Ambientalistas fronterizos señalan la importancia del corredor natural que es el río Bravo y reclaman acciones para mejorar el estado de este afluente que marca el límite entre México con Estados Unidos
Texto y fotografías: Verónica Martínez / La Verdad Juárez
Ciudad Juárez— El agua fluye abundante por el cauce del río Bravo, justo en la zona en la que cruza los estados de Nuevo México y Texas a territorio mexicano. En mayo es temporada de riego y el agua ha vuelto a correr dándole vida a un paisaje que por gran parte del año se vuelve desértico.
Mientras el ruido de la autopista al otro lado del muro se oye cada vez más tenue y los asentamientos de la colonia Franja Sara Lugo, al norponiente de la ciudad, se han quedado atrás, las aves se concentran volando sobre el río y se les escucha cantar.
Las golondrinas vuelan sobre el río y se posan en los charcos recogiendo lodo para construir sus nidos. Una garza levanta el vuelo como fantasma que se oculta entre los carrizos. Lejos de la huella urbana, el río vuelve a cobrar vida.
“Así de grande es nuestro impacto”, dijo Ray Aguilar activista por el medio ambiente en Ciudad Juárez y representante del grupo Sierra de Juárez.
Uniéndose al movimiento “Caminando Ríos” este pasado 11 de mayo, una iniciativa del Centro Ibérico de Restauración Fluvial, Aguilar organizó una ruta por el bordo del río Bravo de cinco kilómetros.
Inició desde las calles Tabasco y Nadadores hasta el Museo de la Casa de Adobe. La iniciativa se realizó en 93 puntos del mundo en más de 50 países con el propósito de reconocer la importancia de los afluentes en las comunidades urbanas, explicó Aguilar.
En la comunidad del Paso del Norte, el río Bravo ha sido de suma importancia tanto de forma histórica como ecológica.
“El río siempre ha tenido vida. Hay relatos de los primeros exploradores diciendo que existían muchas personas viviendo aquí. Algunas de manera permanente y otras de manera eventual. El río es vida y el río le ha dado rumbo a los asentamientos que hemos tenido”, dijo Aguilar durante el recorrido guiado por el bordo fronterizo.
El río es una fuente de vida en la región fronteriza pues alimenta los mantos freáticos, es el habitat de la flora y fauna del desierto chihuahuense y es un corredor natural y espacio de descanso para cientos de aves migratorias como codornices, golondrinas, patos, pelícanos y garzas.
Además de aves también se pueden identificar otros animales en la región como el tlacuache, zorros, mapaches, ardillas, leones de montaña y pumas.
Los inicios de Ciudad Juárez también se deben al río Bravo pues fue zona de asentamiento para personas que decidieron vivir en esta región permanentemente y también de transeúntes.
A las orillas del río, Aguilar también narró que en ese punto hace 113 años en el periodo de la Revolución Mexicana se enfrentaron las fuerzas nacionalistas contra los maderistas y villistas que tomaron la zona de forma estratégica.
En ese entonces era una zona despoblada, los cerros en la cercanía les daban visibilidad anteviendo la llegada de tropas enemigas y el límite fronterizo era ideal para negociar intercambios por armas con socios en Estados Unidos. En ese entonces, el río aún conservaba una variedad de árboles ofreciendo escondites en la zona.
Hoy en día el cause ha sido despojado de esta frondosidad. Permite mantener libre la zona para facilitar observar el área por agentes de la Patrulla Fronteriza. Al cruzar el río hay cuatro barreras humanas; el alambrado de púas, una cerca metálica, el muro fronterizo y la autopista. Estas barreras limitan el movimiento natural de la fauna desértica.
“Toda la obstrucción a los corredores biológicos representa una amenaza para la vida. En este caso las acciones de las autoridades han mermado muchísimo la vida silvestre en el río”, dijo Aguilar.
“Desde sus conductas normales de la flora y la fauna hasta incluso la misma fluidez del río se ha mermado”, agrega.
Estas barreras han cambiado el hábitat disminuyendo la vegetación. La presencia humana y de vehículos también perturba los comportamientos naturales de la fauna por lo que el río, a pesar de ser afluente ha visto una disminución en la llegada de aves migratorias que buscan otras áreas para descansar, explicó Aguilar.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) también dio a conocer planes para instalar un sistema de alumbrado en más de 27 kilómetros en la zona fronteriza junto al muro en los condados de El Paso y Starr en Texas.
CBP abrió el periodo de comentarios y opiniones públicas del siete de marzo a 22 de abril de este año, pero organizaciones ambientalistas ya han comentado sobre los efectos que la luz artificial tiene en la fauna silvestre perturbando el comportamiento nocturno.
La contaminación del agua y de la zona también es notoria. Distintos desagües de las colonias de Anapra y Lomas de Poleo vierten aguas negras al río. El viento ha arrastrado todo tipo de basura que se atora al llegar al muro y al alambrado.
Por razones sociales también se ha generado una mala percepción de la zona natural pues se considera sucio y peligroso por las actividades relacionadas con el tráfico de personas. Hacia el este del bordo se puede encontrar la misma cantidad de basura, pero ahora también objetos personales como ropa, mochilas y cobijas que fueron abandonadas por personas en movilidad.
“La fauna y flora ya no baja de manera natural. Vemos un río que esta desolado, un tanto olvidado. Es un río al que no se le reconoce su importancia. Son pocas las personas que usan el río como espacio recreativo y de esparcimiento”, dijo Aguilar.