Celebro esta decisión de construir la Agencia de Transformación Digital; le otorgo el beneficio de la duda… Ojalá no sea un rosario más de buenas intenciones
Por Hernán Ochoa Tovar
Desde su campaña, la presidenta electa, doctora Claudia Sheinbaum, dejó entrever que crearía la Agencia de Transformación Digital, un ente gubernamental que se encargaría de subsanar y realizar las tareas que se requieren para los más diversos trámites cotidianos.
En el mismo tenor, la doctora señaló que quiere modernizar la plataforma del SAT, agencia gubernamental dedicada a la recaudación de impuestos y del fisco, que ha generado muchos desafíos a los contribuyentes mexicanos a lo largo del presente sexenio; debido, en parte, a la tecnología que maneja.
Por lo anterior, resulta menester cuestionarnos: ¿resulta relevante que se realice un enésimo ente gubernamental, mismo que esté dedicado a las TIC y a resolver las demandas ciudadanas?
Considero que sí. Esto porque, una de las más grandes áreas de oportunidad del presente sexenio, ha sido precisamente la tecnología. Y, al parecer, la doctora Sheinbaum desea enmendar ese yerro y aún más, desenmarañar el nudo gordiano que se teje en torno a la telaraña democrática, que lleva a que el país sea menos competitivo, y que los actos de corrupción sean una mancha que no acaba de desaparecer a lo hora de realizar los más diversos trámites.
A este respecto, debo decir que la relación del presente gobierno (del presidente López Obrador) con la tecnología ha sido agridulce. Esto porque, si bien hubo la intención –así como acciones concretas– para avanzar en algunas áreas; en otra, parece que las mejorías y el perfeccionamiento literalmente pasaron de noche, cuando son una necesidad cabal en un mundo que se encuentra interconectado y depende, en mucho, de la informática para su funcionamiento.
En este sentido, celebro que, desde inicios de la presente administración, se haya echado a andar el programa Internet para todos, mismo que pretendía conectar el país de cabo a rabo, teniendo a la CFE como proveedor autorizado y económico. Aunque sería complejo ver los resultados que ha dado el programa –pues, salvo en una temporada inicial, ya no ha tenido mucho foco–, considero que la idea fue positiva, puesto que pretendió combatir la brecha digital, en un país que tiene grandes zonas carentes de conectividad.
Sin embargo, otros programas iniciados en administración anteriores (destacadamente el de internet para todos) han pasado a tener un bajísimo perfil, cuando hubiera sido interesante que, por su talante, se hubieran retomado para lograr el cometido buscado; pero al parecer, se buscó comenzar de cero, para que la presente administración se llevara el grueso de los créditos y no tuviera que compartirlos.
Aun así, hay iniciativas que sí tuvieron continuidad. Destaco el establecimiento de la Cédula Profesional Electrónica, que se implementó a finales del sexenio de Enrique Peña Nieto (2018) siendo Otto Granados el titular de la SEP. A pesar de las falencias que posee el portal de la secretaría en mención, el programa ha continuado y, aunque algunos diputados locales (particularmente de la CDMX) han sugerido volver a la antigua cédula, esgrimiendo que podía ser una especie de identificación personal (objetivo que no cumple la electrónica, huelga aclarar), la medida no se ha cristalizado.
Por ende, habría que mejorar lo existente, y, quizás, incluir otros trámites en aras de darle dinamismo a la tramitología nacional, misma que no se caracteriza por su celeridad en múltiples ocasiones, ocasionando cuellos de botella que molesta a tirios y troyanos.
Y es aquí donde, sin duda, podría entrar en acción la Agencia de Transformación Digital. A ojo de buen cubero, la plataforma del SAT se ha vuelto un desafío para los contribuyentes, y si el gobierno federal lo quiere hacer más eficiente vía la digitalización ¡enhorabuena¡ Ni qué decir de las páginas del IMSS o de otras instancias, así como la mencionada de la SEP.
Si la federación desea llevar a cabo una página concentradora donde se puedan realizar diversos trámites de manera sencilla y eficiente, será una cuestión digna de aplaudir. Empero, aún queda tiempo para que dicha acción se materialice, pues la presente administración tuvo excelentes ideas en algunos rubros; sin embargo, no se materializaron adecuadamente, debido, en gran parte, a la falta de planificación y a la elaboración de rutas críticas que permitieran la consagración y evaluación de las metas planteadas. Eso faltó.
No obstante, por la experiencia que se tuvo en la Ciudad de México, donde la experiencia en mención ya se piloteó, considero que podría tener éxito, por lo menos, a mediano plazo. Aunque la concentración de bases de datos de las más diversas instancias no será una tarea sencilla; menos aún, a nivel nacional, con tantos recovecos y usuarios que existen en un país tan amplio y plural como lo es México. Habrá que empezar con este reto titánico.
Aun así, creo que es una meta deseable. Otro punto que no fue entendido cabalmente fue el de la austeridad, pues, en aras de ahorrar recursos –lo cual también es relevante– se le quitó financiamiento al mantenimiento de las plataformas gubernamentales. Y considero que esto no debe de ocurrir, pues quienes terminamos pagando los platos rotos de un servicio deficiente, somos los ciudadanos y los contribuyentes. Espero que el gobierno entrante pueda demostrar que es eficiente, al mismo tiempo que utiliza el presupuesto de una manera ordenada. La planificación y la eficiencia también deben ser inherentes a un gobierno de izquierda.
Celebro esta decisión de construir la Agencia de Transformación Digital; le otorgo el beneficio de la duda, pues José Merino, su titular, es un experto en la materia, quien ya realizó un esfuerzo similar en su paso por el gobierno de la Ciudad de México. ¡Veremos¡ Ojalá no sea un rosario más de buenas intenciones.
