El estado de Chihuahua aparece ya con este carácter a partir del 6 de julio de 1824. La fecha merece ser recordada… pero también es tiempo de hacer balance y dirimir dónde están los hechos que acreditan su grandeza
Por Jaime García Chávez
Hace 200 años, los primeros mexicanos nacidos en la Colonia de la Nueva España, pasaban a ser ciudadanos de una nueva república que adoptó el federalismo como una forma de centralización del poder que a la vez integraba al vasto territorio regiones que pasaron a ser entidades de una sola Unión.
Es cierto que la Constitución norteamericana había contribuido a la eficaz creación de una república federal, pero a la vez, también es cierto que la experiencia mexicana de hace 200 años no fue una simple calca, por el contrario, el pasado colonial estaba presente con sus agravios innumerables, con los regionalismos que amenazaban con la balcanización y dispersión en pequeños estados abandonando los signos de aliento para mantenerse en un pacto que unificara esfuerzos contra los intentos neocoloniales de la corona española y el agresivo expansionismo de los Estados Unidos.
Miguel Ramos Arizpe es el reconocido líder de la naciente federación, y así lo reconoce la historiografía, merecidamente. Con otros políticos tuvo la visión de constituir la federación para mantener unida, en una etapa poscolonial, lo que claramente se veía amenazado con la dispersión. Este líder al igual que otros que lo acompañaron no fue ningún improvisado, atrás de él había toda una experiencia que se reconoce en una historia que valora justamente el naciente liberalismo mexicano.
El estado de Chihuahua, aparece ya con este carácter a partir del 6 de julio de 1824 y con él otras entidades como Guanajuato, Durango, Oaxaca por señalar solo algunos.
Es por eso que el gobierno local ha montado una serie de festividades a la nueva usanza de espectacularidad y hasta decir que tenemos 200 años de grandeza, de lo que vendrán a dar testimonio Emmanuel, Minjares, banda como la del Jazzteño, orquestas y conjuntos musicales. No tengo nada contra el desempeño de estos artistas, pero discrepo de la forma en que se ha abordado este importante bicentenario, más si tomamos en cuenta que en estos días se habla de un cambio de régimen en el país.
Es indiscutible que la fecha merece ser recordada, no se trata de cualquier cosa. Pero no hubo eventos cívicos, culturales, académicos en los que se abundara en nuestra historia local de 200 años como integrantes de un pacto federal. A contrapelo de eso se ha recurrido a la retórica barata de una grandeza que no se explica de ninguna manera. Todos amamos nuestra tierra, pero también es tiempo de hacer balance y dirimir dónde están los hechos que acreditan esa grandeza, contrastada con otros muchos que hablan de vileza, en algunos casos superlativa.
Quién puede dudar de los primeros mexicanos que nacidos en esta tierra tomaron el camino de la federación y se opusieron al centralismo que significó el anhelo de los conservadores por prolongar la herencia colonial, y cómo no decir que Juárez y sus ministros esperaron activamente en Chihuahua la derrota del imperio de Maximiliano, y qué decir del aporte que desde aquí se hizo para el triunfo del maderismo y la repulsa a la usurpación del criminal y traidor Victoriano Huerta.
Pero también debemos entender los porqués hemos padecido de un régimen de corrupción e impunidad al abrigo de Luis Terrazas, su numerosa familia, entre ellos los Creel y que marcaron una tendencia que llega hasta ahora con características del tipo de Eloy Vallina que se establecieron aquí al altísimo costo de una despiadada acumulación de capital y la devastación del medio ambiente.
Habría que recordar también otras sombras que han lastrado al estado, emblematizadas por gobernantes del tipo de Rodrigo M. Quevedo, Práxedes Giner Durán, Óscar Flores Sánchez y la arbitrariedad de someter al estado a un régimen de administración central cuando se suscitó la insurgencia democrática contra el PRI. En este tiempo se quitaba de su cargo a un Óscar Ornelas para ubicar a un Saúl González Herrera que cumplía fielmente instrucciones de Manuel Bartlett Díaz hoy prócer de la autollamada Cuarta Transformación.
Los desastres gubernamentales también se hicieron presentes cuando el PAN estuvo al frente, como ahora con María Eugenia Campos Galván que encabeza un verdadero desastre que quiere engalanar con fiestas y saraos como los que organiza en derredor de su palacio.
Obviamente que este es un somero apunte, quiero terminar recordando que hay pensadores e historiadores, como Víctor Orozco, que se han adentrado en la federación que nació hace 200 años, que lo hacen con hondura, de manera documentada y que con sus conclusiones nos enseñan a comprender a fondo el país en que vivimos, y al que amenaza un nuevo centralismo presidencialista.
Hoy se impone frente a ese propósito, instaurar un nuevo federalismo, hacendario y fiscal, solidario y ajeno a toda discrecionalidad y en el que se entienda que somos un gran Estado multinacional, con entidades diversificadas y, lo que siempre se olvida que existen también los municipios.
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.