Mediante talleres, videos, un libro, y recientemente un premio recibido que las impulsa a crear una Asociación Civil, varias mujeres de comunidades indígenas ralámuli mantienen una red para combatir la violencia de género, agravada a partir de la pandemia por el Covid-19.
Por Jaime Armendáriz / Raíchali
Chihuahua– Hace cuatro años, con la llegada de la pandemia por el Covid-19, las mujeres ralámuli de la capital no sólo tuvieron que cuidarse del virus, sino también de uno de los efectos colaterales que trajo el confinamiento: la violencia de género. Se organizaron para tener talleres y protegerse entre ellas. Desde entonces afianzaron una red de apoyo llamada “Napawika U’muki” (Mujeres Unidas).
Al principio el esfuerzo consistía en reunirse y platicar. Se conformaban por unas 25 mujeres, representantes de 10 comunidades indígenas urbanas. Hoy en día, esa red se ha extendido en voces. Son cada día más las que acuden para obtener herramientas de protección ante las vulnerabilidades sociales que viven.
Se trata de mujeres de la colonia Cerro de la Cruz, Unidad Popular, la colonia Tarahumara o Cerro Grande, todas ubicadas en la ciudad de Chihuahua, cuya población se integra de comunidades originarias de la Sierra Tarahumara.
Aurelia Rentería Ortega es una de las integrantes de esta red. Recientemente recibió el premio Nacional a la Promoción de los Derechos de las Mujeres Indígenas “Martha Sánchez Néstor”, por impulsar la promoción de los derechos de las mujeres indígenas y los procesos organizativos comunitarios.
Al describir el caso de “Napawika Uḿuki” ante el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), organismo que otorgó ese premio, Aurelia recuerda que la violencia de género fue uno de los factores agravados durante la pandemia, pero es solo uno de varios.
Otros de los riesgos fue la pérdida de empleos, principalmente porque muchas mujeres ralámuli son empleadas para trabajos domésticos, sin embargo, al decretarse el distanciamiento social, varias fueron desempleadas.
“Empezamos a reunirnos en la pandemia para platicar sobre muchas cosas difíciles que estábamos viviendo: muchas mujeres que trabajamos en el hogar quedamos desempleadas y no podíamos ni salir a vender artesanías”, explicó.
A la par tenían que adaptarse a la educación a distancia de sus hijas e hijos. La falta de aparatos tecnológico para hacerlo complicó esa tarea. “Muchas solo teníamos celulares sencillos y nos costaba conectarnos; si nos contagiábamos de COVID-19, no nos querían recibir en los hospitales; y, también, a las gobernadoras nos empezaron a llegar más casos de mujeres que sufrían violencia”, precisó.
El premio que las impulsa a crear su propia Asociación Civil
Junto a 19 mujeres más, Aurelia Rentería (única ganadora de Chihuahua) recibió el jueves 05 de septiembre el premio “Martha Sánchez Néstor”, un galardón establecido para honrar el legado de quienes trabajan en la protección del territorio, la participación política, la preservación de la cultura, la lengua y los conocimientos ancestrales.
Esta es la tercera ocasión que se realiza la premiación. Para Aurelia y su red representa mucho más que un reconocimiento. Representa la posibilidad de consolidarse como una asociación civil a fin de poder obtener recursos y apoyar a más mujeres indígenas que batallan día a día con el entorno.
“Nos ayudaría a cumplir con esta meta colectiva. Si contaríamos con dicho apoyo, podríamos (como AC) postularnos a proyectos y tener un ingreso para seguir acompañando a las mujeres que nos necesitan, aumentar nuestra participación en las comunidades y en el estado; y poco a poco, fortalecer nuestros gobiernos indígenas, modificar nuestra situación de vulnerabilidad y lograr que se conozcan y respeten nuestros derechos como mujeres ralámuli”, planteó la representante de la red.
Se recibieron 124 postulaciones provenientes de 24 entidades estados: Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán.
En la ceremonia de la semana pasada, la presidenta del Inmujeres, Nadine Gasman Zylbermann, refirió que este premio es también para reconocer a aquellas mujeres que las han acompañado: abuelas, madres, hermanas, hijas, amigas; mujeres que, con su ejemplo y palabra, les han enseñado a no dejar de luchar por las causas que permitan ejercer plenamente los derechos.
“Este premio acompaña las acciones de política pública orientada a transformar la desigualdad en igualdad y la injusticia en justicia social, desde la visión de que somos una nación pluricultural”, acotó.
La presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Claudia Olivia Morales, destacó que cada una de las mujeres que participaron en esta convocatoria han trabajado en búsqueda de la justicia y sus luchas han permitido “que hoy podamos estar aquí hablando de los retos que tenemos para garantizar el respeto al derecho de todas las personas sin distinciones”.
El director general del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), Adelfo Regino Montes, apuntó que es una importante lección la que dejó Martha Sánchez Néstor, reconocida líder indígena de Guerrero, fallecida por Covid-19 en julio del año 2021 y por quien hoy se nombra ese reconocimiento.
El hermano de Martha Sánchez Néstor, Daniel Sánchez Néstor, subrayó que el trabajo que realizan las mujeres en sus comunidades es fundamental y no frenan la lucha. “Una sociedad igualitaria es mejor, por eso quiero felicitarlas. Martha nos va a seguir motivando, y yo les agradezco que mantengan esa antorcha encendida”.
Desde su creación, el premio ha reconocido a 60 mujeres indígenas de diversas comunidades, como otomíes, mixes, zapotecas, nahuas, purépechas, mazahuas y mayas.
Aquí puedes ver la ceremonia completa.
Las 20 premiadas en la edición 2024:
- Angelina Carrillo Muñoz, Nayarit, mujer indígena wixárika
- Aurelia Rentería Ortega, Chihuahua, mujer indígena ralámuli
- Bertha Maribel Pech Polanco, Yucatán, mujer indígena maya
- Ceferina Huchin Mis, Quintana Roo, mujer indígena maya
- Cindy Elizabeth Chávez Silverio, Nayarit, mujer indígena cora
- Cristina Solano Díaz, Guerrero, mujer indígena ñuu savi
- Delfina Albañez Arballo, Baja California, mujer indígena pa ipai
- Elsa Orozco Amaya, Oaxaca, mujer indígena ayuujk
- Estela Vélez Manuel, Oaxaca, mujer indígena ayuujk
- Gabriela Salas Cabrera, Hidalgo, mujer indígena náhuatl
- Lidia Díaz Jiménez, Chiapas, mujer indígena tsotsil
- Lizbeth Anabel Laguna Leal, Estado de México, mujer indígena náhuatl
- Margarita Gutiérrez Romero, Hidalgo, mujer indígena otomí
- María Guadalupe Jiménez Galván, Michoacán, mujer indígena purépecha
- Maximina Rufina Santiago Concepción, Guerrero, mujer indígena amuzga
- Nelly Hernández Martínez, San Luis Potosí, mujer indígena tének
- Oligaria Saldaña Bautista, Puebla, mujer indígena náhuatl
- Patricia Díaz López, Chiapas, mujer indígena tsotsil
- Rosalinda Sántiz Díaz, Chiapas, tsotsil
- Roselia Gutiérrez Luis, Oaxaca, mujer indígena ikoots
Un libro que revela todo el panorama adverso de las mujeres indígenas
Además de realizar talleres, gestiones, y recibir el premio del Inmujeres, la red “Napawika Uḿuki” promueve constantemente sus actividades con apoyo de más personas que las impulsan a avanzar en su tarea por el cuidado colectivo.
En este sentido realizaron un video para explicar lo que han realizado y, con el apoyo del Programa de Acciones Culturales Multilingües y Comunitarias (PACMyC) 2021, generaron un libro llamado “Nayó Alewá”, cuya interpretación al españos significa “cuatro almas”.
Cubierta del libro
El libro integra el testimonio de decenas de mujeres que han aportado para la construcción de esa red, pero no solo eso, sino integran datos reveladores sobre las mujeres en las comunidades indígenas.
Para llegar a esas cifras, las integrantes de la red entrevistaron a 356 mujeres ralámuli de sus comunidades indígenas urbanas, y de ahi se desprenden cifras y casos que muestran desigualdades sistémicas que se configuran por varios factores sociales.
Por ejemplo, la publicación revela que antes de pandemia el 60 por ciento de mujeres tenían trabajo, pero, al darse el confinamiento, esa cifra se desplomó y cerca del 80 por ciento dejó sus actividades laborales.
También hablan del impacto en materia de violencia de género. El 93 por ciento de las mujeres encuestadas señalaron que en los momentos más restrictivos de la pandemia tuvieron más discusiones con sus parejas y, en algunos casos, derivó en violencia verbal, pisocológico o físico.
Cuando las promotoras abordan la problemática de la violencia, usualmente se refieren al maltrato que afrontaron o afrontan por parte de los varones, ya sean esposos o padres. En esta línea de violencia machista, también comentan “los intentos de lucharlas” (violarlas) por parte de otros familiares, maestros y varones externos a las comunidades.
Los testimonios revelan el constante peligro que afrontaban las mujeres cuando eran niñas, en los caminos que debían seguir rumbo a sus escuelas, tanto en la sierra como en la ciudad.
Para esta publicación tuvieron la colaboración de la doctora en antropología y especialista en estudios de género, Ana Cecilia Arteaga Börth. Lo han presentado en varios escenarios y está disponible para adquirirse directamente con personas de la red mediante el correo napawika.umuki@gmail.com.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Raíchali que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar su publicación.