En las costas de Gaza hay yacimientos importantes de gas natural que Israel pretende explotar. Por eso la guerra de Netanyahu contra civiles palestinos
Por Alberto Nájar
X: @anajarnajar
El anuncio fue el 30 de octubre de 2023: el Ministerio de Energía de Israel informó que había entregado doce concesiones a seis compañías petroleras, para explorar yacimientos de gas natural en las costas del Mediterráneo.
Las licencias son por tres años, con posibilidades de extenderse hasta cuatro más. Al anunciar el acuerdo, el ministro de Energía, Israel Katz, estaba feliz.
“Las empresas ganadoras se comprometieron a realizar inversiones sin precedentes en la exploración de gas natural durante los próximos tres años”, festejó.
“Se espera que resulte en el descubrimiento de nuevos yacimientos de gas natural”.
La noticia nada tendría de particular si no fuera por dos detalles: las concesiones se entregaron 23 días después del ataque de Hamas a Israel, que desató un conflicto armado donde más de 34 mil civiles palestinos han sido asesinados.
Y las zonas de exploración se ubican frente a las costas de la Franja de Gaza.
El mismo territorio que desde entonces ha devastado el ejército de Benjamin Netanyahu para exterminar al pueblo palestino y que, ahora queda claro, tiene varios propósitos:
1, consolidar la promesa de la Tierra Prometida sólo para judíos que se hizo a Moisés antes de la era de Cristo y,
2, arrebatar a Palestina una de las mayores reservas de hidrocarburos del mundo, con potencial de varios millones de pies cúbicos de gas natural en aguas someras.
Los yacimientos se ubican a veinte millas náuticas de la costa de Gaza.
De acuerdo con el gobierno israelí y compañías petroleras que operan en la región, existen reservas suficientes para cubrir las necesidades de cien millones de personas durante varias décadas, e inclusive destinar una parte a la exportación.
Esto podría significar la autonomía del pueblo palestino, que desde 1948 depende del capricho de Israel para solventar casi todas sus necesidades, especialmente electricidad, gas y combustible.
Pero Israel no ha permitido la explotación de las reservas de hidrocarburos y, por el contrario, se apropió de ellas.
Los yacimientos se encuentran en la llamada Cuenca del Levante Mediterráneo y fueron descubiertos en 2000, cuando el primer ministro de Israel era Yasser Arafat.
El primer campo de exploración se llamó Leviatán y años después se descubrió otro, Tamar.
Las reservas de gas natural coinciden con las fronteras marinas de Gaza, Israel, Egipto y Líbano, por lo que la Organización de Naciones Unidas promovió un acuerdo para la explotación conjunta.
Las ganancias se repartirían entre los países involucrados, pero eso no ha ocurrido porque Israel se apresuró desde el primer momento a entregar concesiones de explotación a petroleras estadounidenses, como Chevron.
Esto les otorgó una enorme ventaja. Actualmente en la zona sólo existen plataformas marinas de empresas concesionadas por gobiernos israelíes, y los únicos ductos en operación se conectan a su territorio.
Antes de 2000 Israel dependía de las importaciones de hidrocarburos extranjeros, sobre todo del mundo árabe, para mantener a las ciudades iluminadas y su industria en funcionamiento, sin contar con la movilidad de sus casi diez millones de habitantes.
Eso cambió en menos de tres décadas. La plataforma Observatorio de Complejidad Económica, creada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT en inglés), señala que Israel ocupa el lugar 22 entre los mayores exportadores de gas natural licuado del mundo.
El principal comprador es Egipto, que se supone tiene derecho a explotar el gas que le vende Israel. El mismo caso de Palestina, también cliente de compañías concesionadas por el Ministerio de Energía israelí.
En sentido estricto, eso no debería suceder. El gobierno palestino en la Franja de Gaza tiene derecho a reclamar por el saqueo de sus recursos, y eventualmente podría recibir el apoyo de la Organización de Países Exportadores de petróleo (OPEP), formado mayoritariamente por países árabes.
Pero ahora difícilmente podrá hacerlo. Desde hace siete meses Benjamin Netanyahu y el movimiento sionista que le respalda han destruido por completo a Gaza.
Es un proceso de limpieza étnica contra los palestinos, exterminarlos para quedarse con el territorio y sus recursos. Los yacimientos de gas natural son una muestra.
Por eso la rabia de Israel en esta embestida militar en Gaza. No es sólo el deseo de cumplir la profecía, hacer realidad la promesa de su Tierra Prometida.
Es también un motivo más terrenal y mezquino: garantizar dinero y combustible para mantener la comodidad en sus casas y prosperidad para sus familias.
Aunque se construya sobre la tumba de miles de niñas y niños palestinos.
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Alberto Najar. Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service. Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.