Mujeres

Ella llegó primero, la carrera rarámuri contra la discriminación




mayo 31, 2024
Verónica Palma, en una carrera donde corre con huaraches. Fotografía: cortesía de Verónica Palma

El Maratón Internacional de Ciudad Juárez obliga a los indígenas a correr con huaraches para participar en su categoría, a pesar de que ellos piden correr con zapatillas deportivas. Esta es la historia de una de ellas

Por Marco Antonio López para La Verdad Juárez

Verónica Palma nació el 10 de octubre de 1989 en Satevó, una población de apenas alrededor de 30 familias que forma parte del municipio de Guachochi, enclavado en una de las partes más profundas de la Sierra Madre Occidental, en el suroeste del estado de Chihuahua.

Forma parte de la comunidad indígena rarámuri o ralámuli, una discusión abierta aún ya que  el sonido en la lengua original no tiene una traducción exacta al español pero se encuentra entre la “r” y la “l”, de acuerdo con la lingüista Sewa Morales, por lo que el vocablo es representado de ambas formas. Se trata de una lengua indígena que forma parte de la familia lingüística yuto-nahua que cuenta con alrededor de 90 mil hablantes, todos ubicados en 18 municipios del estado de Chihuahua.

Los rarámuri también conocidos como tarahumara, a pesar de que este nombre fue impuesto por los españoles y no por ellos mismos, se caracterizan entre otras muchas actividades y tradiciones, por la de correr, son destacados corredores de fondo en montaña a nivel internacional.

Se considera que rarámuri significa “los de pies ligeros” aunque hay otras traducciones como “corredores de a pie” o “corredores ligeros”.

Verónica Palma, en una carrera en la Sierra Tarahumara donde corre con tenis. Fotografía: cortesía de Verónica Palma

Verónica recuerda de niña participar en los juegos de ariweta, en el que las mujeres lanzan un aro con una vara y corren detrás de él alrededor de un circuito que puede ir de los 5 kilómetros a más durante varias vueltas.

Y aunque correr es parte de la cotidianidad en la Sierra, ya que las distancias entre casas, escuelas, hospitales y poblados, son muy extensas y la única manera de recorrerlas, en general, es caminando o si se quiere ganar tiempo, corriendo, es importante entender que el correr como competencia se asocia a la ganancia, recibir un bien a cambio de una victoria.

Las carreras de mujeres y de hombres que se llevan a cabo en la comunidad generalmente tienen un premio ya que se realizan apuestas, de dinero, de comida o de otros bienes que se reparten entre los apostadores y los corredores que ganan, generando así un ingreso para sus familias.

Pero Verónica no pasó mucho tiempo corriendo en la Sierra. Era una adolescente todavía cuando decidió dejar el pueblo en la montaña. Era una adolescente todavía cuando decidió buscar un espacio en otro lugar, no el suyo. Se instaló hace ya más de 20 años en la frontera de México con Estados Unidos, en una colonia llamada Tarahumara.

Empezó a trabajar como empleada doméstica y después como obrera en la industria maquiladora, principal fuente de empleo en la ciudad, que ocupa a alrededor de 400 mil empleados, de una población de un millón y medio de personas. 

Verónica Palma, en la escultura de la X en la Plaza de la Mexicanidad en Ciudad Juárez. Fotografía: de la cortesía de Verónica Palma

El Maratón

Verónica Palma no era la corredora favorita para ganar cuando se oyó el disparo de salida del Maratón Internacional de Ciudad Juárez. Pero el favoritismo no le importaba mucho esa mañana fría de domingo, sabía que su nombre no sonaba entre los aficionados, ni entre los corredores, ni entre los organizadores y, sin embargo, creía que tenía posibilidades de ganar.

Lo que no sabía era que su participación en ese maratón estaba predestinada al fracaso, una de esas extrañas situaciones en las que uno pierde incluso cuando aparentemente ha ganado. Lo que no sabía, pues, es que había perdido mucho antes de salir a las 6:00 de la mañana de ese 22 de octubre de 2022 aún con el cielo oscuro y abierto, punteado de estrellas, vestida con el conjunto de sipuchaka (falda) y sinibí jípe (blusa) con detalle de flores rosas y rojas en fondo negro y delineado por franjas naranjas y blancas a las orillas que confeccionó especialmente para la ocasión.

También se compró unas sandalias de dos cintas que cerraban con belcro en el empeine con detalles en azul, rojo y amarillo. Las que le parecieron más cómodas o, en todo caso, las que, supuso, lastimarían menos sus pies. Porque sabía, indudablemente, que se iba a lastimar.   

En el imaginario de Verónica ya estaba el antecedente de la carrera como un medio de obtención de recursos cuando se enteró de la existencia del Circuito Atlético Pedestre que consiste en la realización de distintas carreras de 10 kilómetros a lo largo del año con premios para los primeros lugares.

Por eso Verónica volvió a correr. Sin embargo, encontró que correr con huaraches en el pavimento era realmente doloroso. Así que se hizo de unas zapatillas deportivas y empezó a correr con su traje típico en cada carrera que había.

Verónica Palma, en la Sierra Tarahumara. Fotografía: cortesía de Verónica Palma

La carrera deportiva de Verónica se forjó con tenis, en la pista y en el asfalto de Ciudad Juárez. Por eso lo pensó para participar en el Maratón Internacional de Ciudad Juárez, lo pensó cuando leyó el reglamento para participar en la categoría denominada “Indígenas” que dice:

“Todos los corredores que participen en la categoría INDÍGENAS, el día del evento deberán participar (correr) OBLIGATORIAMENTE con su traje típico y el calzado deberá ser, sin excepción, huaraches o sandalias (NO TENIS)”.

La categoría para rarámuris premia con 10 mil, 8 mil, 6 mil, 4 mil y 2 mil pesos a los primeros cinco lugares varonil y femenil en recorrer los 42.195 kilómetros de distancia. Y aunque es apenas una ínfima parte de los 100 mil, 50 mil o 25 mil pesos que se entregan a los primeros lugares generales, y aunque el desgaste es mucho más y las lesiones y las heridas en los pies sean profundas, otra manera de obtener 10 mil pesos en menos de cuatro horas se ve difícil para una comunidad históricamente marginada.

“A los corredores rarámuri se les ha folclorizado mucho en las carreras. Yo no estoy de acuerdo porque esas carreras son en asfalto y nos dejan en una desventaja a los que corremos con huarache, es muy difícil por el impacto. Cada quien debe tener la libertad de decidir cómo correr, no nos hace menos rarámuri si corremos con tenis”, dice Irma Chávez, una experimentada corredora rarámuri que vive en la ciudad de Chihuahua, es ingeniera en Ecología y maestra en Desarrollo Humano y Valores además de promotora de su cultura y del atletismo.

“Yo ya tengo 17 años en la ciudad, mis pies ya no están adaptados a las montañas con huarache, sí nos lastima mucho, hasta la gente que viene de la sierra me lo ha comentado. Sí marca la diferencia, mucho, cuando se nos pide la manera tradicional correr”, dice Chávez respecto a la condición y adaptación en los pies para usar cierto tipo de calzado en el asfalto de las ciudades.

“Nosotros hemos platicado mucho de poder hacer un oficio para cambiar esos reglamentos porque al final correr con tenis es una necesidad básica para hacer atletismo”, comenta.

Verónica Palma, en el podio número 1 de la maratón de Juárez en la categoría de mujeres indígenas en 2022. Fotografía: Maratón Internacional de Juárez

También la tradicional carrera de San Silvestre que se corre el 31 de diciembre de cada año en Delicias, Chihuahua, mantiene esta cláusula que obliga a los rarámuri a correr con huaraches. Y aunque ya hablaron con los organizadores y quedaron en eliminarla desde 2021, aun la han mantenido.

A las 6:00 de la mañana sonó el disparo de salida y los fuegos artificiales a los costados iluminaron la oscuridad que cubría a los espectadores que grababan con sus celulares la partida de los corredores desde las gradas blancas.

Verónica salió sin miedo y tomó la punta desde el inicio, se fue al frente de todas las corredoras rarámuri. Sabía que detrás de ella estaba la favorita, sabía que no podía aflojar el paso porque a su espalda venía Lorena Ramírez.

Lorena Ramírez llegó como la favorita absoluta, invitada por los organizadores del Maratón, como categoría de élite. Además de ser una extraordinaria corredora de ultramaratones en montaña, Lorena Ramírez se convirtió en una celebridad desde que ganó la Ultramaratón de los Cañones, en Guachochi, en julio de 2017, a los 22 años de edad.

Por ejemplo, en noviembre de 2017 se estrenó el videoclip de la canción “Movimiento”, del cantautor uruguayo Jorge Drexler, que fue protagonizado por Lorena Ramírez.

Para 2019 se lanzó en la plataforma Netflix, “Lorena, la de pies ligeros”, un documental dirigido por Juan Carlos Rulfo y producido por Gael García que alcanzó rápidamente en su primera semana los primeros lugares de visitas a nivel nacional e internacional y que le valió a Juan Carlos Rulfo el Premio Ariel en 2020 por Mejor Cortometraje Documental.

La candidata de Morena a la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum, anunció su aspiración en Ciudad Juárez corriendo con Lorena Ramírez.

Se le podía encontrar a Lorena en carreras de todo el país, con decenas y hasta cientos de personas haciendo fila para tomarse una foto con ella.

El 1 de octubre de 2019 la revista de moda Vogue México cumplió 20 años y lanzó una edición especial y conmemorativa con Lorena Ramírez en su portada.

Por eso durante los primeros kilómetros del Maratón los espectadores gritaban “vamos Lorena, tú puedes”, la animaban y le tomaban fotografías, pero muy pocos sabían quién era la que iba en la punta, Verónica Palma.

Verónica pasó los primeros diez kilómetros en 48 minutos; Lorena, que salió muy reservada en su ritmo, pasó ese punto a los 52 minutos, es seguro que para ese punto Lorena ni siquiera alcanzara a ver a Verónica. Los 20 kilómetros Verónica los pasó en 1 hora con 39 minutos y 30 segundos, Lorena estaba a 7 minutos y más de un kilómetro y medio de distancia en una brecha que se iba abriendo cada vez más.

Sin embargo para el final del maratón el ritmo de Verónica cayó, sus pies le dolían y sangraban, no sabía todavía pero tenía una lesión en el talón que le llevaría meses sin correr para poder sanar.

En cambio Lorena apretó en esos kilómetros, con la experiencia de las distancias de más de cien kilómetros, quizá 42 parecía poco, o al menos no demasiado para sus fuertes piernas que aumentaron el ritmo.

A pesar de todo Verónica Palma fue la primera mujer rarámuri en cruzar la meta cerca de las diez de la mañana luego de 3 horas 44 minutos y 13 segundos. En segundo lugar llegó Lorena Ramírez, la favorita, con 3 horas 48 minutos y 59 segundos.

Pero como ya sabíamos desde el inicio. En esta historia pierde Verónica.

Fotografía: Cortesía Verónica Palma

De una manera muy poco clara le dijeron a Verónica que alguien, no se sabe quién, ni porqué, ni con qué fundamentos más allá de su propia palabra, le dijo a los organizadores que vio que Verónica se quitó los huaraches a media carrera y se puso tenis y que después antes de llegar a la meta se detuvo para quitarse los tenis y ponerse los huaraches otra vez, lo que a todas luces es ilegal.

Verónica reclamó, pidió pruebas de su supuesta falta, que no había. En cambio sí había fotografías de ella en huaraches en distintos puntos de la carrera. Peleó su victoria, limpia. Le dijeron que ya la habían descalificado, no la podían volver a calificar. Pero le dieron los 10 mil pesos del primer lugar al igual que a Lorena Ramírez. No sólo eso, también la hicieron parte del equipo representativo del Maratón Internacional de Juárez, conformado por los mejores maratonistas de la ciudad.

Pero si uno consulta los resultados oficiales encuentra que Verónica fue descalificada y que el primer lugar femenil rarámuri en el Maratón Internacional de Ciudad Juárez en 2022 fue ganado por Lorena Ramírez.

En cuanto a pertenecer al equipo representativo es quizá una extraña paradoja porque uno de los beneficios más importantes es el patrocinio de calzado especializado para maratón, tenis que cuestan entre 5 mil y 8 mil pesos. Pero que no se le entregan a Verónica porque ella debe correr con huaraches.

Verónica Palma ha representado a México en Canadá, en las competencias internacionales de los pueblos indígenas, trayendo tres medallas de oro, en las tres categorías en que participó. Ganó el medio maratón Internacional de Juárez en la categoría rarámuri. Ha ganado en diversas ocasiones ultra maratones y maratones. Apenas en abril de este año fue parte del equipo Ra Ra Ra, conformado por seis mujeres rarámuri, que recorrieron 540 kilómetros en relevos desde Los Ángeles, California, hasta Las Vegas, Nevada, y que consiguieron el trecer lugar de su categoría. Ella ha mantenido una exigencia puntual frente a las carreras que los obligan a correr con huaraches: que eliminen esa restricción.

Verónica Palma en Canadá. Fotografía: cortesía Verónica Palma
Verónica Palma con otras corredoras rarámuri en Las Vegas en abril de 2024. Fotografía: Cortesía Verónica Palma

“Correr con tenis no nos hace menos rarámuris, no nos hace olvidar nuestros valores y tradiciones, pero sí nos pone en una situación de desventaja”, dice en las gradas de la pista en donde entrena.

Para este trabajo se solicitó una entrevista a los organizadores del Maratón Internacional de Ciudad Juárez, pero no se obtuvo respuesta.

En la cosmovisón rarámuri correr está asociado con el movimiento no sólo de las personas sino también de la naturaleza, las estrellas y astros. Por lo que si dejaran de correr, el mundo se detendría. Es seguro que, con tenis o con huaraches, Verónica seguirá corriendo mientras que su cuerpo se lo permita.

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