Migración

Migrantes en Ciudad Juárez se une con un ‘mundialito’ de futbol




agosto 17, 2024

Con la iniciativa de la Segunda Copa América Migrante en Ciudad Juárez buscó la integración de personas en movilidad a través del fútbol, la mayoría de ellas esperan en esta frontera una oportunidad para cruzar a Estados Unidos

Texto y fotografías: Raúl Flores / La Verdad Juárez

Ciudad Juárez– El sonido del silbido en medio de la cancha marcó el inicio del juego. Jugadores de diversos países de Latinoamérica arrancaron su carrera por el gol en la Segunda Copa América Migrante en la ciudad.

Los futbolistas son aficionados originarios de México, Guatemala, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Colombia, Honduras y El Salvador que dejaron sus comunidades y están en la ciudad en espera de una oportunidad para cruzar a Estados Unidos, donde buscan rehacer su vida.

Son hombres y mujeres que más allá de su nacionalidad, origen o el color de piel, se unen para gritar gol.

El punto de integración de las personas en movilidad es el estado 20 de Noviembre. Son las nueve de la mañana del 15 de agosto, a esa hora el calor empieza a sentirse fuerte en época del año que durante el día puede alcanzar temperaturas superiores a los 40 grados centígrados.

La música se escucha incluso desde el exterior del estadio, y lo primero que se observa son cuatro carpas en el centro del campo, el cual se dividió en dos partes para crear dos canchas paralelas.

En las carpas hay un tumulto de personas; mujeres y hombres migrantes alistandose para jugar futbol.

Cerca de cien personas se preparaban para participar en el evento deportivo organizado en conjunto por el Instituto Municipal del Deporte y Cultura Física de Ciudad Juárez (IMDEJ) y la Dirección de Derechos Humanos Municipal.

En esta ocasión la copa fue disputada por ocho equipos varoniles y tres femeniles. En el lado varonil, los equipos fueron Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Venezuela. En el lado femenil fueron México, Venezuela, y Estados Unidos. Este último estuvo conformado por mujeres del IMDEJ.

A las nueve y media se inauguró la copa con la entrega de uniformes. Verde, azul, amarillo, rojo, negro, blanco, azul marino y guinda fueron los colores representativos que portaron los participantes.

El silbido de los árbitros arranca los primeros dos partidos del torneo; México contra Nicaragua y Ecuador contra Colombia. Aún es fase de grupos, así que los jugadores no se preocupan de ser eliminados.

“Yo no veo ni países ni razas, yo veo compañerismo”, dijo Juan Fuerte, de Michoacán. El hombre de 37 años portó la playera verde al jugar con el equipo mexicano.

No todos representaron a sus países de origen. A Paola Herrera, por ejemplo, le tocó participar con el equipo femenil de Venezuela aun siendo de Nicaragua. Sin embargo, dijo que se sentía orgullosa de usar la playera guinda.

“Se les mencionó que los equipos iban a ser básicamente representativos porque es muy complejo completar para cada espacio el total de las nacionalidades y en ningún momento tuvieron ningún problema, lo que querían era participar”, dijo Ana Laura Rodela, directora del albergue Leona Vicario.

“El trofeo nos los llevamos nosotros”, dijo Frederic Cortez al terminar el primer partido. El joven venezolano jugó para el equipo de Ecuador del albergue Leona Vicario.

Cortez dijo que representar a Ecuador fue casi como representar a su propio país, ya que queda tan cerca de Venezuela que lo ve como un “país hermano”.

“Al final de cuentas creo que los hermanó, ahorita tienen una misma misión de vida que es llegar a Estados Unidos o permanecer en México para empezar de cero”, dijo Rodela.

A pesar de ser de Colombia, Yender Suárez dijo que se sintió feliz de portar la playera de Ecuador. El joven de 20 años dijo que tiene muchos compañeros ecuatorianos y le gusta representarlos de la mejor manera.

Suárez, quien anotó 5 goles en contra del equipo de su natal Colombia, agradeció a México y a Ciudad Juárez en específico por brindarle un lugar para vivir mientras realiza su objetivo de ir a EE. UU.

“A muchas personas les sienta muy bien, la verdad, salir del confort y pues distraerse, divertirse que es lo más importante”, dijo Suárez.

Después de varios juegos, se volvió aparente que la rivalidad no era entre países, sino entre albergues, ya que los participantes venían de dos albergues de la ciudad—Kiki Romero, que representó a El Salvador, México, Nicaragua y Venezuela, y Leona Vicario, que representó a Colombia, Ecuador, Honduras y Guatemala.

El año pasado, en la primera edición de la Copa América Migrante, se disputó una final “cardiaca”. Así la describió Juan Carlos Escalante, el director del IMDEJ. En una tanda de penales, el equipo de Venezuela, representado por Kiki Romero, derrotó a un Salvador representado por Leona Vicario.

“En realidad quien gane, para un servidor, es irrelevante la verdad”, dijo Escalante. “Nosotros tratamos de promover el deporte y estas personas se encuentran por cierto tiempo aquí con nosotros y forman parte de esta frontera por un lapso determinado de tiempo y pues como tal vamos a impactarlos con algo positivo en Ciudad Juárez”. 

La idea para crear este torneo, según Escalante, nació a partir de una conversación que tuvo con Santiago González, director de Derechos Humanos del Municipio y uno de los organizadores principales del evento, acerca de cómo podían promover el deporte y el ejercicio entre la comunidad migrante.

Cerca de las 12 del mediodía, se preparan los equipos femeniles de México y Venezuela para el partido, el cual, entre gritos y aplausos de la porra, fue ganado por dos a cero por el equipo mexicano.

Seguido de ese partido, Venezuela jugó contra el equipo de EE. UU. por una oportunidad mas de jugar la final contra México. Sin embargo, las mujeres del IMDEJ se llevaron la victoria y aseguraron su participación en la final.

“Me parece muy bonito, muy bien organizado, más que todo para que uno se libere de la presión que tiene de estar en un país que no conoce”, dijo Keyber López, uno de los tres jugadores venezolanos que integraban el equipo de su propio país.  

Alrededor de las dos y media de la tarde el calor de agosto ya estaba en su apogeo. La fase de grupos había terminado y se escogerían a cuatro equipos—los primeros dos lugares de cada grupo—para jugar las semifinales.

Sin embargo, los equipos de El Salvador y Honduras, que fueron los segundos lugares de cada grupo, decidieron no jugar y dejar que los dos primeros lugares de las tablas pasarán a la final debido al calor intenso.

Primero se jugó la final femenil, en donde Estados Unidos venció a México. Al terminar, visiblemente cansadas, pero con sonrisas, las mujeres de cada equipo estrecharon las manos.

Finalmente, se dio el silbido para comenzar la final: Ecuador de Leona Vicario contra Venezuela de Kiki Romero, el que llegó a la cancha sabiendo que tenía que defender el título.

La porra, integrada por familiares y amigos de los participantes, se alzaban con entusiasmo y pasión al apoyar más a su respectivo albergue que al país que representaban los dos equipos finalistas.

Venezuela anotó dos goles temprano en el partido, así que el resto del tiempo fue de Ecuador dándolo todo para siquiera empatar y asegurar penales antes de que concluyeran los 22 minutos del partido.

Ecuador anotó un gol antes de finalizar el primer tiempo, y después de otros 11 minutos llenos de suspenso, en donde el portero del equipo venezolano salvó al equipo en varias ocasiones, el árbitro finalizó el partido dos a uno, dándole el bicampeonato al equipo venezolano de Kiki Romero.

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