiraciones humanas. 

***

Diana E. Chávarri Cazaurang. Profesional que se ha desempeñado durante trece años como fundadora, consejera, directora y voluntaria de diversas organizaciones de la sociedad civil mexicanas especializadas en seguridad, justicia, empleabilidad de jóvenes en situación de riesgo, salud, desarrollo local, filantropía estratégica y fortalecimiento del tercer sector.

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