Opinión

Frente Cívico Nacional, ¿nueva oposición o movimiento vacuo?




julio 26, 2024

Valdrá la pena preguntarnos ¿qué espacio busca ocupar el eventual Frente Cívico, si ya todos los resquicios se encuentran ocupados y no hay una trinchera sin representatividad?… podría realizar tareas que la actual oposición no hecho, o bien, ha soslayado

Por Hernán Ochoa Tovar

Hace unos días, el Frente Cívico Nacional anunció que está haciendo consultas para analizar si se torna en un nuevo partido político, así como la ideología política que tendrá y el carácter de la misma. Uno de sus voceros y líderes, el escritor Macario Schettino, dijo que buscan innovar para no repetir los vicios de algunos partidos políticos –los cuales, curiosamente, se han replicado sin cesar– buscando con ello ser una oposición activa y distinta a lo que encontramos actualmente ¿Se trata de un cometido plausible, o, por el contrario, encarnan sueños de opio por parte de políticos derrotados?

Como suele suceder, la historia posee muchos claroscuros. El Frente Cívico Nacional se formó hace tiempo, como una especie de brazo suprapartidario al cual llegaron políticos de otras latitudes que habían perdido su empleo, destacadamente el ex líder del PRD y expresidente de la Cámara de Diputados, Guadalupe Acosta Naranjo; a quien se unieron algunos personajes como el también exdiputado perredista Fernando Belaunzarán.

Empero, el Frente Cívico se convirtió en una especie de depositario para las personas que no estaban de acuerdo con la 4T, pero tampoco con los partidos existentes que representan a la oposición vigente: dígase el PAN, el PRI, MC, y el PRD (hasta poco antes de la pérdida de su registro).

En este sentido, el Frente Cívico se tornó en una especie de tercera vía al binomio oficialismo/oposición; y aunque apoyó a los adversarios a la 4T durante la pasada contienda (pues aún no se dirimía su metamorfosis a instituto político), ya pasada la elección han contemplado la posibilidad real de tornarse en un partido más que componga el universo electoral mexicano, espacio en el que hay un cúmulo de institutos peleando por prestaciones y prerrogativas; pero sólo un par poseen una representatividad real (MORENA y PAN) mientras el resto gravitan en torno a los partidos más fuertes (PT y PVEM en torno a Morena; así como PRI y los remanentes del PRD alrededor del PAN), siendo la excepción a la regla MC, el cual, aunque comenzó como nanopartido y aliado de los membretes existentes en diversas coyunturas, ha decidido mostrarse como la tercera vía asumiéndose como un intersticio entre el oficialismo y la oposición (hecho que le funcionó con creces, pues consiguió una votación mucho mayor que la lograda por el señero PRD, que se encuentra a las puertas de su desaparición, luego de ser el partido emblemático de la izquierda mexicana por espacio de casi tres décadas).

Por ende, valdrá la pena preguntarnos ¿qué espacio busca ocupar el eventual Frente Cívico, si ya todos los resquicios se encuentran ocupados y no hay una trinchera sin representatividad? Aquí valdría la pena hacer algunos apuntes. Aunque la oposición sigue existiendo – a pesar de todo, no se llegó a un escenario de la desaparición casi total, como sí se vivenció en los comicios salvadoreños–, parte de la misma encuentra su discurso un tanto desgastado.

Los propios postulantes a la presidencia nacional del PAN afirman –en mayor o menor magnitud– que hay que hacer ajustes en la narrativa con el objetivo de que el ideario de Acción Nacional sea mejor acogido por la sociedad mexicana. En el PRI, en tanto, se vive el gatopardismo, pues, aunque reconocen el desprestigio y las falencias discursivas que han tenido durante los últimos tiempos y los han llevado a cosechar una estela de derrotas, continúan aferrados al liderazgo de Alito Moreno, el cual, como comenté en una colaboración anterior, asemeja más a una desgastada máquina de derrotas, en lugar de la otrora aceitada maquinaria electoral priista que permitía al entonces poderoso tricolor, ganar elecciones en el país de cabo a rabo, desde las ciudades más relevantes hasta los municipios más recónditos. Sin embargo, el nivel de autocrítica en el PRI es reducido, y parece que terminarán encogiéndose en lugar de recuperar la fortaleza de antaño, pues han perdido la narrativa revolucionaria y sectores que durante décadas les fueron fieles, los han abandonado paulatinamente ante el declive de su longevo poderío.

Basados en lo anterior, podemos decir que el eventual FCN podría realizar tareas que la actual oposición no hecho, o bien, ha soslayado. Ejemplo de ello es la narrativa de contrastes. El propio Jorge Romero (aspirante a la presidencia de AN) reconocía en una entrevista radiofónica ese detalle; que colocarse en el lado opuesto del mostrador, teniendo una mirada antinómica, no le ha generado réditos a la oposición, sino todo lo contrario.

Dicho con manzanitas, la oposición debe ser un contraste para los argumentos del oficialismo: apoyar lo que está bien y desechar –o criticar– lo incorrecto. Empero, con el endoso total que le han brindado las bancadas oficialistas al Presidente López Obrador, el mirar estos grises se ha tornado complejo y parte de la oposición ha caído en esa trampa narrativa. Sin embargo, ver todo lo bueno -o en contraparte, todo lo malo- puede no ser efectivo y, en ocasiones, llegar a ser contraproducente. En este sentido, considero que el discurso del eventual Frente Cívico Nacional debe transitar por ese carril: por un lado, exhibir las probables fallas que tenga el gobierno entrante -ninguna administración va a ser perfecta y siempre poseerá áreas de oportunidad-; pero, por otro lado, apoyar los proyectos que se consideren viables o bien sustentados, que pudiesen tener una buena consolidación a corto o mediano plazo. Esto, claro, luego de un análisis exhaustivo, privilegiando el análisis crítico por sobre la buena fe que pudiera gestarse en la materia (la política debe ser pragmática y no dogmática, a mi juicio).

Bajo esta tesitura resulta importante hacer la siguiente interrogante ¿le visualizo un futuro estable al eventual Frente Cívico Nacional, o le veo algo de bueno? Lo que le veo de positivo es que quienes -hasta ahora- lo están liderando no son los mismos políticos quemados quienes, ante la falta de partido que los postule, buscan crear un nuevo instituto para seguir viviendo del erario. En este sentido, encuentro positivo que gente como Macario Schettino sea de las caras visibles de este movimiento, en conjunto con destacados intelectuales como Leonardo Valdés (ex consejero presidente del IFE), Mariclaire Acosta y Cecilia Soto. Me parece bueno que algunos de estos intelectuales dejen –por el momento– el análisis académico y pasen a la realpolitik. Esto porque, recientemente, se comentaba que algunas de las mentes más brillantes de la generación “X” soslayaron la lucha política en pos del quehacer académico.

Me parece genial que la sociedad civil busque hacer las cosas distintas, abrazando el pluralismo y la diversidad de opiniones.

Empero, una cosa es el deseo y otra la realidad: para bien o para mal, construir un nuevo partido político en este país no es cosa sencilla. Para ello se requieren estructuras, que es algo que Schettino quizá no tenga –viene del mundo académico–, pero Acosta Naranjo y Belaunzarán, probablemente sí la posean.

Vendrá el tortuoso proceso de realizar asambleas y quizás obtener el visto bueno del INE para pasar de asociación a partido político formal. Y aquí sólo empezarían los desafíos, pues muchos de los nuevos partidos que se constituyen no logran consolidarse y terminan en el olvido, siendo la excepción Morena, que, en 10 años, pasó de ser un instituto pequeño y marginal, a primera fuerza en el país y el instituto cuasi hegemónico ¿Logrará el Frente Cívico pasar a ser parte de la nueva constelación partidaria? Lo veremos. De momento el reto se antoja interesante, aunque no exento de dificultades. Es mi humilde opinión y es cuánto.

lo más leído

To Top
Translate »